A buena Hambre...
por Héctor B. Trillo
...no hay pan duro. No caben dudas de que ese es el escenario en el que estamos viviendo. Si analizamos someramente el año de gestión de Cristina Fernández y las postrimerías del mandato de su marido, podremos observar una verdadera obsesión por obtener recursos adicionales para hacer frente a las crecientes necesidades de caja. Luego de la progresiva suba de los impuestos a las exportaciones (las llamadas retenciones) , apareció la famosa resolución 125 del Ministerio de Economía con la aplicación de un sistema móvil según fuera el precio internacional de la tonelada del producto afectado. Algo similar ya se había hecho (y continúa vigente) con el petróleo.
Los recientes anuncios en búsqueda de acuerdos con los acreedores que no entraron en el canje de deuda (los holdouts), verdaderos parias innombrables hasta hace unas semanas, y el anuncio con bombos y platillos de un acuerdo de pago con el denominado Club de París; no fueron más que vanos intentos de insertarse en el odiado mundo global en el que toca que nos movamos. Nos guste o no.
La ausencia de crédito internacional llevó a pagar leoninas tasas de interés al gobierno de Venezuela, superiores al 15% en dólares, derrumbando las cotizaciones de todos los bonos públicos e iniciando una verdadera escalada del llamado riesgo país.
Casi de inmediato sobrevino la incomprensible apropiación de los ahorros de los futuros jubilados con argumentos ridículos e inconsistentes con los sostenidos por el mismo gobierno del matrimonio Kirchner hace apenas 11 meses, luego de la reválida del sistema mixto corroborado por la ley 26.222. Como hemos señalado en anteriores oportunidades, la apropiación de estos fondos constituye un default encubierto, toda vez que casi el 60% de la cartera de las AFJP son títulos públicos que debieron adquirir por exigencias legales y de las otras y que por supuesto jamás serán pagados. A ello se suman las tenencias en títulos y acciones en plazas como la de Nueva York donde de momento están bloqueados más de 2.000 millones de dólares y seguramente continuarán embargados. Una cuenta rápida permite establecer que de los 30.000 millones de dólares en cartera de las AFJP, aproximadamente 18.000 son títulos públicos y 2.000 quedarán interdictos por el juez Griesa en Nueva York, de modo que el saldo resultante estará en torno de los 10.000 millones de dólares. Nada, si se lo compara con las necesidades de un Estado elefante que todo lo pretende. Tan sólo en un año largo la salida de divisas superó los 25.000 millones de dólares para que se tenga una idea de dónde estamos. Pero por encima de todo esto subyace una verdad de a puño: que todo discurso de pretendida ética “social” no es más que pura sanata en boca del autoproclamado “progresismo” vernáculo. Es que a buena hambre no hay pan duro, efectivamente.
Como suele ocurrir siempre que las papas comienzan a quemar, los anuncios de cambios y de “planes” se multiplican de manera vertiginosa. Atrás quedaron los créditos para la vivienda única de los inquilinos, el direccionamiento de los créditos a las Pymes y no al consumo, el tren de alta velocidad, los recordados 20.000 millones de China y hasta los anuncios de inversiones offshore para la búsqueda de petróleo (intento tardío y francamente irrelevante de emular a nuestro vecino Brasil). Atrás quedaron proyectos cuasifaraónicos en materia de producción y exportaciones. Atrás los superávit primarios fabulosamente crecientes y el dólar “competitivo”. Atrás quedó la falta de necesidad de un “plan B” que sí le recomendamos a los países industrializados.
Atrás quedaron los anuncios de institucionalizació n, la salida del secretario de comercio, la normalización de las estadísticas (como si hiciera falta tener que esperar para ello en lugar de meter presos a los falseadores de datos), los fondos anticíclicos y tantas otras rimbombantes lindezas. Todo, todo terminó, como dice el tango.
Ahora viene la “novedosa” idea de una moratoria fiscal y también previsional. Una moratoria que se anuncia a horas nomás de haberse implementado un nuevo plan de pagos de la A.F.I.P. Y a la moratoria se le suma un blanqueo de capitales. Y a ello se le agrega un plan de reducción de contribuciones patronales para las empresas a los efectos de blanquear trabajadores.
Las moratorias y los blanqueos (hacemos un paréntesis con el amable permiso de los lectores), son la demostración de que el sistema que venía rigiendo era malo. Del mismo modo que el dólar competitivo es la evidencia de que no somos competitivos. Ello antes que nada. En todo caso podemos colocar delante la cuestión moral o la justicia y la igualdad ante la ley que evidentemente resulta violada porque quienes han cumplido resultan enormemente perjudicados en comparación con quienes no lo han hecho. El vivo vive del zonzo sería el lema de esta moderna ética progresista.
El derecho de los trabajadores al acceso a la seguridad social, recalcado con énfasis por el ministro Massa, carece de fundamentació n toda vez que el trabajo en negro es consecuencia de la presión tributaria que hace que el país funcione prácticamente un 50% en negro. Y si el país funciona de ese modo, resulta imposible pretender que las empresas tengan a todo su personal en blanco porque las ventas en negro no le permiten contar con el dinero blanco para pagar sus sueldos. Es tan sencillo y lo hemos reiterado tantas veces que nos sentimos como esos cantantes o actores que repiten la misma obra una y otra vez a lo largo de varios años.
La pretensión de generar mejores condiciones desde el punto de vista de las obligaciones impositivas y laborales, es la confesión pura de tales condiciones son hoy por hoy muy malas. Y si son malas, lo que habría que hacer es modificar de raíz el sistema tributario y no emparchar las cosas con jubileos varios. Esto no tiene otra finalidad que hacerse de recursos rápidamente. Así de sencillo. Y además, de hacérselos de un modo inmoral y perverso para los cumplidores. ¿Nos desayunamos ahora de que la mitad de la economía está en negro?, ¿Teníamos alguna referencia aunque sea lejana de que existen lugares como La Salada o el Mercado Central o la piratería cibernética en plena calle Florida? ¿Alguien nos comentó aunque más no sea al pasar que los videoclubs están en situación calamitosa porque las películas de última generación (incluso no estrenadas aún) se venden a 3 por 10 pesos en el subte y otros lugares? Resolver estos problemas requiere una reforma impositiva integral que facilite el pago de impuestos y tasas, a valores razonables y en un marco de austeridad y eficiencia en el uso de los recursos públicos. Reforma impositiva que fue anunciada reiteradas veces por reiterados gobiernos de reiterados signos políticos. Y nunca se hizo.
La disminución de contribuciones patronales para los empleos nuevos se da de bruces con los proyectos que andan circulando de triplicar las indemnizaciones por despido a pedido de legisladores que carecen de elementales escrúpulos constitucionales pese a ser profesionales del derecho.
Los pedidos de mantenimiento de la estabilidad laboral así porque sí, no solamente carecen de lógica, sino que directamente son perjudiciales. Bastaría en el mundo entero con dictar normas prohibitivas para que nadie pudiera resultar despedido, más algunas moratorias, más algunas quitas de contribuciones a los empleos nuevos que se generen para que toda la población del orbe baile en el limbo de la felicidad material. Esto es una tontería.
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