sábado, 19 de marzo de 2011

COSECHARÁS TU SIEMBRA


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Por Susana Merlo (*)

Igual que en el mandato bíblico, los productores se aprestan a recolectar ahora la parte más importante de la cosecha: los granos gruesos, especialmente el maíz y la soja. De ese ingreso dependerá buena parte de su evolución en los próximos meses, pero también para el Gobierno la situación es crucial y, aunque por todos los medios se va a intentar que, a los fines proselitistas, la recolección se ubique en emblemático número “100”, se estima que los millones de toneladas a cosechar van a estar bastante alejados de esa cifra.

El hecho, no es más que el resultado de una siembra que comenzó acotada por la falta de entusiasmo, que siguió luego muy afectada por la seca y los fuertes calores que ya en diciembre eran insoportables, y que luego continuó con alteraciones extremas y terriblemente irregular hasta ahora. No puede sorprender, entonces, que los rindes no sean récord, ni se acerquen a los del año pasado.

Sin embargo, los muy buenos precios que venían exhibiendo los granos podían “ocultar” la menor performance, y eso era igual de válido para los productores como para el Gobierno. Mientras los ingresos fueran estables o incluso crecientes, el resto (rindes, producción global, volumen exportable, etc.) pasaba a segundo término.

Sin embargo, una serie de acontecimientos inesperados, los llamados “cisnes negros”, vino a convulsionar el tablero. Por un lado, comenzó el conflicto en Egipto, que luego escaló rápidamente a una serie de países petroleros disparando, entre otras cosas, el precio del fluido y alterando la ecuación de las commodities.

Los costos de producción y transporte aumentaban de la mano del combustible, mientras los fondos especulativos comenzaban a “enfriar” el romance con los fondos agrícolas.

Ese fue el primer escalón bajista del mercado internacional, y las luces de alerta se prendieron.
Inesperadamente, el caos en Japón ahora está completando el ciclo, y provocando una caída adicional en las Bolsas de mundo.

Las inversiones crujen, y los granos no son una excepción.

Para compensar, aunque sea en parte, la demoledora sequía en China sigue disparando volúmenes de compra de granos inesperados hace pocos meses atrás.

El balance, igual que el pronóstico, es de todos modos sensiblemente más flojo que al comenzar el año, y nadie puede asegurar que ya se haya tocado el piso. En todo caso, las expectativas se van tornando más cautas.

A esto, que afecta al mercado internacional, naturalmente hay que sumarle los problemas internos, prácticamente todos bajistas. Desde el mantenimiento de la estructura de la ONCCA (aunque con otro nombre y conformación, pero con iguales funciones), hasta la irregularidad que sigue subsistiendo en los mercados y que no alienta, justamente, a las inversiones. Desde el “recorte” de las importaciones, con fuerte impacto en muchos insumos del campo (agroquímicos, fertilizantes, semillas, etc.), hasta la maquinaria agrícola, y no sólo la de gran porte que es básicamente toda importada, sino también las medianas o chicas que dependen de muchas piezas importadas, y que no sólo no tienen posibilidad de sustituir a las “compradas afuera” sino que, directamente, tampoco pueden con su propia producción de no contar con una importación fluida de ciertos insumos.

Así las cosas, las luces del tablero de alarma comienzan a parpadear. En el caso de los productores, porque se puede complicar aún más la comercialización de la cosecha, incluso hasta de la soja, y porque los precios que parecían buscar los récord de 2008 cuando la oleaginosa superó (en junio) los U$S 600 por tonelada, en Chicago, ahora aparecen mucho más acotados, habiendo caído ya por debajo de los U$S 500. En todo caso, habrá que comenzar con los ajustes de presupuesto ya que en el otro platillo de la balanza los costos internos, inflación mediante, se dispararon.

Y para el Gobierno, el efecto negativo es doble ya que, por un lado le cabe lo mismo que a la producción en cuanto a los menores ingresos esperados, tanto para la balanza de exportaciones como para los ingresos fiscales por las jugosas retenciones que cobra a la exportación de granos; pero además, por el efecto político que pueden llegar a tener nuevas caídas en las cotizaciones justo antes de octubre.

Es que si hasta ahora el “interior” había estado tranquilo por los buenos ingresos (aunque los volúmenes de producción no estén siendo tan destacados), a partir de aquí los tantos se pueden complicar si la tendencia bajista no se revierte. El gobierno sabe que el “límite” puede ser, con los costos de hoy, una soja de U$S 300-320 la tonelada, y ese nivel está alarmantemente cerca. De hecho, si bien estos días la cotización internacional de la soja rondaba los U$S 490 la tonelada en el mercado estadounidense, localmente la oleaginosa apenas superaba los U$S 322.

Para colmo de males, la recolección que acaba de comenzar con los girasoles y maíces, termina recién en mayo-junio con el “yuyo”, y esa fecha ya está demasiado encima de las elecciones, a apenas 4 meses, lo que no deja prácticamente, margen para correcciones o para una negociación, sobre todo, si los números están demasiado ajustados.

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de la Ingeniera Agrónoma Susana Merlo por gentileza de su autora y Campo 2.0.

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