La nacionalización de la campaña porteña expuso una tras otra todas las deudas que los políticos tienen con la política.
Según Ernest Renan, la Nación es un plebiscito cotidiano. Si mal no se interpreta el sentido que su autor pretendió darle a esta definición es en primer lugar, que nada asegura la permanencia de la nación; y en segundo lugar, que cada acción diaria de cada uno de los ciudadanos integrantes de esa nación implica un voto a favor o en contra de su continuidad. Según Renan la idea de nación se trata más de “la forma en que un grupo de personas conforma su identidad y se distingue del resto por haber vivido una historia común, tiempos felices y trágicos, y por querer vivir más cosas de ese modo, unidos.”
En este año electoral en donde se define no sólo la responsabilidad de la conducción política en las provincias y en la nación, a pocos años -sólo tres- del segundo Centenario de la Nación Argentina; aparece un elemento subyacente por el accionar de la dirigencia política. Y es que gran parte de los argentinos están examinando en las bodas de plata de la democracia argentina, su efectividad. Esto puede ser tomado como paradójico dado que el gobierno del presidente Kirchner es el que más hincapié hace en juzgar la dictadura militar. Otro indicador sugestivo es que en ese “examinar” las bondades de la democracia, se pone en balanzas distintas los derechos a las obligaciones; el fiel indica que para los argentinos hoy resultan más gravitantes sus derechos, que sus deberes. Indudablemente si la idea del presidente Kirchner fue la de la adhesión por contraste, es decir, defenestrar la dictadura para así revalorizar la democracia, algo no anduvo bien. No porque alguien extrañe a aquellos terribles años, sino por las deudas que los veinticinco años de democracia vienen dejando. Deudas que no comenzaron en 1983. Deudas que venían marcando la decadencia de la Argentina y que en estos veinticinco años de democracia, no se supo o no se quiso revertir. El punto más crítico fue el año 2002, en el cual en poco tiempo quedó al desnudo una tras otra, toda esa deuda acumulada. Muchas de ellas para ser pagadas, necesitan del Estado. Pero el Estado aparece reducido en su accionar a la mínima reacción; saqueado la mayoría de las veces por ciudadanos “vip” integrantes de distintas corporaciones.
La nacionalización de la campaña a intendente de Capital Federal, al igual que el 2002 para la política, puso al desnudo y sobre el tapete una tras otras todas las deudas que los políticos tienen para con la política, y por ende para con la democracia. En una nación que contemple instituciones fuertes, entre ellas partidos políticos consolidados; no se “hecha a suerte y verdad” su destino nacional, discutiendo en un mismo plano de igualdad sobre baches, basura, y tránsito; y en el mismo combo “cómo querer y protagonizar las grandes cosas, pero, unidos”. (Esto último es una adaptación de quien firma este análisis a la realidad argentina del 2007 de la definición de Renan de 1882). No es la intención de este análisis minimizar la elección del electorado porteño; sí la de mostrar en él la pobreza de la política nacional dado que como recién se dijo, no se pueden mezclar los intereses de una intendencia con los de una nación; y mucho menos que de ese resultado se replantee, encamine, o definan fórmulas y estrategias para ganar el gobierno nacional.
La pobreza política aludida queda evidenciada no solo por mezclar intereses locales con nacionales, sino por tratar de tapar la verdadera ausencia: la de un auténtico proyecto nacional, tanto del oficialismo como de la oposición. A este primer desafío, lo secunda otro, el de discutir si es posible y de que manera comenzar a reconstruir el Estado que se necesita para saldar las deudas acumuladas. Este interrogante lleva a otro, cual es el de saber si es posible conducirlo eficazmente de manera democrática, republicana y plural. La oposición, que quedaría con un referente natural, si como todo indica gana la segunda vuelta el 24 de junio Mauricio Macri; sólo atina a pensar en proponerse un pacto de no agresión en cambio de buscar un pacto de coincidencias. O bien como Gerardo Morales, que a cuatro días de ser elegido compañero de fórmula de Roberto Lavagna, vaticina para los comicios de octubre, que “el gobierno aparece claramente como ganador”. Como dice Jorge Asís”la oposición depende de Macri, como Boca de Riquelme”.. Y el oficialismo pone como proyecto el “será un pingüino a una pinguina”, se supone que éste último calificativo es en alusión a quien nació en Buenos Aires, vivió y actuó políticamente en representación de Santa Cruz hasta que hace dos años atrás se convirtió en la senadora que más votos sacó para representar a la provincia de Buenos Aires… O, ha amortiguar el impacto de una derrota el próximo 24 con un cambio de Gabinete.
Hoy no solo la pobreza argentina se expresa en no conmemorar el día de la bandera el 20 de junio priorizando minivacaciones. O en los chicos wichí del Impenetrable que comen ensalada de tierra, con pasto y algún granito de azúcar para “engañar” el estómago, porque alguien se quedó con su comida… Hoy la pobreza en Argentina se manifiesta en una Nación que se desvanece.
El ciudadano
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