La vida del ser humano es de lucha permanente contra las dificultades, que lo acompañarán durante todos los días de su existencia. Esto se repite en todos los países, ricos o pobres. La diferencia entre ambos es que en los países pobres, la población tiene las dificultades diarias adicionales que hacen a su vida y supervivencia, terminando indignada con su impotencia. En Argentina, país que ha sido empobrecido, las necesidades básicas de la población han adquirido un rol preponderante, lo que determina que el mensaje político del Gobierno esté dominado por la urgencia. Ese mensaje propone soluciones teñidas de demagogia electoral, es contrario al sentido común, y vocifera contra enemigos imaginarios. No resuelve el problema de la pobreza y además, impide implementar las soluciones de fondo que necesita la sociedad. Terminar con la inmoralidad de la pobreza, depende del volumen de las inversiones que puedan realizar los sectores productivos y de servicios, que hoy son insuficientes y aseguran un futuro de estancamiento. La inflación desatada por el Gobierno, el control de precios, la corrupción y la presión impositiva, descapitalizan a la empresa privada argentina y le impiden invertir. Solo con fuertes inversiones privadas, se puede superar la pobreza.
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@ fibertel. com.ar
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