sábado, 12 de marzo de 2011

TRES AÑOS


¡QUE TRES AÑOS NO ES NADA... !

Por Susana Merlo (*)

Hace 3 años, la burbuja inmobiliaria no había explotado en los Estados Unidos. Las economías de Grecia, España, Irlanda y Portugal gozaban de razonable salud. Hosmi Mubarak aún estaba al frente de Egipto y Kadafi todavía no sabía que su pueblo se le iba a insurreccionar.

En 2008 Cristina Fernández estaba recién asumida, y se esperaba una presidencia menos dura, más ordenada, no tan arbitraria, más prolija con la ley…

Al comenzar ese año el Ministerio de Agricultura no existía y la Mesa de Enlace tampoco. Nadie pensaba en una Secretaría de la Integración a cargo de la Jefatura de gabinete (que sigue existiendo…).

Los agrodiputados eran sólo un sueño trasnochado de algunos.

Para entonces aún no se había producido el pico de precios de los commodities que tardaría unos meses más en llegar, ni había comenzado la feroz sequía que jaquearía a la Pampa Húmeda restándole 30 millones de toneladas a la cosecha.

En aquel momento, la Argentina seguía achicando inexorablemente su rodeo ganadero, pero nadie parecía darle importancia, ni atender a los alertas (que luego se supo implicaron la pérdida de casi el 20% del stock, unas 10 millones de cabezas, y llevaron a la actual firmeza en los precios de la carne).

Si bien el Secretario de Comercio Guillermo Moreno ya andaba haciendo de las suyas, el novel ministro Martín Lousteau todavía confiaba en poder mantenerlo dentro de los carriles.

Hace 3 años atrás, localmente nadie sospechaba que la reacción negativa que había generado el intento de imponer retenciones móviles, se transformaría en uno de los enfrentamientos más duros y largos entre el campo y el Gobierno, en la historia moderna.

La medida, luego ya conocida más familiarmente como “la 125”, irrumpió aquel 11 de marzo, pero eso apenas fue el principio de una escalada que se prolongó por 4 meses, le costó el cargo al Jefe de Gabinete, Alberto Fernández; al Ministro de Economía Lousteau, y al Secretario de Agricultura, Javier De Urquiza.

A su vez, el “voto no positivo” del vicepresidente Julio Cleto Cobos lo hizo saltar a un estrellato político inesperado, cuyas consecuencias se ven aún hoy.

Pero, por sobre todas las cosas, implicó le primer revés serio de la Administración Kirchner, y que luego derivaría también en la pérdida de las elecciones legislativas del año siguiente.
Este breve recuento, que podría ser casi infinito, sólo muestra, como un iceberg, los profundos cambios y transformaciones que, tanto en el exterior, como en el país, se sucedieron desde entonces.

Sin embargo, algunas cosas permanecieron inamovibles: la mala relación de la Administración Kirchner con el campo, y también las razones que impulsaron aquella protesta, que fuera respaldada por una parte importante de la sociedad.

Todo está igual que entonces, y más aún en algunos casos, ya que siguen las intervenciones en los mercados al punto que algunos de ellos prácticamente desaparecieron, o dejaron de operar dada su falta de transparencia. Las irregularidades del mercado de trigo como el del maíz están como en su mejor momento (y no, justamente, a favor de los productores).

Se alteró tanto la producción con castigos y subsidios cruzados que en varios casos, si cesa la ayuda artificial que da el Gobierno (mal llamada “compensaciones”), los volúmenes se caen. Pasó con los feed lots cuando le suspendieron la ayuda, y pasaría con los pollos, la harina, los lácteos, etc.

Naturalmente las retenciones siguen y, como las cotizaciones recuperaron su escalada alcista, en esta campaña se calcula que por este sólo rubro el campo aportará cerca de U$S 8 o 9.000 millones.

La lechería, que había registrado alguna mejora, inflación mediante, vuelve a sucumbir con el mismo reclamo que arrastraba desde 2005, mientras que la ganadería, aún con los extraordinarios precios internos, apenas se recompuso en 1,5% ò 2% dado el escenario inestable de política interna, poco apta para inversiones de mediano y largo plazo.

Pero, como si fuera poco, ahora se agrega nuevamente un duro embate de críticas oficiales al sector que van desde el trabajo en negro, hasta la evasión fiscal; desde la especulación con precios, hasta la retención de “alimentos”, además de nuevas restricciones a las importaciones de bienes que afectan a varios rubros de la agroindustria local. Todo, con una virulencia tan inusitada, que “refrescan” los acontecimientos de 2008.

Evidentemente, “3 años no es nada”, y tal como entonces (como si en medio no hubiera ocurrido nada), el sector tiene el raro privilegio de haber sido elegido, nuevamente, como el adversario más cómodo para un año de elecciones…

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