DEFENSA DE LA OPOSICIÓN

Por Rafael Eduardo Micheletti (*)

Un gobierno que echa por la borda años y años de esfuerzo, innovación y progreso en el campo y la agroindustria, que hace retroceder la división e independencia de los poderes que llevó al progreso a todos los países desarrollados del mundo, que se junta con todos los caudillos autoritarios y corruptos, defendiendo sus intereses, que no avanza en la ayuda social universal porque se sostiene gracias al clientelismo y prefiere darle subsidios a punteros, piqueteros y organizaciones políticas para que repartan el dinero de la gente en forma discrecional, que cobra coimas en cada obra pública, que para obtener financiamiento se alía a grupos empresarios minoritarios de cada sector económico (como Cristóbal López o Franco Macri) concentrando la economía, y que, y esto está probado, es capaz de pagarle a gente para que deambule por Internet comentando a su favor, todo con la plata del pueblo, que el pueblo nunca ve llegar a sus bolsillos… no se merecen que le crean.
Un país se construye entre todos, y no basta con decirlo en los discursos. Ni yo ni mi familia tenemos campo, pero sé que hay muchos pequeños y medianos productores en una situación extrema, a punto de quebrar. Están concentrando el sector más desconcentrado de nuestra economía, y ello atenta contra la distribución del ingreso y la democracia, porque vuelve difícil el financiamiento opositor y hace de nuestro sistema político uno mucho menos competitivo y representativo. No debe ser fácil ser un político opositor en estos momentos en la Argentina de los Kirchner, y menos aún si se quiere ser opositor con ideas. Ni hablemos de los valores.
Tras cinco años de efecto rebote, condiciones internacionales óptimas y superávits gemelos, hay nuevamente en la Argentina un 30% de pobreza, se mueren escandalosamente ocho niños al día por desnutrición, del último plan de viviendas anunciado dos veces (en las campañas de 2005 y 2007) se ha ejecutado solamente cerca del 2%, hemos descendido puestos en materia de corrupción en los estudios internacionales más prestigiosos y consultados y el otrora prestigioso instituto oficial de estadísticas se encuentra intervenido y sus cifras adulteradas. Ah, y me olvidaba, después de más de cinco años de gestión del kirchnerismo, la presidenta viaja a Salta y se da cuenta ¡Oh sorpresa! que en esos lugares, con cuyos caudillos corruptos y clientelares se alía el gobierno para conseguir votos, hay... ¡pobreza estructural! ¿¡Qué estuvo haciendo todo este tiempo!? ¿¡Por qué no reglamentó la ley de bosques y después de la catástrofe de Tartagal la reglamenta de un día para el otro!? ¿¡Por qué apoya al gobernador de Salta, que tiene en la familia negocios madereros y autorizó por decreto que se talaran muchas más hectáreas de bosques que las que había recomendado como límite una comisión de expertos creada por la legislatura de su provincia!? ¿¡Tiene que morir más gente!? ¿¡Cuánta división y rencor quieren generar en la sociedad!?
El Estado impone las reglas de juego, y Macri, pudiendo enriquecerse ilimitadamente manteniéndose en su entorno familiar (léase “padre”) aliado de los Kirchner, se distanció de su familia para construir desde abajo un nuevo partido político y cambiar esas reglas del capitalismo prebendario que concentran la economía e inducen a las empresas a corromperse para poder hacer negocios. Pero le reprochan algún que otro desarreglo contable en una de las empresas en las que participó, cuando el cerebro y líder era su padre, actual socio de Kirchner. Ni siquiera hacen diferencia entre corrupción sistemática del Estado y un caso aislado que encima nunca fue probado. Sólo se acuerdan de la responsabilidad del Estado para diferenciar entre terrorismo y terrorismo de Estado, y de esa manera juntar un grupo de intelectuales radicalizados que estén dispuestos a seguir la política de derechos humanos del gobierno sin mirar para otro lado.
A Carrió la tildan de mesiánica y le reprochan que denuncia al oficialismo, pero ellos no hablan de moral, no explican los subsidios discrecionales, los sobreprecios, las coimas, los casos semanales de corrupción, los atropellos de D’Elía y Moreno… ¡Y ellos son el Estado! Desde la Coalición Cívica hablan de la revolución de la información, de la “tercera ola”, poniendo a internacionalmente renombrados intelectuales en sus listas… ¡pero carecen de ideas! Kirchner se junta con Reutemann, antes menemista, con Aldo Rico, opositor a la política de derechos humanos del gobierno, con Scioli, que tiene un discurso de centroderecha, con Rovira, que no tiene discurso…
En Capital se han hecho importantes avances en materia de transparencia, como la publicación de las licitaciones y los gastos por Internet o el blanqueo docente, y no hay superpoderes para manejar discrecionalmente el presupuesto y favorecer a empresarios amigos. Lo mismo puede decirse de la opositora Santa Fe, en donde el socialismo y la Coalición Cívica han mostrado una gestión de similares características, con planes sociales universales, igual que en Capital, que destruyen el clientelismo sistemático y decisivo para las elecciones. Son cosas de sentido común, que el kirchnerismo no hace porque se sostiene gracias a la corrupción. Basta señalar que Franco Macri, hoy en día socio del Estado nacional y autoproclamado defensor del "modelo" kirchnerista, compara dicho “modelo” con el italiano y el ruso, dos regímenes sospechados y acusados de corrupción endémica en todo el mundo democrático.
Este gobierno se merece que se sospeche de él. Uno no puede pagarle a un ciber ñoqui y después exigir que cuando de repente en los blogs y webs opositores aparece de un día para el otro una oleada de comentarios injuriosos y agresivos no haya sospecha; no se puede instaurar un sistema discrecional y corrupto de coimas, subsidios y negocios sucios y luego exigir que se le discuta sólo desde el plano ideológico. Este gobierno no se merece que le crean. Este gobierno buscó promover la división y la desconfianza en el pueblo para que sus actos pasaran desapercibidos. No se puede darle más oportunidades de las que tuvo. Hace más de cinco años que gobiernan, y a pesar de las condiciones internacionales inmejorables que hemos tenido durante esos años, no avanzamos ni un milímetro. Y ahora empezamos a retroceder a los vuelcos y en medio de una creciente convulsión.
¡La Corte Suprema!, exclaman los exiguos intelectuales que defienden al gobierno ante la contundencia de las acusaciones opositoras. Pero fue el propio Kirchner al que se le escuchó decir que luego de las elecciones legislativas de 2005 había empezado su gobierno real. La Corte Suprema bastante independiente que tenemos ahora la construyeron cuando no tenían poder, cuando no manejaban el conurbano y el Congreso. A partir de 2005, reformaron el Consejo de la Magistratura para interferir en la Justicia y nunca dejaron de entrar en conflicto con la Corte que habían nombrado.
Me gustaría saber cuáles son las propuestas del kirchnerismo, que le niega a la gente el derecho democrático a que haya un debate público de los candidatos, que en su campaña tira eslóganes sin decir ni una sola propuesta concreta, y que después convoca a todos los medios para lanzar planes de subsidios miserables para cambiar la heladera, como si eso fuese "gestión de gobierno". ¿Por qué la presidenta Cristina no dijo durante su campaña que iba a subir las retenciones, si fue lo primero que hizo estando en el poder?
Yo no estoy a favor del voto calificado, estoy a favor del voto libre y universal, sin clientelismo. Y si se quiere se puede borrar el clientelismo de un día para el otro: sólo eliminando la discrecionalidad que permite la concentración excesiva del poder y la perpetuación en el mismo a base de corrupción y pobreza. Pero claro, hay que resignar la codicia.

(*) Rafael Eduardo Micheletti es Presidente Filial Santa Fe del CEIN (Centro de Estudios de los Intereses Nacionales)
CRÓNICA Y ANALÍSIS