LA REPATRIACIÓN DE CAPITALES
por Héctor B. Trillo Al menos por lo que se sabe el proyecto de repatriación no es en verdad únicamente de repatriación. Sino que los capitales pueden permanecer en el exterior. Es suficiente con que sean declarados. Si permanecen en el exterior pagarán una tasa del 8%, si vienen al país una tasa menor, y si se usan en obras de infraestructura o proyectos productivos otra menor. Es decir, el país habrá de crecer a fuerza de “combos” y “cajitas felices” y no por obra de su competitividad, de su eficiencia y de la laboriosidad de su gente para insertarse en el mundo con productos archidemandados en él, como los alimenticios y sus derivados. La Argentina no habrá de crecer maximizando sus beneficios y adecuando la utilización de los recursos a la mejor performance. No. Lo hará mediante decretos y leyes o resoluciones de quitas y dádivas. Quitas y dádivas que pagará toda la sociedad, empezando por quienes producen y venden en blanco y pagan sus impuestos. El Sr. Massa destacó, dicen los diarios, la fortaleza de la economía argentina, al tiempo que intimidó a tenedores de dinero en bancos del exterior. Esto es: si la gente tiene fondos en tales bancos debe temer por ellos debido a la crisis internacional, y lo mejor que puede hacer es repatriarlos porque acá estamos bárbaro. ¿Es posible afirmar semejante cosa? En primer lugar los manotazos de ahogado sucesivos que viene dando el gobierno indican claramente que las cuentas no cierran desde hace rato. En segundo lugar la supuesta o real bonanza de la economía argentina no se debe sin duda a los exabruptos de Kirchner o de su esposa, o al surrealista secretario de comercio que vociferaba en la Plaza de Mayo acompañado de un campeón de simil boxeo como guardaespaldas en oportunidad del conflicto agropecuario. Medidas tales como prohibiciones de exportaciones, “permisos” especiales para poder vender el producido de nuestro esfuerzo, injerencias y husmeos varios en las contabilidades de las empresas (cuando no directamente “inspecciones integrales” de la A.F.I.P. por no hacer buena letra), controles de precios y de cambios, despropósitos recaudatorios con retenciones y percepciones impositivas de todo tamaño y color, y muchos etcéteras más; constituyen una realidad incontrastable. ¿Es que las empresas, los capitales o lo que fuere dejarán de confiar en determinadas operaciones en el mundo para venir a la Argentina confiados en los discursos de Cristina, Néstor, Massa, Kunkel, PIscheto, Aníbal Fernández y compañía? Un baño de realismo nos vendría bien a todos, creemos. Pero especialmente a esta gente que nos gobierna.
domingo, 30 de noviembre de 2008
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