domingo, 27 de noviembre de 2011
¡QUÉ ALIVIO! NO FUE EL ESPÍRITU SANTO
“Soy lo más grande que hay,
Ni de sabios ni de viejos acepto consejos,
Mi único rival es el espejo”. (“Me amo” El cuarteto de Nos)
Por Malú Kikuchi (27/11/11)
Jueves 24/11/11, la presidente Cristina Fernández, reinaugurando un hangar remozado, después de haber sido usado por varias empresas con anterioridad, dijo: “Este señor que está ahí sentado, se llama Mariano Recalde y no lo nombró el Espíritu Santo, lo nombró esta presidenta”.
¡Que alivio para creyentes y no creyentes! Para los primeros por una cuestión de fe en la sabiduría, que es lo que representa dentro de la Trinidad cristiana el Espíritu Santo; y para los no creyentes, porque ha de ser embromado pensar que se está en manos de espíritus y no de gobernantes.
¡Qué alivio! Ahora ya no hay posibilidad de equivocarse, la presidente es responsable de todos y cada uno de los nombramientos, atinados o no, que acaecen en Argentina. Guillermo Moreno es responsabilidad de Cristina. El mentiroso y delirante comportamiento del INDEC, es responsabilidad de Cristina.
La inflación real, la que se siente día a día en los bolsillos, es responsabilidad de Cristina. La inseguridad, “esa sensación” que ahora ha puesto de moda el asesinato de niños (Candela, Tomás, Gastón…), es responsabilidad de Cristina.
A la presidente, que es madre, le han de doler mucho estas muertes, pero su política permisiva y seudo garantista, basada en las teorías de Zaffaroni, posibilitan que la delincuencia de todo tipo se incremente. Como es también su responsabilidad, el aumento de la droga en el país.
Si la gendarmería está disponible para custodiar edificios, barrios o lo que se le ocurra a la ministra Garré, nombrada por Cristina, en vez de custodiar nuestras fronteras, en particular con Bolivia y Paraguay, Argentina se está convirtiendo en el paraíso de los cárteles narcos, muchos de los cuales ya se han establecido en el país. Generosa con los hermanos latinoamericanos, las políticas de Cristina han permitido que narcos mejicanos y colombianos, avancen dentro del territorio nacional.
Nada de esto es a propósito, pero es. La inseguridad y la droga no son políticas buscadas por la presidente, pero sus políticas las hacen posibles. En el resto, su responsabilidad es directa, programada y desgraciadamente, exitosa.
Es responsabilidad de Cristina la resolución 125 y el escándalo gratuito de Papel Prensa por una inexplicable pelea con el grupo Clarín (desde el 2003 hasta el 2007 fueron ¡tan amigos! Sin el entusiasta apoyo del grupo, Kirchner no hubiera sido Kirchner). Hay que sumar el ensañamiento con 2 jóvenes, que al dolor de ser huérfanos de padres biológicos, se les adicionó una persecución humillante, por ser hijos adoptivos de Ernestina de Noble.
Es responsabilidad de Cristina que el país tenga un canciller que se luce haciendo papelones internacionales, en Ezeiza, ante las cámaras, alicate en mano, abriendo personalmente el candado de una valija del gobierno de los EEUU, cuando ese vuelo, los pasajeros y las pertenencias, habían sido permitidas por ese mismo canciller cuando era embajador ante EEUU.
Alguna vez, entonces quizás sí con la ayuda del Espíritu Santo, Argentina tuvo cancilleres como Luis María Drago (1903, 2°presidencia de Roca), cuya doctrina sobre el cobro de deudas a los países deudores, por parte de los acreedores, no podían recuperarse usando la fuerza; o Carlos Saavedra Lamas, premio Nóbel de la Paz (1936, guerra del Chaco, presidencia del Gral. Justo). A Héctor Timerman, lo nombró Cristina.
Es responsabilidad de Cristina el mal manejo de Marcó del Pont en el Banco Central; las pérdidas de Aerolíneas Argentinas; el descontrol en el manejo de los millonarios fondos entregados a la Fundación Madres de Plaza de Mayo, mientras que por inventar controles excesivos en la compra venta de dólares, generó de la nada un mercado negro, que ahora se llama azul.
Es responsabilidad de Cristina el haber apoyado en demasía, no es su justa y necesaria medida a los sindicalistas, tanto a Moyano, como a Cirielli y a López Tamayo, y ahora es responsabilidad de Cristina tratar de frenarlos sin que se desmadren. ¿Podrá? Es responsabilidad de Cristina el no poder circular por culpa de las diarias protestas callejeras, que fueron permitidas bajo la consigna de “no hay que judicializar la protesta”, y ahora es su responsabilidad liberar calles y rutas. Quiere, ¿podrá?
Sin que nadie lo pidiera, ni los que lo necesitan, ni los que no lo necesitan, se subsidió urbi et orbe. Injusto festival de subsidios populistas, cuando las cajas estaban repletas. Ya no lo están. El mundo es otro, Argentina también. Es responsabilidad de Cristina des subsidiar (perdón por el neologismo). Es bueno, debe ser así, siempre teniendo en cuenta a los que deben ser subsidiados. ¿Tiene idea de cómo se va a implementar la medida, o como todo lo demás, será a prueba y error? Es su responsabilidad.
Todavía no reasumió, faltan 13 días, y no tiene a quien echarle la culpa de “la pesada herencia recibida”. Fue ella, es ella, será ella. Más allá de conjugar el verbo ser, todo gira alrededor de Cristina. Desde 1983, vuelta la democracia, nadie tuvo tanto poder en sus manos como Cristina. Ni siquiera Kirchner. Todos los excesos son malos, aunque estén avalados “por el voto popular”.
Esta presidente no va a tener un congreso que pueda ponerle límites. La oposición es una atomizada entelequia. Y el poder judicial en su mayoría, está al servicio del ejecutivo. De la república queda sólo el nombre. Cristina depende de Cristina. El autocontrol es el más difícil de los controles, sobre todo cuando se está rodeado de obsecuentes.
Cristina tiene la posibilidad de hacer una buena presidencia y entrar en la historia con este segundo mandato. Pero después de la aclaración de que todo depende de ella, hecha por ella, dejando de lado al Espíritu Santo, para que no queden dudas sobre su omnipotencia, crece el temor de que va a dejar pasar la oportunidad de ser una gran presidente. Una pena que sufrirán 40 millones de argentinos.
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