NotiAR - 20-Nov-08 - Opinión
http://www.notiar. com.ar/contenido /opinion/ opi_8319. htm#1
Reflexiones para argentinos
por Carlos Berro Madero
“Al encontrarse dos personas cuya vanidad es igualmente grande, guardan luego mala impresión la una de la otra, pues cada una de ellas estaba tan ocupada de la impresión que quería producir en la otra, que ésta no le hizo ninguna impresión; ambas advierten que han perdido el tiempo, que su esfuerzo ha sido en vano, y se echan mutuamente la culpa.”
Frederick Nietzsche
Nunca se llega a la verdad con la teoría y la declamación, sino con la experiencia. Es un camino individual a recorrer inexorablemente.
Por eso los orientales dejan que las opiniones se reflejen sobre un espejo que no juzga. Las cosas ocurren así simplemente sin intervención de la mente lógica.
Ningún esfuerzo que hagamos puede alejarnos de la fatalidad que encierra lo que las cosas son en sí mismas, totalmente ajenas a nuestra intervención personal.
Sin embargo, el camino hacia nuestra enfermiza irrelevancia se ha visto invadido por una intensificació n de artes oratorias dispensadas a diestra y siniestra. Todos hablamos. Nadie escucha. Estamos preocupados por causar la mejor “impresión” en quienes juzgamos debieran ser recipiendarios de nuestros pensamientos, que pretendemos imponer por medio de una cierta prepotencia encubierta.
Una sociedad que actúa de esta manera, debiera plantearse seriamente la gravedad de su crisis y comprender asimismo que siempre que haya un argumento la respuesta está muy lejos: muchas veces dejar de argumentar es descubrir que la respuesta siempre ha estado a la mano y la hemos ignorado.
Nuestro porvenir debiera estar atado a recordar el camino de nuestras experiencias y la mayor o menor capacidad demostrada para aprovechar de ellas en procura de un futuro mejor.
¿Qué estamos haciendo para reanudar un diálogo con la realidad en su estado puro?
Pues, increíblemente, por ejemplo, entretenernos en el descubrimiento de bustos de personajes que buscaron “impresionarnos” sin preocuparse demasiado de nuestras necesidades, porque no se tomaron el tiempo imprescindible para resolverlas.
Para muestra de ello, vayan los recientes homenajes a Alfonsín y Cámpora, -dos grandes fracasos del mundo real-, propiciados por el Gobierno en medio de la crisis que avanza. Dos políticos que dedicaron su vida a “impresionar” a sus auditorios. Uno con sus frases retóricas, el otro con la verborragia obsecuente de los mediocres.
¿A quién puede “impresionar” aún un gobierno declamatorio como el de Alfonsín que tuvo que irse del poder antes de tiempo dejándonos un 16.000 por ciento de inflación, quien todavía nos recita clases magistrales de lo que debiéramos hacer y él no supo, no quiso o no pudo?
¿A quién puede “impresionar” aún un breve gobierno como el de Cámpora que abrió las cárceles de Devoto y dejó en libertad a los delincuentes inaugurando así la etapa garantista más infame de nuestro tiempo?
¿No existe en estos homenajes una complacencia por un estilo que parece en política una “marca de fábrica” argentina?
El deseo subjetivo de escapar de las evidencias que nos enseña el mundo real, nos ha extraviado en lo que respecta a la teoría del conocimiento y de la verdad. Al hallar desagradables sus problemas, seguimos negando que éstos existan.
Inferir que un grupo de sucesos solo pueden justificarse si tuvieran ciertas características que no son precisamente las que queremos “poner” en él, nos hace pensar que quizá éstas no debieran ser tan necesarias.
De allí a la destrucción de la lógica deductiva hay un solo paso.
Y así caminamos desde hace muchos años: sordos y buscando “impresionarnos” recíprocamente.
carlosberro@ arnet.com. ar
Gentileza en exclusiva para NOTIAR
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario