sábado, 29 de noviembre de 2008

DINERO Y OBRAS II

El dinero y las obras de la Ciudad de Buenos Aires (II)


Mientras la oposición legislativa le da todos los gustos en materia económica a la administración Macri, la otra oposición –la real, la de carne y hueso, la de “a la carga Barracas”, la mercenaria– con la cara pintada y lanza en mano está lanzada al asfalto hirviente de este noviembre abrasador. Un día pueden ser los gremialistas docentes mancomunados con los empresarios de las escuelas privadas para que el año próximo concurran menos alumnos de clase media a los colegios estatales; otro, un grupo de villeros cortan autopistas y mañana, si las autoridades no arreglan como es debido lo que suelen arreglar, serán los camioneros bloqueando con sus camiones los accesos a los subterráneos o decretando una huelga de basura caída. Con personajes así no hay maletín wilsoniano que aguante, a no ser que las protestas estén encaminadas a blindarnos aún más para siempre Vivir con lo Nuestro y así rescatar lo más profundo y sublime del ser nacional y popular, asfixiado por una década infame de neoliberalismo-conservador-librecambista que el nuevo socialismo bolivariano del siglo XXI liberará para beneplácito de los pueblos tercermundistas en su claro descenso emergente. Conclusión: “Somos pocos y nos conocemos mucho”.

La pérdida de apoyo electoral de la actual administración porteña que se dio el año pasado a pocos meses de haber sido electa, las constantes improvisaciones en el manejo gubernamental, las promesas incumplidas de la campaña electoral, y la publicidad exagerada de hechos no relevantes que más se parecen a una operación destinada a arrojar silencio sobre el funcionamiento de su administración, colaboran para que ese apoyo siga en descenso.

Un año de gestión es un tiempo prudencial para que los responsables de todas las áreas hayan podido ajustar ciertas clavijas en la guitarra “progresista” de esta ciudad que venía sonando bastante desafinada, máxime cuando los legisladores oficialistas y sus reemplazos temporales hace varios años que se encuentran ocupando sillones en la Legislatura. Por lo que, quien llegó en diciembre pasado debería encontrarse en perfecto conocimiento de los problemas de la Ciudad y sus posibles soluciones. Notamos –el ambiente lo nota– cierta inconsistencia en la comprensión de los problemas de la gran urbe por la primera y segunda línea gubernamental, mezclada con un dejo de soberbia que debería preocupar: al administrador y a los administrados.

A CORREO DE BUENOS AIRES le interesa mantenerse alejado de los constantes fragores y fragotes políticos que invaden la vida pública argentina, que podrán ser nombrados al pasar pero que nunca serán motivo central de su existencia. Por eso llama la atención que el segundo presupuesto provincial del país no sea analizado, y sus conclusiones dadas a conocer a la opinión pública con mayor detenimiento; y que una administración que prometió mayor transparencia en la gestión mantenga en funciones al ministro de Hacienda y al Director General de Contaduría, dos funcionarios que se encuentran procesados penalmente por un proveedor sin que hasta el momento hayan sido temporalmente suspendidos en sus cargos hasta que la Justicia determine su culpabilidad.

La administración Macri no paga a los proveedores y tampoco termina obras porque dice no tener dinero pese a que recauda más que Ibarra y Telerman. Propone la creación de nuevos impuestos y en once meses ejecutó sólo el 30% del presupuesto destinado a ese rubro, lo que señala una virtual paralización de las obras que determinaría que antes de un año la infraestructura de la ciudad podría colapsar. Mientras, el 50% de las licitaciones fracasan por los bajos precios que la actual administración está dispuesta a pagar y los bonos para pagar deudas del 2007 no tienen valor de mercado. Justificar un nuevo impuesto porque en otros distritos se cobra es no entender que el 50% de los pacientes de los hospitales y un número muy elevado de escolares que sostienen los contribuyentes de esta ciudad son extranjeros o habitantes de otras provincias. Ahí está el dinero que se necesitaría y que debería ser aportado por los gobiernos de los países limítrofes y, por ejemplo, el de la provincia de Buenos Aires. José Alfredo Martínez de Hoz manifestó en su oportunidad que los habitantes de Jujuy no debían pagar lpor os subterráneos que no usaban. Tenía razón: y al revés, por los hospitales, también.

Si la administración Macri necesita dinero debería decir primero dónde está el que no gasta y para qué quiere más si es posible que tampoco lo vaya a gastar o posiblemente pague las obras de este 2008 con bonos que emitirá el año próximo. La falta de gestión fue reemplazada por anuncios rimbombantes en los medios de prensa. Una sintonía para amigos de la palabra fácil y la pluma amigable similar a la que esgrime el gobierno nacional. Dura poco.

SALINAS BOHIL

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