domingo, 23 de noviembre de 2008

TEMAS..............

SOBRE ESOS OTROS TEMAS QUE NO SON "TEMA"...

Por Gabriela Pousa (*)

“No hay nada que más ayude al hombre a vencer o, por lo menos, a soportar las dificultades objetivas y las penalidades subjetivas que la conciencia de tener una misión que cumplir” F. Nietzsche

Dos situaciones igualmente fútiles impiden que inicie estas líneas como lo hubiera hecho en otra oportunidad. En primera instancia, porque parece ser necesario – amén de conveniente para el gobierno – enmarcar todo cuánto sucede en el contexto de la crisis internacional. Y en segundo término, no sé si el temor o el oportunismo de cierto tipo de analistas, hace que no pueda compartir la visión de un escenario político nacional signado meramente por los litigios que cubren las portadas de los diarios.

Los reclamos de los gremios, los vaivenes de la oposición, las leyes que se festejan como si fueran botines de guerra, etc., no es todo cuánto sucede hoy. Si bien se mira, hay mucho más sólo que está “políticamente” acallado.

Poco o nada tiene que ver la última maniobra del oficialismo respecto a las AFJP con la caída de los mercados internacionales. No nos engañemos tan fácil. Tampoco el intento de expropiar Aerolíneas comulga en demasía con la recesión que se vislumbra en estos días.

Mucho menos todavía hay forma de hablar de los muertos que va dejando esta peculiar “democracia” kirchnerista en relación con lo que acontece detrás de las fronteras donde las crisis tienen su razón de ser, su comienzo y su perspectiva de solución o salida. Aquí, por el contrario, las crisis son perpetuas: sin comienzo ni final, se superponen y nadie sabe a ciencia cierta si son económicas, políticas o sociales o si acaso son una mezcla inexplicable de todo ello agravado por la apatía.

Y es que en la Argentina no hay forma de encarar un tema sin que surja, repentino, el condimento político casero. Un ejemplo: si encaramos el tema del narcotráfico y la efedrina, inevitablemente los caminos conducen a la campaña y entronización de Cristina Fernández, y ni siquiera hay voces capaces de desmentir que así sea.

Si de atender las necesidades básicas insatisfechas de los habitantes de las villas miseria se trata, la puja entre el gobierno nacional y el gobierno de la ciudad encuentra una trama siniestra de especulaciones que además, no son nuevas y nada tienen que ver con los desbordes hipotecarios de América del Norte.

Todos o la mayoría hemos escuchado desde la asunción misma de Mauricio Macri decir que no iba a poder gobernar una ciudad con el poder central oponiéndose a cualquier medida.

Plasmé anteriormente en letra mi sorpresa al ver al Jefe de Gobierno asombrarse porque no le cumplían la palabra dada en Balcarce 50. Hace 6 años que incumplen, ¿dónde está la noticia?

Aún así, parece asombrar esta actualidad de peleas y groserías que se esgrimen en pro de una defensa meramente partidaria del lado que sea, pero evita se llegue al eje de la polémica: cómo solucionar la carencia en la que viven miles de familias.

Quién corta la autopista es casi un dato anecdótico cuando se ven simultáneamente, niños que apenas caminan, descalzos y expuestos a los peligros más descarnados. Y a esos niños no se los vio la semana pasada por una movilización prefabricada, sino que se los veía antes y se puede seguir viéndolos todos los días.

Puede que una mañana asomen con más presencia ante cámaras por una porfía de la dirigencia que se bate a duelo buscando inútiles victorias pírricas, pero cuando las cámaras no estaban y cuando dejan de estar, siguen sin zapatillas y expuestos a la droga, a la prostitución en todas sus formas, y a la condena de por vida...

Mientras estas postales de la Argentina se consiguen a toda hora, los 365 días del año, Cristina Kirchner pasea con su hija por África, “negocia” que Tuntankamon venga por esta geografía, y en carácter de titular del PJ -o bajo esa máscara-, su marido discursea sin sutilezas. Va delineando, una por una, las directivas de lo que hay que hacer, y se hará en materia política.

De ese modo, los fondos de las AFJP pasaron a sus manos, y con idéntica impunidad manda su “advertencia” a los empresarios para que los despidos no sean una epidemia. Bastaría con aplicar el sentido común para advertir que nada tienen que ver las cesantías obreras con las plagas o los contagios que el Ejecutivo cree o le conviene hacer creer.

Y aunque parezcan graves, estos hechos, finalmente, son temas banales si tenemos en cuenta otros que se suceden , sin que se difundan demasiado. Apenas como una nota más se pudo leer un dato que no gravita quizás como la caída del MERVAL o el índice inflacionario aunque, en gran medida, ilustra la calidad de vida que se ha perdido en Argentina.

De nada sirven los datos macroeconómicos del país de maravilla que recita por el mundo Cristina. Si es más importante o genera más reacción en la calle un índice trucado que uno posiblemente incompleto (porque no conviene completarlo…), algo más grave -que dista de ser la crisis internacional y el saqueo de los fondos provisionales- está fallando.

Pero completemos el inventario: porque son más de los que se relatan en los atriles, los logros kirchneristas. No sólo suma “el primer desaparecido de la democracia”, extraño mote que le dan algunos a la desaparición de Jorge Julio López, puesto que los desparecidos de esta “democracia” son tantos ya que no figuran en listas oficiales ni en medios, pues estos deberían tener tiradas no de ejemplares aislados sino de fascículos continuados. Serán otra "categoría" de desaparecidos pero la ausencia, a sus afectos, les pesa de igual manera.

El kirchnerismo ha logrado incrementar también el uso de psicofármacos, y la cantidad de pacientes con enfermedades psicosomáticas que podrían explicarse, más que con un examen médico, con un análisis político que no se quede en el debate distractivo de una portada que cambia cada 24 horas, necesitada de ganancias.

Cuando un accidente jaquea fuerte, entonces se debate un par de días qué pasa con la sobredosis de ansiolíticos o por qué crece desproporcionadamente el consumo de energizantes y el alcoholismo en comunión con el desprecio por la vida. Y la intervención estatal (no gubernamental que es distinta)en estos sucesos es mucho más esencial que la mano del gobierno disfrazado de Estado en la regulación de precios o en el apriete de Moreno.

Así, retomando los “logros” de esta etapa K, cabría mencionar que han conseguido algo jamás visto desde la crisis del 2001: un apabullante aumento en los suicidios. Veamos: http://www.perfil.com/contenidos/2008/10/28/noticia_0022.html

La falta de expectativas, el ver un futuro incierto, y el sentirse despreciado por quienes han prometido y jurado velar por el bien común no son temas ajenos a ello.

No puede decirse que es casual que, en el 2007, por ejemplo, se hayan quitado la vida más de 3 mil personas en la Argentina, (una tasa de más de 8 suicidios cada 100 mil habitantes)

Desde luego que esta cifra no se conoce por el recitado en el atril del Salón Blanco, sino por estudios privados y por un recorrer morgues donde los forenses no dan abasto con su trabajo, amén de no salir del asombro por este incordio: los cuerpos que revelan el suicidio como causal de muerte tienen un promedio que va de los 20 a los 40/50 años.

La incertidumbre y el cortoplacismo que se impone desde “arriba”, es decir desde la cocina de la política es espeluznante y cercena la vida. Nos enseñaron y se ensañaron en que vivamos siempre en la antesala de una crisis mayor que se avecina. Si avasallan la libertad, si ganan las batallas judiciales los culpables, y pierden o vuelven a perder las víctimas, si los hijos, de la noche a la mañana, ven a sus padres enfermarse porque no se trabaja para vivir sino que se vive para trabajar, y así todo siempre peligra el sueldo familiar, ¿qué esperar?

Por más negación y gritos que profiera el Ministro de Seguridad y Justicia, en la Argentina se vive en un estado de indefensión e inseguridad que suma a la delincuencia y al crimen de todos los días.

Infartos, preinfartos, accidentes de tránsito porque la mente está en mil lados simultáneamente y no en el volante exclusivamente; más disparos en la sien y masacres familiares completas sellan la postal de una Argentina que ha sido saqueada no sólo de plata sino de esperanzas y educación como para entender que no puede una dirigencia política de turno regir el rumbo de nuestra vida.

Es menester difundir que debemos ser artifices de algo mejor y "más vivible", y además que -en cuestiones de vida o muerte- y del modo cómo se lo conciba, es únicamente Dios quien dictamina.

Son múltiples las razones y escapan a una nota como esta, ya demasiado extensa.
Sumemos, por ejemplo, la falta de Maestros que guíen, la burla a los próceres que ensalzaban el patriotismo y el deseo de seguirlos, en plumas de historiadores que olvidan sus hidalguías y se mofan de sus miserias como si acaso alguien creyera que San Martín o Belgrano no tuvieron dudas, temores o llantos como cualquier ser humano; más la nueva iconografía cultural que se endiosa en la pantalla televisiva, genera pérdidas magnánimas. Pero claro, éstas no se reflejan en la caída de la Bolsa porteña ni en los ‘salvatajes’ de los Kirchner, Bush u Obama…

No se trata de pesimismo ni de mostrar lo peor de lo malo. Hay siempre heroísmos que no salen en los diarios. Se trata simplemente, de hacer ver que hay otros hechos que no escapan al escenario político ni al ejercicio democrático aunque no se debatan en el Congreso ni se interrogue en reportajes sobre ellos.

Quedémonos con los desparecidos de los setenta solamente porque es más fácil encarcelar a cualquiera que haya vivido en esa década, que detenerse ante esta serie de “desapariciones" en democracia que no tendrán juicios ni movilizados con pancartas hablando de derechos humanos. Son ‘desparecidos’ sin justicia y por desidia. Silenciados. Son muertos cuya sangre seca rápido aunque demoren los subtes porque a diario se tiran debajo, o haya aún prejuicios familiares para declararlos.

Muchos pueden esgrimir que el futuro debe hacérselo cada uno. Concuerdo. Pero si en ese intento, el robo, la mentira, la corrupción, el desdén y la falta de respeto por el otro afloran como las únicas políticas de Estado, es difícil vislumbrar escenarios que permitan proyectarnos. Todo está inevitablemente impregnado de lo cotidiano.

Blandamos cacerolas cuando adelgace el bolsillo o suba el dólar pero sigamos en el mutismo mientras perdemos ciudadanos porque, el gobierno, antes que a las AFJP, ha saqueado sueños, proyectos y misiones que cumpliríamos como argentinos y humanos mostrando encima que se “triunfa” robando y falseando relatos para reemplazar una realidad que no asoma ya ni en los diarios.

(*) Lic. GABRIELA R. POUSA - Licenciada en Comunicación Social (Universidad del Salvador), Master en Economía y Ciencia Política (Eseade) y con postgrado en Sociología del Poder en Oxford University, es autora del libro “La Opinión Pública: un Nuevo factor de Poder”. Se desempeña como analista de coyuntura independiente, no pertenece a ningún partido ni milita en movimiento político alguno. Crónica y Análisis publica esta nota por gentileza de "Economía para Todos", Queda prohibida su reproducción sin mención de la fuente.

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