domingo, 3 de julio de 2011

PRIMARIAS


¿Sin primarias obligatorias?
El último favor opositor

Sectores opuestos al Gobierno impulsan suspender “por única vez”
las internas de agosto. El camino de CFK, despejado. Los riesgos.

por Alfredo Leuco

La oposición está corriendo un serio riesgo a estas horas. Puede perder la última esperanza que le queda de evitar que Cristina Fernández logre su reelección con comodidad y en primera vuelta. Me refiero al instrumento legal conocido como PASO, las primarias abiertas simultáneas y obligatorias que están convocadas para el 14 de agosto. A cuarenta días de esos comicios hay dos peligros sobre estas internas.

Primero, la nula información que ofrece el Gobierno nacional al respecto. Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde (quienes en las encuestas aparecen detrás de Cristina, aunque muy lejos) denunciaron que el objetivo del silencio es dejar esos comicios en manos de los aparatos, apostar a la baja participación de los ciudadanos independientes y aprovechar la maquinaria del Estado para movilizar su propia fuerza, para que el lunes 15 los diarios puedan titular con un triunfo de Cristina por un amplio porcentaje que consolide el operativo “Cristina ya ganó”.

La otra acechanza es más grave todavía, porque se trata directamente de la no realización de esa compulsa que en la práctica funcionará como una gigantesca encuesta nacional que permitirá saber con precisión inédita el nombre y apellido del opositor que saque más votos. Tanto el hijo del ex presidente radical como el ex presidente peronista aspiran a que el 23 de octubre muchos ciudadanos, que no quieren que Cristina sea reelecta, recalculen su voto para darle utilidad y transformarlo en un castigo para el oficialismo.

¿De dónde surge la posibilidad de que no se realicen las PASO? El dato más certero lo aporta el partido opositor GEN, de Margarita Stolbizer. Ellos siempre se opusieron a esa norma y ya presentaron un proyecto de ley en Diputados, firmado por Gerardo Milman, cuyo único objetivo es “suspender por esta única vez la Ley 26.571”, sólo en las categorías a presidente y vice de la Nación, porque “su naturaleza y propósito se han desvirtuado completamente y su realización carece de sentido, atento que todas las agrupaciones políticas presentarán candidatos únicos”. Dos referentes que son pilares del Frente Amplio Progresista manifestaron a PERFIL su negativa a acompañar esa iniciativa que “es funcional a un sector del Gobierno que tampoco quiere que se hagan esas internas abiertas”. ¿Cuáles son los motivos para que Margarita y Milman, dos diputados honestos y valiosos, claramente opositores, hayan dejado esa pelota picando frente al arco para que el kirchnerismo patee si lo considera necesario? Milman negó que tenga que ver con el temor del GEN y varios partidos chicos de no llegar al piso del 1,5% del padrón que se necesita obtener el 14 de agosto para poder participar en las elecciones del 23 de octubre. Ellos apuestan a la estrategia de no polarizar la elección. Al revés de lo que opinan Alfonsín y Duhalde, en el GEN creen que la mejor forma de evitar el triunfo de Cristina es que muchas fórmulas le saquen porcentajes por derecha y por izquierda al Frente para la Victoria y no le permitan llegar al 40% en la primera vuelta.

Nada está decidido por ahora ni en el FpV ni entre el progresismo que impulsa el binomio Binner-Morandini. En ambos sectores hay debates sobre la conveniencia de evitar las primarias. El tema es que si la orden viene desde la Presidenta, los legisladores K se alinearán de inmediato y, si a ellos se suman los votos del GEN y otras agrupaciones de menor envergadura, podría salir por ley la postergación de la ley de la que estamos hablando, como siempre con la ya irónica cantinela de “por única vez”.

Si no hay internas abiertas, la avenida que conduce a Cristina y Amado hacia el triunfo quedaría casi totalmente despejada. Pero la solidez de los números de Cristina son infrecuentes desde 1983. En forma espontánea, el 40% de los argentinos responde que la votaría a ella en las encuestas que no son contratadas por el Gobierno. La discusión entre los consultores es cuánto de ese 40% es un voto duro o consolidado, es decir que no cambiaría su decisión por ningún motivo. Hay, sobre todo, un electorado de grandes centros urbanos y de fuerte presencia en el mundo productivo del campo que tiene serias dudas: por un lado, disfrutan del crecimiento económico, y por el otro, tienen varias facturas para pasarle al Gobierno por su autoritarismo y corrupción.

¿Qué hará esa gente que ronda el 10%? ¿Dirá que el consumo vigoroso es “gracias” a Cristina y la votará, o dirá que es “a pesar” de ella y elegirá a un opositor? ¿Ganará el cambio o el temor a cambiar?

Es interesante registrar cómo la Presidenta impuso con facilidad y un costo político mínimo sus condiciones en todos los espacios de poder. Se sometieron con resignación a su caja voluminosa o a su espectacular intención de voto. Hubo algunos que levantaron sus voces tibiamente y en 48 horas volvieron al silencio. El que calla otorga y cree que, al huir, sirve para otra guerra. Pero no es así con la lógica kirchnerista. El caudillo sabe que el que claudica una vez puede claudicar siempre.

Por el personalismo y el maltrato a la hora de tomar decisiones con su propia gente, se puede afirmar que si Cristina gana con comodidad o por paliza en la primera vuelta eso le otorgará un cheque en blanco para “radicalizar el populismo”, como prometió Roberto Feletti, el primer candidato a diputado nacional y lugarteniente de Amado Boudou. En líneas generales, eso se podría traducir en una mayor injerencia del Estado en la actividad privada, una apuesta a mantener caliente el consumo popular y la aplicación en toda su extensión de la Ley de Medios, con el objetivo de controlar al periodismo más independiente para que no pueda controlar la transparencia oficial. No quieren padecer más escándalos apellidados Jaime o Schoklender, que ahora salpica a Bonafini a través de su hija. A propósito, ya hay dos nombres que suenan fuertes como posibles reemplazantes de Gabriel Mariotto en la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual: Manuel Baladrón y Damián Loretti. El diputado pampeano, de origen menemista igual que su mentor, Rubén Marín, fue un defensor todoterreno de la batalla mediática y sería moneda de cambio porque Cristina intervino en las listas que había armado el candidato a gobernador Carlos Verna. Y Loretti, abogado y ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, está entre los prestigiosos académicos que más aportaron intelectual y políticamente a la confección y aprobación de la norma.

No hay comentarios: