jueves, 19 de marzo de 2009

DUDAS Y VERDAD


-Cuando las dudas no tienen relación con la verdad

Por Carlos Berro Madero

www.notiar.com.ar


“Habiendo observado que en la proposición PIENSO, LUEGO EXISTO, lo único que me asegura de que digo la verdad es que veo muy claramente que para pensar es necesario ser, juzgué que podía tomar como regla general que las cosas que concebimos muy clara y distintamente son todas verdades, y que solamente hay alguna dificultad en advertir bien cuáles son las que en realidad concebimos distintamente.”
- René Descartes





Vivimos una etapa de enorme confusión política y social: percepciones, imágenes y relatos que se superponen, generan una gran perplejidad mientras el gobierno nacional contribuye en forma alocada y reincidente para que vayamos perdiendo la perspectiva de cuáles son los caminos para comprender el trasfondo de una crisis que comienza a mostrar sus facetas más complejas.

Nada mejor entonces que formularnos algunas reflexiones que nos permitan ver esta realidad sin subterfugios.

Cualquier duda implica las más de las veces una “suspensión” transitoria de la verdad. Como consecuencia, dicha suspensión puede postergar peligrosamente el curso del pensamiento para interpretarla. Un curso de acción demorado por más tiempo del aconsejable, puede ser fatal para resolver a tiempo un dilema.

¿Qué explicaciones convincentes podrían darse hoy a sí mismos quienes estos últimos cinco años consintieron, por negligencia personal o interés económico, el crecimiento de la aventura política montada por el Frente para la Victoria?

¿No era concluyente de por sí la historia de sus ideólogos, dos mediocres déspotas avariciosos que convirtieron a su provincia en un feudo medieval?

¿No repitieron instantáneamente en el orden nacional un ordenamiento político similar?

El haber soslayado estas circunstancias, nos está obligando a todos a apurar el paso para poner cada cosa en el lugar que le corresponde: tenemos que admitir que estamos viviendo, en todo caso, el resultado de dudas y vacilaciones personales mal alimentadas, sostenidas por palabras huecas y falsas promesas, que se daban de narices contra una realidad que persistimos en ignorar. Ha llegado el momento de enfrentar este hecho.

“No hay nada que se nos aparezca como claro y diferente en la vida que no lo sea en realidad”, sostiene Descartes. En nuestro caso ha sido así: hemos fallado totalmente en el orden que hemos impreso a la dirección de nuestros pensamientos y carecimos de la voluntad necesaria para ponerlos en marcha adecuadamente.

Por lo tanto, la primera tarea a la que deberíamos aplicarnos en lo inmediato, consiste en resolver en nuestro interior si claridad y diferencia –en el sentido invocado por el filósofo-, implican la única verdad de todo lo que creímos haber percibido, o son por el contrario los signos visibles de una negación cultural por medio de la cual queremos alejarnos habitualmente de la realidad.

El secreto para descubrir la verdad y prevenir cualquier juicio infundado sobre la misma, consiste en atender a todas las circunstancias de un hecho, sin descuidar ninguna de ellas -por despreciable que parezca-, poniendo en marcha una acción que prevenga sus eventuales consecuencias.

“Si dos objetos se suceden indefectiblemente, de suerte que puesto el primero, siempre ha sido visto que sigue el segundo, y que, al existir éste, siempre se ha notado la precedencia de aquél, podremos deducir con certeza que tienen entre sí alguna dependencia” (Balmes).

¿No podría haber servido esta simple reflexión para identificar a los Kirchner y su autoritaria concepción de la política?

A quienes votaron a Cristina creyendo emocional e ilusoriamente en un cambio, podríamos preguntarles además: ¿no existen suficientes pruebas históricas acerca de que cuando se advierte la simultánea existencia de dos seres absolutamente identificados entre sí por mucho tiempo, uno tiene relación directa con la existencia del otro?

La duda, aún llevada a su mayor exageración, no puede destruir en modo alguno un número considerable de hechos que es preciso dar por ciertos, si no queremos luchar contra el sentido común. Éste está sostenido siempre por el conocimiento espontáneo de las diferentes cualidades que captan los sentidos externos y permiten establecer comparaciones adecuadas casi instantáneamente.

El entendimiento puede ser movido por la imaginación –éste ha sido nuestro caso- o, por el contrario, actuar sobre ella. En el primer supuesto, es imposible reconocer los signos visibles de una evidencia.

Ese ha sido el origen de nuestra tragedia actual.

Ha llegado el momento de comprender también, que cuando se les atribuyen a algunas personas más virtudes de las que tienen, la suerte de nuestra relación con ellas -próspera o adversa-, depende siempre de esta causa y de ninguna otra.

Tengámoslo en cuenta para no equivocarnos nuevamente frente al eclipse inexorable de este ciclo, que nos exigirá dar aún algunas batallas importantes.

La crisis final ha sido auspiciada primordialmente por aquellos que se dedican al reciclado “ecológico” de estructuras políticas vacías de contenido y esencialmente corruptas. Los mismos que en algún recodo del camino estarán seguramente agazapados, para “ofrecernos” nuevamente alguna otra alternativa que pueda constituirse en otra defraudación similar.

Todos estos pensamientos deberían ayudarnos de algún modo a tomar cualquier decisión futura en materia de elecciones, sean éstas en junio, en octubre o cuando fueren.

carlosberro@arnet.com.ar

Gentileza en exclusiva para NOTIAR

No hay comentarios: