miércoles, 23 de marzo de 2011

SARMIENTO: LABERINTO DE AMOR


Laberinto amoroso

por Daniel Gattás*

En su primer exilio en Chile, Sarmiento tuvo una hija que fue bautizada con el nombre de Ana Faustina. Muy poco se sabe de la madre de la niña, sólo que se llamaba María Jesús del Canto, y que había conocido a Sarmiento en Pocura (Chile) cuando él tenía tan sólo 20 años y era su maestro. No se casaron, pero Sarmiento asumió su responsabilidad y reconoció a la niña, para luego enviarla a San Juan a vivir junto a su madre, doña Paula Albarracín. Ana Faustina se casaría con Julio Belín, de cuyo matrimonio nacieron Augusto y María Luisa Belín Sarmiento.

En su segundo exilio en Chile, se casó con Benita Martinez Pastoriza, de la alta sociedad chilena y viuda de Domingo Castro y Calvo, adoptando como propio al único hijo del matrimonio llamado Domingo Fidel, “Dominguito”. Algunos sostienen que en realidad era hijo legítimo de Sarmiento, y que fue el resultado de la relación que mantenía con Benita antes de que falleciera su esposo. Esta dama chilena era una mujer de gran inteligencia y muy bonita, pero excesivamente celosa; sus celos eran prácticamente una enfermedad, pero hay que reconocer que tenían fundamento por la atribulada vida amorosa de su esposo. Mientras duró el matrimonio, Sarmiento enviaba cartas tanto a su esposa como a su nueva amada Aurelia Vélez Sársfield (hija de Dalmacio, autor del Código Civil), a quien había conocido de niña y volvió a ver después de muchos años.

Aurelia también era casada, ya que en su juventud había huido de la casa paterna con su primo Pedro Ortiz Vélez con quien contrajo enlace. Extrañamente, luego de ocho meses de casados, Pedro Ortiz se presentó en el domicilio de su suegro junto a su mujer para efectivizar la “devolución”; en un manto de misterio, desde esa misma noche Aurelia se quedó para siempre a vivir en la casa de su padre, suprimiendo su apellido de casada. Quiso la mala fortuna que una de las cartas de amor de Sarmiento destinada a Aurelia cayera en manos de “Dominguito”, que se la mostró a su madre Benita, la cual irrumpió en un ataque de ira. El propio “Dominguito” partió a San Juan en misión pacificadora con el objetivo de reunir a sus padres, pero la relación estaba deteriorada y no había posibilidad de volver atrás.

Acordaron la separación después de 14 años de matrimonio; ahora Benita accedía gustosa, pues también engañaba a Sarmiento con otro hombre del cual estaba embarazada.

El laberinto erótico de Sarmiento también incluyó a su maestra de inglés, Ida Wickershamm, 30 años menor que él; aquella misma que se animaba a pedirle: “¿No puedes dejar la presidencia para venir a pasear conmigo por el lago Michigan?”.

Ante las catarata de críticas que recibía por sus deslices amorosos, Sarmiento no se amilanaba, y les respondía con ironía “¿qué pasa con mis obras literarias, por qué no fijarse en mis obras de gobierno: el Banco Nacional, la Escuela Naval y la Academia de Ciencias de Córdoba? Contra los carroñeros y los idiotas no se puede ser complaciente. La historia no lo será. Ella los juzgará, porque mis desdenes amorosos son como arena entre manos. Se meten en mis sábanas porque es la forma más eficaz de destruir la honra de un hombre”.

Ya mayor, Sarmiento partió al Paraguay en busca de un clima más cálido para paliar sus crónicos problemas pulmonares; un jardín con naranjos, palmeras y muchos pájaros rodeaban la casita de madera en la que pasó sus últimos días. Siguió escribiendo algunos artículos periodísticos para solventar sus gastos, pues estaba tan pobre como cuando era un niño; desde allí le escribió a Aurelia: “Venga al Paraguay y juntemos nuestros desencantos para ver sonriendo pasar la vida”. Aurelia partió al Paraguay, pero no alcanzó a verlo con vida, ya que en la madrugada del 11 de septiembre de 1888, el sanjuanino vio el último amanecer. Unos meses antes, su amigo José Muñiz le había regalado una parcela en el cementerio de La Recoleta; Sarmiento la aceptó de muy buen grado; era lógico, la misma estaba cerca de la tumba de “Dominguito”.


*Autor del libro "Presidentes Argentinos"

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