jueves, 27 de noviembre de 2008

LA DESFACHATEZ AUTORITARIA

lunes 24 de noviembre de 2008
La desfachatez autoritaria

La exhibición pública del "dedo" no podía ser más cruenta y ridícula a la vez. Kirchner confesaba lo que todo el mundo sabe: que el vicepresidente lo "puso" él, lo cual conlleva la obviedad de que a la presidenta y esposa, también.

Por Héctor Trillo

En un acto armado para que el eterno dirigente Hugo Moyano festejara su eterna reelección al frente del Sindicato de los Camioneros (¿qué otra alternativa habrá?) gracias al aporte compulsivo de miles y miles de obreros cautivos del sistema fascista en el que se mueve el país desde hace más de 60 años, el ex presidente Kirchner hizo una referencia insólita: dijo que la presidenta y esposa le preguntaba todas las mañanas "¿Qué vicepresidente me pusiste, Néstor?".

La exhibición pública del "dedo" no podía ser más cruenta y ridícula a la vez. Kirchner confesaba lo que todo el mundo sabe: que el vicepresidente lo "puso" él, lo cual conlleva la obviedad de que a la presidenta y esposa, también.

La desfachatez con la que este personaje parece mofarse de las instituciones adquiere un carácter de tragicomedia más dramática que divertida. El desastre al que está llevando al país el matrimonio presidencial es tan terrible como inútil. Y poco importa tratar de adivinar por qué.

Las expresiones de este ex presidente nos recordaron por un momento a aquellas que solía manifestar en público José López Rega. Recordamos especialmente aquella vez que repetía moviendo los labios un discurso que María Estela Martínez leía al público desde (cuándo no) los balcones de la Casa Rosada. El ridículo era ponerse en evidencia. Mostrar con orgullo lo que debería guardarse para sí. Perdone alguno si se siente tocado por esta asociación que vino libremente a nuestra mente. Pero es que uno no puede menos que sentirse tocado a su vez por tanto desparpajo autoritario. Chávez hace escuela, por lo visto.

Luego esta verdadera orgía de la sinrazón es repetida hasta el cansancio por "la televisión pública" que prosigue con su rutina panfletaria tan barata como fraudulenta pagada con el dinero de todos los argentinos. Que para colmo parecen hocicar cómodamente mientras dirigentes como Moyano intentan dibujar la falta de trabajo creciente con leyes incomprensibles en un mundo medianamente democrático. Tan absurdas como las expresiones de su jefe político.

No fue lo único que dijo el ex presidente. También hizo una referencia a las AFJP, que acaban de ser disueltas por una ley del Congreso que ha resuelto apropiarse de lo que el propio Estado ha dejado de los ahorros de la gente, luego del default y de la obligación de estas entidades de comprar bonos basura del gobierno argentino.

Dijo Kirchner que las AFJP habían sido manejadas "por cuatro o cinco vivos", sin al parecer tomar nota, o suponer que nadie se acuerda que para el caso es peor, de que el presidente de la unión de AFJP no es otro que Sebastián Palia, quien fuera uno de los principales funcionarios de su propio gobierno cuando junto a Guillermo Nielsen (actual embajador en Alemania) "renegociaba" la deuda defaulteada con quitas del 65 o 70%.

El gobierno kirchnerista fue el principal culpable de la quita que sufrieron las AFJP en aquella oportunidad, y la misma persona que hoy administra las AFJP resultó ser uno de los responsables de tal hecho: el nombrado Palia. Es decir, el jefe de los "vivos", ¿no?

Y no sólo eso, sino que además el gobierno kirchnerista bancó todos estos años la existencia de las entidades de capitalización. No sólo las bancó, sino que además las ratificó hace un año mediante la ley 26.222 de libre elección en la cual ahora acaba de fregarse. Y no solo bancó a las AFJP, sino que también bancó a las elevadas comisiones, que solo el año pasado fueron disminuidas mediante la ley citada.

El jueguito perverso de la triple indemnización con carácter retroactivo no hace sino retroalimentar el trabajo en negro, que supera seguramente el 50% de población activa, cómodamente. Allí están, inhiestos, los puestos de La Salada, del Puente La Noria y de tantos lugares por el estilo.

Allí llegan los famosos "tours de compras" desde todos los rincones de la empobrecida república que al parecer puede vivir con algo más de 100 pesos por mes sin ser considerada "pobre" (dado que la línea de pobreza para una familia tipo apenas supera los $ 400 por mes según el policía frustrado secretario de comercio).

La verdad es que si esta gente cree que tiene plafón para hacer cualquier cosa es porque hasta ahora ha venido haciéndolo sin que nadie se le ponga seriamente enfrente.

Cuando luego circulan versiones de lo más antojadizas, los muchachos se "enojan" y salen a despotricar contra "la derecha" (¿Cómo puede Néstor Kirchner decir en un acto donde el capitoste Moyano es reelecto in eternum que hay una "derecha" organizándose?, ¿es que acaso no estaba él mismo con su discurso autoritario y rodeado de fasces mandamasistas para colmo hereditarias en el ámbito del progresismo sagrado y seguido?)

El propio creador del "movimiento" solía repetir que "se vuelve de todo menos del ridículo".

Si traemos a cuento al surrealista Chávez o al "brujo" López Rega no es porque sí. Todo el mundo sabe lo que son o han sido estos dos personajes. Dejando de lado las organizaciones criminales que a nuestro modo de ver tanto uno como el otro han digitado, cosa que de ninguna manera atribuimos a Kirchner, la verdad es que se trata de personajes funambulescos. Y sin llegar a sostener semejante cosa del ex presidente, no podemos evitar una cierta tentación a comparar situaciones.

Tenemos una presidenta votada por la gente mediante una reforma constitucional que posibilitó abolir el federalismo electoral y conformar una mayoría con el 45% de los votos. Una presidenta que fue designada a dedo por su marido. Un marido que a su vez confiesa públicamente que él mismo eligió al vicepresidente. Ambos, presidenta y vice, herederos naturales del llamado "pacto de Olivos".

Y todos ellos de una forma u otra, defensores del "modelo" que ahora pretenden demoníaco: el de los años 90.

Es la desfachatez autoritaria. No digan que no

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