lunes, 14 de marzo de 2011

CRISTINA NO SE PRESENTARÁ


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No se presentará



“Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos,

nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.

Estamos tocando el fondo, estamos tocando el fondo”.

Gabriel Celaya



En estos días, en muchas reuniones sociales y políticas a las que he asistido, se me ha preguntado por qué he dicho en varias notas que la señora Cristina Fernández vda. de Kirchner no se presentará a la reelección. El Gobierno y hasta periodistas de la talla de Joaquín Morales Solá sostienen lo contrario; es más, el oficialismo y sus adláteres idealistas y transversales han salido a vendernos que “ya ganó”.



La triunfo del FpV en Catamarca el domingo, aunque haya sido aliado a los sectores tradicionales del PJ y contra un gobernador radical que había abusado de la paciencia de sus comprovincianos y que pretendía perpetuarse, dará aires triunfalistas al entorno presidencial, pero no cambia en nada mi pronóstico.



En la medida en que sigo afirmándolo, veamos cómo he llegado a esa conclusión. Los caminos son varios: políticos, económicos, matemáticos y, también, crematísticos.



La primera razón tiene que ver estrictamente con los números. Recordemos que, en 2009, de Narváez y Solá se enfrentaron al poderosísimo y contadas veces vencido aparato justicialista de la Provincia de Buenos Aires. Todos pudimos comprobar que, a pesar del importante fraude cometido por algunos intendentes en sus feudos del Conurbano, esos “nadie” le ganaron a Kirchner, q.e.p.d., y a todos sus candidatos “testimoniales”: Scioli, varios ministros, artistas conocidos y muchos barones (¡qué caro les costó a algunos!).



Si bien la cantidad de medios de todo tipo de los que dispone puede permitir al Gobierno comprar casi cualquier cosa (ver, por ejemplo, este video http://tinyurl.com/4we7xul), y los tiempos electorales se prestan para ello, no creo que puedan modificar en un ápice la realidad.



La única explicación posible, entonces, para que esos números derrotados hubieran mejorado tanto como para darle a doña Cristina el triunfo en primera vuelta, resultaría de la pérdida del enorme lastre que conllevaba la presencia y la jefatura de su marido muerto, y este resultaría así el verdadero culpable del fracaso en las últimas legislativas. Frente al reciente movimiento para endiosar su figura, ¡qué contradicción!.



Pero hay más. Don Néstor, q.e.p.d., llegó a esa malhadada elección en compañía de lo más granado del peronismo prebendario, y alcanzó los números finales con el arrastre territorial de los barones; sus representantes luchaban a brazo partido por colgarse, cual racimos, de las boletas que suponían invencibles.



Hoy, sin embargo, su viuda está haciendo todo lo posible para destruir esa base de sustentación, vía listas colectoras, aún cuando el engendro le cueste a los entonces aliados de su marido gobernaciones o intendencias. Éstos, supervivientes eternos y aguerridos, no sólo no estarán enrolados en el ejército cristinista sino que, por instinto, deberán luchar para impedirlo.



En una palabra: doña Cristina llegaría a octubre apoyada sólo en La Cámpora, en el Frente Transversal, en las organizaciones sociales de izquierda y, sobre todo, en la recua de ex jóvenes idealistas devenidos en marcenarios buscadores de un áureo futuro personal y de sus hijos, compulsivos buscadores de cajas que sustenten la compra de campos, de autos y motos lujosas y hasta de relojes ostentosos.



La identificación de este nuevo “cristinismo” con lo que ellos dicen que fue el “camporismo” fue objeto de una profunda vivisección por Claudio Chaves (puede verse en http://tinyurl.com/4enxhnr), y por Jorge Raventos, en su habitual editorial semanal del sábado 12. No fue gratuita la elección del 11 de marzo para el acto mediante el cual la nueva Tendencia quiso obtener el sí de doña Cristina a su candidatura, en Huracán.



Que en ese evento haya sido conspicua la ausencia de dirigentes gremiales y de políticos territoriales de peso no hace más que ratificar el aislamiento de quienes tanto temen quedar a la intemperie si la viuda de Kirchner se retira.



Pero, ¿alcanza con ese núcleo duro conformado por la izquierda retrógrada y por los nuevos adoradores del sol kirchnerista para ganar una elección? ¿Permite alcanzar el mágico 40% de los votos? Sé que no.



Hay otra vertiente en la cual abreva mi convencimiento acerca de la abstención final de la Presidente en octubre de 2011. Es, a mi criterio, la más importante.



Ya nadie, medianamente bien informado, duda acerca de cuál será el acervo hereditario que este fracasado “modelo de acumulación e inclusión con matriz productiva diversificada”, inaugurado por don Néstor, q.e.p.d., en los ya lejanos días de mayo de 2003, dejará en manos del sucesor de doña Cristina, aún si fuera ella misma.



El gasto público desbocado, la inflación que comienza a espiralizarse, la evaporación de los superávits gemelos, el saqueo al Banco Central y a la Anses, el festival de subsidios insostenible, el atraso en el tipo de cambio, la fuga de capitales, la falta de inversión, los descontroles en los planes sociales, la crisis energética, la imperiosa necesidad de continuar importando combustibles cada vez más caros, la capacidad industrial saturada, el impulso insustentable al consumo, el inusual poder otorgado a Moyano, la aguda pendiente hacia la “mexicanización” del país, la genocida corrupción, el desfasaje inédito de los precios internos de la energía, son hechos y no opiniones, más allá de la cerrada negativa del oficialismo a reconocerlos como tales.



El tema de la inflación es, de todos esos, el más complicado, pues puede estallarle en las manos antes de octubre, dependiendo sólo de la voluntad de Moyano y sus compinches. Habrá que esperar el resultado de las paritarias para descubrir cuánto será lo que los muchachos pidan de aumento para obligar a la viuda de “él” a llamar a algún juez de pasado prostibulario y ganas de jubilarse y ordenarle frenar las causas que tanto les preocupan.



De doña Cristina se puede pensar y decir casi todo, pero nadie debe comprarla por tonta. La señora es sumamente viva, en la acepción que tal calificativo tiene entre nosotros, y sabe perfectamente qué puede esperar de un siguiente período presidencial.



El aislamiento internacional de la Argentina, agudizado en estos días por las payasadas encomendadas al hijo de Jacobo frente al avión norteamericano y por las barreras de Moreno a las importaciones provenientes de nuestros principales mercados compradores, no contribuirá seguramente a la solución de las pendencias que mantenemos con el Club de Paris y con el FMI y, con ello, seguiremos teniendo restringido el acceso a las fuentes voluntarias de crédito. Ya hemos visto cómo nos fue cuando don Néstor, q.e.p.d., organizó la “contracumbre” de Mar del Plata para humillar a Bush y, a través suyo, a la institución presidencial de los Estados Unidos.



Entonces, si quien ocupe el sillón de Rivadavia a partir del 10 de diciembre de 2011 va a tener necesariamente que enfrentar ese cúmulo de minas activas, ¿qué razón la llevaría a desear ser ella misma quien lo hiciera?



Si tuviera vocación, a esta hora, a lo sumo, debería estar pensando en que, en la medida en que desactivar toda esa parafernalia le significará a su sucesor un costo político enorme, mejor sería preservarse para el futuro e intentar volver en 2015 encaramada a la imagen que su propio gobierno habrá dejado. Algo así como “¿vieron que no era tan mala?” o “¿vieron como ellos eran peores?”. Nuestra historia está llena de situaciones semejantes, en las que el sucesor tuvo que pagar la cuenta de la fiesta de su antecesor y dejar en ese proceso jirones de popularidad y aceptación popular, que terminaron por negarle el futuro.



Por otra parte, la señora Presidente sabe que, el mismo día 10 de diciembre de 2011, cuando debería reasumir el poder, comenzaría a sufrir el síndrome de “pato rengo”, ya que no tendría la posibilidad de acceder a otro período. Conociendo a su entorno, cabe imaginar la cantidad de luchas internas que se desatarían ese mismo día.,



He dejado para el final la razón más firme para mi convencimiento acerca de la negativa última de doña Cristina a presentarse a la reelección: la inseguridad. Es la principal preocupación de la ciudadanía y en este caso, como en tantos otros, el oficialismo se encuentra en un brete de hierro: se congracia con las clases medias, imponiendo simplemente el cumplimiento de la ley vigente, o continúa su romance con la izquierda cerril, comandada por Nilda Garré y Horacio Verbizky, que impiden al Estado ejercer el poder de policía. Dado que, con certeza, el Gobierno optará por este último camino, faltarán muchos más votos a la hora del escrutinio. Como dije, Cristina también sabe esto.



Ahora, si tengo razón y la señora de Kirchner se abstiene, aparecen muchos interrogantes para los que no tengo respuesta: los reciclados “jóvenes idealistas” de la billetera y los piqueteros K, ¿aceptarán pacíficamente una derrota, sabiendo que los espera un largo peregrinaje por Comodoro Py? ¿Qué estarán dispuestos a hacer para evitarlo?



Desde otro ángulo, si doña Cristina no, ¿quién será el candidato de ese engendro llamado Frente para la Victoria?; porque, pese a lo que cabía esperar, no cambió ese rimbombante nombre después de morder el polvo en junio de 2009. ¿Será Scioli? Es difícil, porque los del núcleo duro no confían en él, que huele demasiado a peronismo tradicional y que es capaz hasta de hablar con los líderes del PJ Federal.



Si no es Scioli, ¿quién? Porque, reconozcámoslo, el “modelo de inclusión” no tiene otro candidato posible. ¿Alguien está dispuesto a dar alguna chance nacional a Randazzo, a de Vido, a Boudou, a Tomada, a Filmus, a Rossi, a Picheto, al “Chino” Navarro, a Pérsico, a De Elía, a Gioja, a Alperovich, a Urtubey, a Zanini o a cualquier otro?



Pero los que están en la vereda de enfrente, esos que juntan –es un decir- al 70% que no votaría a doña Cristina “ni ebrio ni dormido”, como diría el otro Moreno, deben ponerse las pilas, y hacerlo lo más rápido posible.



Ayer, el radicalismo aprendió, con sangre, la lección en Catamarca. Sólo, nadie puede. No me refiero a vencer al FpV, sino a gobernar la Argentina que se viene. Esa que tendrá todos los problemas que los ocho años y medio de kirchnerismo dejará como herencia.



Para mantener firme el timón en medio de ese huracán que se avecina, se necesitará una base propia de legisladores que ningún partido, per se, podría reunir. De allí que las alianzas se vuelvan imprescindibles y, tal vez, si exigimos grandeza a todos los opositores, podamos conseguir que en la Argentina haya dos grandes nucleamientos, de centro-izquierda y de centro-derecha, convirtiéndonos en un país civilizado.



De aquí a octubre sabremos, todos, si es demasiado pedir.



Bs.As., 14 Mar 11
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado

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