martes, 15 de marzo de 2011

SOMETIMIENTO


CULTURA DE SOMETIMIENTO


El Nacional Socialismo que estamos sufriendo bajo el eufemismo de “progresismo” es una perfecta máquina de aniquilación de los derechos y de las libertades individuales, de destrucción de riqueza, de esterilización de la capacidad productiva de los ciudadanos y de perpetuación de un empobrecimiento generalizado que privilegia la voraz y desquiciada ambición de poder del psicópata de turno y sus afanípteros aláteres. Cuba y Venezuela son, en Latinoamérica, la más contundente evidencia, pero no los únicos en deslizarse hacia ese nivel de decadencia.

Erradiquemos de Argentina este peligro recordando la sabia recomendación de Sarmiento: “Hay que educar al Soberano” pues el Soberano es el pueblo, la suma de ciudadanos libres aportando sus capacidades creativas e interactuando con sus semejantes de manera espontánea, responsable, pacífica y en armoniosa cooperación productiva, que solo delegan limitadas tareas y poderes a quienes -a cambio de un sueldo- le otorgan transitorio mandato para que actúen como administradores de tan solo algunos aspectos del funcionamiento del Estado.

La esencia de nuestra incultura cívica radica en la recurrente tendencia por ser “gobernados” (esto es, regidos, comandados, conducidos, dirigidos), renunciando a nuestras individuales potencialidades, aceptando que nuestros destinos queden en manos de autoritarios y déspotas, psicópatas enajenados que se arrogan y adueñan del poder absoluto como bien propio y se perpetúan en la desquiciada condición de “conductores” hasta que finalmente, al estilo de aquel famoso flautista de Hamelin, terminan llevando a los claudicantes pueblos al derrumbe, la catástrofe, la miseria, el fracaso, al enfrentamiento entre hermanos y la destrucción de sus capacidades productivas y riquezas.

Y, mal que nos pese, seguimos aceptando -sin reaccionar- estar en manos de los peores.

Ing. Roberto Fernández Blanco

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