lunes, 3 de mayo de 2010

CORRUPCIÓN Y PODER




Con este título Elena Valero Narvaez nos

entrega sus reflexiones:



“La libertad cuyos beneficios procura asegurar la Constitución no es la política exclusivamente, sino la libertad de todo género, tanto la civil como la religiosa, tanto la económica, (…) pues de otro modo no la prometería a todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”



-J.B.Alberdi



La denuncia del ex embajador en Caracas, Eduardo Sadous, sobre empresarios que pagaron comisiones a funcionarios del Ministerio de Planificación para facilitar los negocios con el chavismo, es otra de las imputaciones que muestra un grado de corrupción intolerable.



La ética institucional, en la Argentina, se ha escondido en un ropero con llave.



Los derechos de las personas frente al poder se han debilitado, en extremo, mostrando la magnitud del problema, como lo expone, acabadamente, la persecución a la prensa, políticos y periodistas.



La arbitrariedad, humillación, y corrupción, son armas que los funcionarios del gobierno utilizan a diario para obtener decisiones acordes a sus intereses.



El grupo kirchnerista, al tornarse cada vez más autoritario, está disminuyendo, peligrosamente, los grados de eticidad a la vez que aumenta la corrupción tornándola masiva y perdurable o sea, estructural.



Generalmente criticamos los actos de corrupción de los funcionarios y amigos del poder pero no pensamos en cambiar el sistema que ha convertido a la Argentina en un país deplorable, donde la ética institucional se ha debilitado, profundamente.



La corrupción está íntimamente ligada al poder, por lo cual, cuanto más autoritario es, más alto es su nivel.



Todo sistema en que el estado avanza sobre los derechos civiles e individuales, estatiza, interviene, adopta fórmulas corporativas, abandonando los principios de la Constitución de 1853, provoca elevados porcentajes de corrupción.



Los políticos se siguen equivocando cuando escudan la libertad política pero propician el estatismo y el dirigismo económico, olvidando la corrupción que existía cuando los ferrocarriles, las líneas marítimas, los puertos, los teléfonos, e innumerables empresas eran del estado.



Para que la mafia y la corrupción den marcha atrás hay que pensar en instaurar un sistema donde no solamente se respeten los derechos individuales sino que, como manda la Constitución, el Congreso no vote leyes que vayan en contra de ellos.



El Estado es el poder más coactivo.



Es por ello que necesita ser observado por otros poderes y una institucionalidad que movilice estrictos controles sobre él.



El estado de derecho, la Constitución, el federalismo, la economía de mercado. aumenta los grados de control sobre el gobierno.



El régimen “Kirchner” nos está regresando, con paso acelerado, a un régimen donde el corporativismo le quitó lugar a los partidos, ocupando su lugar en la lucha política.



Estamos manejados por los utópicos deseos del matrimonio y por sindicalistas o empresarios, que compiten por sus favores, como lo explicita, el citado ex embajador.



Si la justicia, la oposición, y la sociedad, en su conjunto, permiten acabar con los controles institucionalizados no podremos denunciar los actos de corrupción y el progreso de la estructura política, que poco a poco íbamos adquiriendo desde 1983, cuando todos los argentinos preferimos la paz y la democracia, se irá diluyendo.



Nos pareceremos cada vez más a Venezuela.



Necesitamos políticos opuestos a la tentación populista que pretende recibir solo aplausos y luchen contra el autoritarismo reinante encolumnando, con calidad de gobernantes, a la sociedad civil.



Podrán así, consensuadamente, tomar las decisiones difíciles que exige la República para mejorar la política y la economía.



Es auspicioso que los partidos radical y peronista están, poco a poco, renovando el pensamiento, dejando de lado las ideas nacionalistas, populistas y estatistas de antaño.



Se están ubicando en el contexto mundial creando lazos de amistad y cooperación con los países democráticos, olvidando, incluso, los latiguillos populistas en contra de EEUU.



Están aceptando las políticas que llevan adelante los países del primer mundo.



El ensayo de los Kirchner por regresar a un estadio anterior, con un estado enorme, corrupto, e ineficiente, no puede durar demasiado: por ese camino estamos consiguiendo que el mundo no nos mire, atraso tecnológico y comercial, como también menores posibilidades de empleo y educación.



No debemos tener dudas al promover la democracia, la discusión de ideas, el ataque a la pobreza, respeto por los derechos humanos de todos los argentinos, y la paz, como lo hacen todos los países avanzados del mundo.



Esto se logra yendo por el camino que fortalece a la sociedad civil y los controles democráticos al estado, cuyo centro es el gobierno nacional.



De esta forma la política será mucho más transparente y la corrupción recibirá un tratamiento de reducción adecuado.



Al Congreso, con ayuda de la Corte, le cabe demoler el avance del gobierno kirchnerista sobre las libertades individuales y suprimir los controles y regulaciones que traban la propiedad privada si quieren desmantelar el sistema que permite la asociación ilícita de funcionarios.



Éstos, aprovechan los elevados cargos que ocupan, para lucrar en su propio beneficio porque, el sistema autoritario y dirigista elegido, les permite saltar impunemente sobre las normas.

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