martes, 3 de marzo de 2009

LA PARADOJA DEL ESPEJO


LA PARADOJA DEL ESPEJO
(Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse). (3/3/2009)

“Que no haya más agravios, por favor” (sic)

No fue el Papa quien hizo esta invitación a la paz en un balcón del tercer piso de la vieja arquitectura vaticana .

No. Fue una señora… el último domingo, en el Congreso…
Las paredes del recinto vibraron como en el preludio de un terremoto.
Un sacerdote que observaba la comedia desde uno de los balcones se sintió compelido a retroceder sacando un crucifijo y poniéndolo hacia adelante con el brazo extendido. Se lo oyó murmurar una invocación.

Los agravios que invitaba a erradicar esta mujer, acaso inspirada en la gran cortesía criminal de Von Ribbentrop, no eran los referidos a los eufemismos con los que trata su marido al cafetero de Olivos.
Ni los que destina a los rebeldes.

¿ Fue acaso una invitación retórica sin dudas, formulada a quienes configuran hoy la masa poblacional de los llamados grandes centros urbanos (Capital Federal, Córdoba, Santa Fé, etc) que son los que resumen la masa crítica de la náusea ?

¿ O acaso estaba dirigida a la oposición, a la que, como todos saben, jamás se ha agraviado desde Balcarce 50 ?

No ha sido, sin dudas, para el potencial destinatario de la dádiva y de los procedimientos de clientelismo político que fueron usados por el gobierno, a mansalva, en todos los bolsones de pobreza e ignorancia.

Fue una frase que parece buena para ir adoptándola cuando a uno lo asaltan a mano armada por la calle o en su propia casa.
Uno la pronuncia… y el asaltante queda noqueado… perplejo.

Mejor que el gas paralizante en aerosol.
Casi como una rara palinodia de sus propios vicios cotidianos, como cuando ella y su esposo avalaron a un Jefe de Gabinete a salir a insultar a los electores de la Capital Federal, diciéndoles que todos ellos “son soberbios y que deben dejar de votar como una isla” (sic)

Los agravios del matrimonio presidencial, no cuentan aquí ni para temer la resucitación de Molière.



Ellos han logrado por méritos propios, convocar no sólo el encono cerril de muchos sectores, sino los odios y las divisiones.
Con una fuerza que vale imaginarse a una sociedad civil fracturada por la mitad (o no tan mitad).

Nunca antes había ocurrido una cosa parecida en el país durante un gobierno democrático, salvo en ocasión de la segunda presidencia de Perón. ¿ A que unión convoca esta medusa del colágeno?

Con la mejor buena voluntad y con el ánimo de ver las cosas en forma objetiva, lo primero que a uno se le ocurre es que lo están tomando por idiota, y puede verse muy fácil que no construyeron, precisamente, un clima de unión nacional, sino todo lo contrario.

Lo que lograron es el germen de la desunión nacional.
El Presidente y su heredera esposa, han tenido un éxito pleno en instigar fervorosamente a desarrollar ese clima.

Hasta un niño puede ver, en los libros de historia, la saga de los gobiernos totalitarios nacidos bajo un régimen democrático, aún con apoyo de minorías poco significativas, pero con el amparo inapelable de las urnas.

Ascienden por una torre de celofán escalonada en pliegues de total artificialidad, hacia un pináculo cuya altura jamás los conforma.

Convierten a la oposición en un instrumento atomizado que les pavimenta el camino de tal escalamiento. Ellos dos hicieron exactamente eso.

Midieron casi quirúrgicamente cada paso de la fragmentación que le ocasionaron a esa oposición con el ánimo de evitar cuidadosamente que desaparezca del todo, casi como una necesidad de agonía sostenida, la cual debía ser así, arrastrada de un modo interminable, sólo para su imprescindible alimento político en el marco de unos contrapoderes que existieran sólo en los papeles.

Saben, leyendo ese mismo manual, que empezarán a caer cuando ellos mismos se transformen en su propia oposición, en un proceso conocido como “la paradoja del espejo”.



Los embriones de su caída, son su miedo y su inseguridad.

Para enfrentarse a ese drama íntimo que los atormenta cada día, los instrumentos de compensación que desarrollaron naturalmente de forma casi descontrolada, fueron la bravuconada y la agresividad sin límites.

Ahora… ella convoca a todos a no proferir agravios
No se sabe bien aún si la cara de una persona se endurece con algún producto químico inyectable o con el simple uso de la hipocresía.

Lograron, en verdad, al principio, muchos más adictos de los que ellos mismos se habían propuesto.
Sumisión, sometimiento e incondicionalidad empezaron rápidamente a campear en derredor suyo. Y llegaron así a convertirse para muchos en un lugar seguro, bajo cuya única sombra, se calmaban las penurias de los disconformes y también las de los que habían sido marcados como enemigos.

Arrasaron con la verdad… en la prensa y en los medios, sólo con la disponibilidad de “caja” y con partidas devengadas del propio erario público, todas ellas simétricas con un régimen impositivo confiscatorio distorsivo y armado sobre la prórroga de la emergencia económica.

El totalitario es esencialmente populista.

Debe serlo forzosamente, por cuanto sueña con ser defendido por la movilización de una masa crítica popular, a la hora de que aparezca alguna acusación en su contra. Sobre todo si resulta ser fundamentada.

Llegan incluso al armado científico de conspiraciones, sólo con el objeto de producir, con idéntica artificialidad, su desbaratamiento estrepitoso, lo cual les permite exhibirse airosos y mostrar una fortaleza sofística de dominio frente a sus seguidores.

Son ellos dos, quienes construyeron un liderazgo visual, abrazando causas de defensa hipotética de los intereses del pueblo, con una ferocidad terrible.





La patria, el general San Martín, los Granaderos, la bandera nacional, y los símbolos de soberanía fueron el objeto de un juego de mercaderes con una profanación de su sentido tan espectacular como mañosa.

Se los pudo ver a ambos abriendo fuego sobre todos los íconos del desencanto popular, sobre aquellos que jamás nadie defendería y sobre cualquier leña de los árboles caídos.

La defensa de los intereses nacionales, puesta como un cartel en la proa de su avance, fue siempre el abrigo de transacciones y de erogaciones mayúsculas sin ningún otro sentido que no fuese el del propio bolsillo, encaminadas todas ellas, cada vez más, a hipotecar futuro y a “ganar” presente.

Dijeron combatir la calamidad y el vicio del pasado, haciéndolo desde un pedestal de moralidad pública cuyas reglas básicas se impartieron desde un discurso conmovedor y muy enojoso, que fue dicho siempre en muy alta voz, o a los gritos. Nos hemos olvidado de eso

Lograron allí, la rara mezcla de ser, a la vez, víctimas de fantasmas potenciales y verdugos amenazantes en un mismo día, enarbolando en modo permanente un catálogo de graves peligros y acechanzas que eran justamente los reclamos perversos de unas “minorías deshonestas y antinacionales” en cuya demonización trabajaron de sol a sol.

Hacia todos ellos dirigieron sus advertencias y diseñaron parejamente “grupos populares de acción directa” para producir el amedrentamiento sobre cualquier grupo empresario que saliese un milímetro de las reglas de ese juego decretado. Nos hemos olvidado.

Debemos esperar que el derrumbe sobrevenga por propia inercia.
Acaso nunca por la crítica opositora desde su débil estructura… o por los escapes que se animan a ensayar quienes esquivan la mordaza de la prensa.

Quizá les llegará el descalabro por una trágica contaminación interna y también por la descomposición natural de cualquiera de las vías de desarrollo económico social, devenida de la parálisis estructural doméstica y del aislamiento internacional, que son justamente los escenarios artesanales que repujaron sus propios designios.



Les brota ahora mismo, algo así como un tumor interno de oposición a sí mismos, bien sea por el resquebrajamiento de su propia cohesión o bien sea por la extinción forzada de los recursos dinerarios artificiales de uso discrecional que fatalmente están siendo llevados, por ellos mismos, al límite de su colapso.

Con su cara de mármol… ella se animó el domingo a condenar en forma enérgica la discrecionalidad… y apuntó a los empresarios.

Condenó la discrecionalidad, casi como un pirata del asfalto que condena el transporte terrestre de mercancías de gran valor

La “paradoja del espejo” es un fenómeno raro parecido a una especie de “neoplasia política” en cuyo crecimiento, la diseminación de células malignas es una función directa de la trilogía de su práctica política cotidiana : La postergación, la improvisación y la simulación.

Ya transitaron ambos el sueño de los oropeles y el boato conyugal.

Un sueño inimaginable. La página siguiente de las ambiciones del aventureros que se han embarcado en ese mar sin costas ni rumbos de bitácora. Inspirados en un espejo que refleja sus rostros bordeados en laurel de fantasía y en la ovación temerosa de los marineros que todavía no quisieron o no pudieron tirarse al agua.

La desunión nacional, ha sido un mérito especial de este singular matrimonio de trovadores de la inquina, que ensayan hoy su laúd de pacificación… sin que se les caigan hasta los parietales a pedazos.

Lic Gustavo A. Bunse gabunse@yahoo.com.ar

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