domingo, 27 de noviembre de 2011
EL CULEBRÓN
Es el nombre que dan en España a lo que nosotros llamamos teleteatros o telenovelas, aunque en el caso argentino podría tratarse también de un “reality show” o tal vez de una comedia dramática de múltiples enredos.
El argumento, que ya vivimos en los 70, se centra en una rica viuda “doliente” que maneja una gran empresa (el país) y, mientras se pinta las uñas y ensaya diferentes mohines frente al espejo recordando a su difunto y admirado esposo, se debate en interminables tribulaciones del tipo “ser o no-ser”, ya que los cortesanos, como en toda la historia de la humanidad, luchan a brazo partido para obtener los favores de la doña, que no su corazón, y compartir o adueñarse del poder.
La enlutada viuda, protagonista de la serie, no termina de decidirse entre el candidato joven y alegre o el más añoso y “seguro”. Las escenas, por demás repetidas -por momentos melodramáticas, otras pasionales-, importan los consabidos e interminables parlamentos a los subordinados e incluyen -lloriqueo va sonrisita viene-, a personajes de todos los rangos socio-económcios, desnudando la cruda realidad de la “casa” (el país) y el ominoso futuro, en caso de que la mujer poderosa sufra algún percance.
Los presuntos “amigos” de la viuda (crédito interno y externo), entretanto, se mantienen expectantes, atentos a sus pasos y próximos a dar el salto, en caso de que hubiera alguna herencia por cobrar o bien mueble o inmueble que reclamar.
A los habitantes de la hacienda (el pueblo del país) se los intenta mantener en la ignorancia de lo que realmente sucede y, en caso de que alguno descubra el secreto de la viuda (sus monumentales engaños), se lo soborna o se lo castiga, a fin de doblegarlo por la plata o por la fuerza. Lo importante es que los chismes sobre la crisis doméstica no trasciendan.
En este culebrón, que tiene proyectados apasionantes capítulos que se irán develando durante los próximos cuatro años en todos los televisores del país (sean plasmas o no), intervendrán también los familiares directos de la viuda: su hijo (el director y guionista), su hija y su cuñada (coprotagonistas) y un nutrido elenco de “estrellas del séptimo arte”, que nos dejarán boquiabiertos y extenuados con sus brillantes actuaciones.
El insospechado final, que quedará abierto para los sucesores de la indiscutida protagonista de la tira, y que nadie se anima a adelantar, será la “bomba” que hará de esta telenovela la más recordada en la historia de los culebrones nacionales
Advertencia: los personajes y las situaciones descriptos en este texto están tomados de la realidad y no son producto de ficción alguna.
© Raquel E. Consigli y Horacio Martínez Paz
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