sábado, 11 de agosto de 2007

BARRAS BRAVAS

BARRA BRAVAS
¿ORGULLO ARGENTINO MUNDIAL?
Por Tomás Ryan


Nuevamente el fútbol argentino amaneció este miércoles sacudido por una noticia tan brutal como "extra deportiva". Gonzálo Acro, un joven de 29 años que milita en uno de los grupos que lucha - literalmente - por ganar el liderazgo de la barra brava del club River Plate, fue acribillado con dos tiros a la cabeza y uno en un muslo al salir de entrenarse en un gimnasio de Villa Urquiza. Habrían consumado el crimen tres o cuatro personas, que provocaron que Acro fuera internado en el hospital Pirovano con diagnóstico de muerte cerebral.
¿Es Acro un marginal al que la desgracia lo hizo súbitamente popular?. Para nada. La barra brava de River Plate conocida popularmente como "Los Borrachos del Tablón" se encuentra aproximadamente desde el fin de la Copa del Mundo de Alemania 2006 -donde todos sus miembros viajaron y presenciaron los partidos de Argentina, quién sabe financiados de qué manera- sumergida en una feroz disputa por su liderazgo entre tres grupos. Uno es liderado por Adrián Rousseau, cuyo lugarteniente es -o era- Gonzálo Acro; otra facción es comandada por los hermanos Alan y William Schlenker; y una tercera presenta como líder a Matías Kraft, alias "Kevin". Como coincidencia, todos son de muy buen aspecto, con físicos de patovicas y de acomodado pasar económico.


El huevo y la serpiente

Regresados de la frustración mundialista, donde protagonizaron diversos bochornos como robar todas las bebidas alcohólicas en el vuelo de ida a Alemania, revender entradas en los estadios u ocupar lugares en la cancha que no eran los suyos por los cuales casi son encarcelados, la interna riverplatense comenzó a calentarse lentamente. Y alcanzó su primer hervor el 11 de febrero de este año, cuando al mediodía de ese domingo de partido las facciones de Rousseau y los Schlenker se pelearon con armas blancas y de fuego en la zona de los quinchos del club delante de varias familias que almorzaban hasta allí tranquilas. A raíz del escándalo que se desató trascendieron secretos que en el club ya eran ampliamente conocidos: barras bravas figuraban como empleados del club, con sueldos entre $5000 y $5800 pesos, como por ejemplos el malherido Acro, Cristian Ghisletti o Alexis Decoste (integrantes del grupo de Rousseau). El presidente de River Plate José María Aguilar, quien alguna vez dijo que para él los líderes de la barra en la década de los ochenta eran como próceres nacionales, esbozó defensas titubeantes e insólitas -"River es el club más seguro de la Argentina"- y morosamente los desvinculó para despegarse. Mejor suerte corrieron otros referentes de "Los Borrachos del Tablón" como por ejemplo Luis "Luisito" Pereyra, quien conservó su empleo en el departamento de fútbol infantil. En el club la lectura es clara: "Si Rousseau cae se lleva con él a Aguilar, a Mario Israel (una especie de Julio De Vido eterno de River, quien maneja los "peajes" de todas las transferencias de jugadores) y a varios pesos pesados más", comentan los conocedores de la actualidad de la institución de Nuñez.
Cuando todo parecía olvidarse, fiel al estilo "Todo Pasa" de San Julio Grondona, los violentos regresaron por más. El domingo 06 de mayo, al finalizar el partido River versus Independiente, se enfrentaron los grupos de Rousseau y el conocido como Palermo, a la cabeza de Matías Kraft. Nuevamente se atendieron heridos de armas blancas en la enfermería del club. Al día siguiente la casa de Adrián Rousseau en la calle Altolaguirre al 3000 fue baleada con varios disparos. Pero faltaba un hecho menos trascendente pero más revelador...


No me peguen, soy Cosentino

El 01 de junio el barrio de Coghlan se estremeció. En el departamento del empresario futbolístico Ricardo Cosentino - de antigua y vigente relación con el actual D.T. de River Daniel Passarella - irrumpieron diez hombres a las nueve de la mañana todos de excelentes físicos, en un operativo tipo comando intercomunicados con handys, y al grito "Qué aparezca Cosentino" golpearon a unos diez inquilinos aterrorizados hasta que Cosentino no tuvo más remedio que salir de su departamento a su encuentro. Los violentos, mientras lo golpeaban, le exigían que les entregara "las 50 luquitas que nos prometieron". Una vez que se retiraron las denuncias policiales fueron hechas por los inquilinos atacados.
¿Quién es Ricardo Cosentino? Es un fiel representante del submundo que involucra desde hace años al fútbol, un empresario-intermediario millonario a costa de clubes desvalijados de sus jugadores con complicidad de dirigentes de igual o peor calaña que los Cosentino. Tal como lo adelantará el periodista Juan Pablo Varsky en el diario "La Nación" de este lunes, River -al igual que Racing- realizó varias ventas de jugadores al club Locarno de la segunda división de Suiza. Este es un club ignoto y que nunca usa a los rutilantes jugadores que se inscriben a su nombre. En el caso de River la relación con Locarno la establece un grupo empresario llamado HAZ (iniciales de los apellidos de sus dueños Hidalgo, Arribas y Zahavi). Ricardo Cosentino es asesor futbolístico de Fernando Hidalgo, con un sueldo "insignificante" que se rumorea es de U$S 20.000 mensuales; tengase en cuenta que por la sola intermediación en el pase del jugador de San Lorenzo Ezequiel Lavezzi a Napoli de Italia Cosentino se alzó con 470.000 euros, pase histórico para el fútbol argentino porque se pagaron tres comisiones a empresarios distintos por él.
Los otros dueños de HAZ son Gustavo Arribas - número 5 del equipo de fútbol de Mauricio Macri en el country Los Cardales - y un israelí apellidado Zahavi, responsable de numerosas sociedades involucradas en transacciones internacionales de futbolistas entre las que controla M.S.I. (Media Sports Investments). Esta última es presidida por el iraní de pasaporte inglés Kia Joorabchian, de activa actuación mediática con motivo de los pases de Carlos Tévez y Javier Mascherano a clubes de Brasil e Inglaterra. M.S.I. maneja dinero del millonario ruso Boris Berezovsky; para quienes lo quieran menos sutil, dinero proveniente de los crímenes de la mafia rusa.
Locarno es la pantalla que este grupo inversor usa para no figurar ellos como dueños de jugadores, cosa teóricamente prohibida por la FIFA. Práctica que con otros clubes es repetida por numerosos empresarios del planeta, sin que ninguna autoridad internacional futbolística se de por enterada. Regresando a la visita poca amistosa de los exaltados musculosos al domicilio de Cosentino, la versión más firme de qué eran las "50 luquitas" es que se trataban de los U$S 50.000 que le fueron prometidos a la barra brava de River por la contraprestación de sus calificados servicios.
A fines de agosto de 2006 Aguilar vendió a Locarno porcentajes de los pases de Gonzálo "Pipita" Higuaín, Fernando Bellusci y tres promesas juveniles más en U$S 13 millones. Para consumar la operación necesitaba la aprobación de la Comisión Directiva, sobre cuyos integrantes habrían actuado los barras con sus profesionales labores de aprietes y presión a cambio de la tarifa dolarizada citada. Las irregularidades fueron flagrantes, por ejemplo el contrato con Locarno figuró firmado por Aguilar el 29 de agosto en Londres fecha en la que este estaba en Buenos Aires, ya que viajó recién el 31 de ese mes y a Madrid. ¿Cuál fue la necesidad de "truchar" la fecha?: el cierre del balance de River Plate era el 31 de agosto, había que transformar sí o sí un déficit de $11 millones en un superavit de $500 mil. Anecdóticamente Locarno ganó en sólo tres meses con la compra de Higuaín U$S 4,5 millones, al revenderlo al Real Madrid en U$S 15 millones.


¿Y ahora, quién podrá ayudarnos?

Muchos se preguntan por qué ante los hechos repetidos de violencia en el mundo riverplatense ninguna autoridad actúa a fondo. Quizás se deba a que hace menos de un año sectores cercanos al jefe de Gabinete Alberto Fernández especulaban con desarrollar una buena imagen de Aguilar para opacar las sabidas intenciones de su rival mutuo, el presidente boquense Mauricio Macri. Aguilar mismo les ahorró los costos de una nueva "borocotización" con las continuas catástrofes deportivas y económicas de su club.
Otras posibilidades de inacción pueden atribuirse a los nombres conocidos que aparecen en distintos tramos de esta violenta historia. Uno de los integrantes del bando de Adrián Rousseau es Carlos "El Negro" López, delegado histórico de la Unión del Personal Civil de la Nación (U.P.C.N.) y empleado del Registro Nacional de las Personas; uno de los heridos en la feroz batalla del 06 de mayo, integrante del grupo llamado Palermo, fue el "Colorado" Estrada Oyuela, hijo del representante de la Cancillería en temas ambientales Salvador Estrada Vigil; el abogado de Rousseau fue Ignacio Irurzún, ex abogado de Miguel Romano, Zulema Yoma y Moria Casán; y -frutilla del postre- William Schlenker ganó notoriedad en los últimos días como aspirante a novio de la citada Casán, a quien habría conocido gracias a la intermediación de Luciano Garbellano, célebre por incinerar al juez Norberto Oyharbide en el pasado vendiendo videos de sus encuentros íntimos con "taxi boys".
Mientras los pocos dirigentes de River que se animan a dar la cara a la prensa -como Héctor Cavallero o Julio Macchi- se victimizan sin vergüenza y con humor ( "falta que nos culpen del calentamiento global", Macchi dixit ) se especula que la competencia por el liderazgo de la barra de River es una carrera para ganar el premio mayor: el manejo de un presupuesto para estas actividades marginales que rondaría los U$S 40.000 mensuales fruto de venta de entradas, empleo de gente propia para control de acceso y seguridad en recitales en el Monumental, manejo del merchandising del club, etcétera.
Y el silencio de los otros clubes no es salud, pero se entiende. A la sabida ligazón de numerosos clubes con las autoridades políticas de sus municipios hay que agregar la injerencia de la familia de Hugo Moyano en Independiente de Avellaneda -se dice que pagaría la cuota social de unos 2000 socios "propios"-, o dar crédito al origen de la llegada al poder político boquense del carismático cero Mauricio Macri, para muchos vinculada a los sabios manejos de Enrique "Coti" Nosiglia.
Evasión de impuestos, lavado de dinero, adulteración de balances son algunas de las causas secundarias que deberían movilizar a autoridades políticas y deportivas nacionales a tomar cartas en el asunto, opacadas por la causa principal que vincula a la muerte absurda e idiota de seres humanos con lo que deberían ser fiestas deportivas.

Tomás Ryan



Buenos Aires - Argentina
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