sábado, 16 de junio de 2007

CIVILIZACIÓN Y BARBARIE

No sabíamos que título ponerle a esta breve nota, pero casualmente recordando el Facundo de Sarmiento, escrito hace más de ciento cincuenta años, nos pareció apropiado la disyuntiva que el genial maestro empleó para referirse a lo civilizado de la gente de la metrópoli y la inculta gente del interior.
No nos referimos a la disyuntiva planteada por Sarmiento, que obviamente ya ha desaparecido, pero nos pareció apropiado utilizar esas palabras para aplicar en una sucinta comparación de los dos candidatos, totalmente diferentes, que pugnan por ser el futuro Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. El candidato oficialista, Daniel Filmus y el candidato por el PRO, Mauricio Macri.
A pocas horas de conocido el triunfo de Macri, el gobierno y particularmente Kirchner, mostraron su desazón y profunda frustración por la categórica y aplastante derrota, mediante diferentes formas de ensuciar, enlodar, y calumniar al candidato triunfante. Apenas conocido el escrutinio provisorio Filmus se sacó la careta que hasta ese momento llevaba y comenzó a descalificar agresiva y arteramente a su adversario político. Fue como una instantánea mutación de su personalidad.
El oficialismo evidenció, a partir de ese momento, toda su mala entraña buscando descalificar al ganador apelando a todo artilugio posible, sin tener en cuenta que se trataba de una competencia de características democráticas y no un duelo entre acérrimos enemigos.
De ahí el título de esta nota. Por un lado la discreción, la mesura, la educación, el buen trato, los proyectos para la ciudad, las proposiciones, la mirada prospectiva para el futuro y la claridad de las exposiciones sobre sus ideas. Una nueva forma de hacer política, realizada por un nuevo político.
Un político que no perteneció al clamor popular del “que se vayan todos” de hace unos años atrás. Una nueva figura política.
Por el otro, la descalificación, el agravio, las malas artes, informaciones falsas y tergiversaciones de la realidad, verdaderas mentiras, ataques personales y todo tipo de bajezas inimaginables. Una verdadera guerra sucia. Todo de acuerdo a los conocidos procedimientos utilizados tan frecuentemente por Kirchner.
Pero esta metodología empleada por el oficialismo no duró demasiado. Solo unos pocos días, porque los asesores y encuestadores oficiales alertaron que los procedimientos empleados lo único que lograban, era aumentar, apuntalar y cimentar aún más al candidato del PRO, que manteniendo la línea de conducta civilizada que había empleado a lo largo de toda la campaña proselitista, nunca respondió los agravios y solo se limitó a comentar sobre sus propios proyectos.
Pero esta competencia tiene otro ingrediente, que también responde a la clásica metodología del “Presidente de Todos los Argentinos” ¿¿¿???.
Es publico y notorio que Kirchner y su gobierno han intervenido de una manera u otra en todos los procesos eleccionarios efectuadas durante su mandato en el país.
Ello constituye una flagrante violación del art. 122 de la Constitución Nacional, que prohíbe que el Gobierno Federal intervenga en la elección de las autoridades de las provincias.
Dicha intervención está igualmente prohibida por el art. 6º de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Realmente Kirchner no aprendió de su sucesión de derrotas cada vez más frecuentes.
En el 2003, de la misma manera que lo hace ahora, apoyó al impresentable Ibarra para su reelección para el cargo de Jefe de gobierno de Bs.As. Hasta que Kirchner salió en su apoyo, el porcentaje de las encuestas lo mostraban ampliamente superado por su adversario político, precisamente Mauricio Macri. Pero con la intervención de Kirchner, se manipuló la voluntad de los porteños y se impuso Ibarra.
Y también así le fue. Nunca la ciudad estuvo tan sucia, triste, y en un estado de dejadez y abandono pocas veces visto y con un altísimo índice de inseguridad. Los baches-cráteres, la mugre y basura de la mañana a la noche, insalubres centros de salud, escuelas con paredes que se caen y techos que se desploman fueron sus principales características. Y terminó como tenía que terminar. Fue echado de su puesto dejando detrás de si a 196 muertos a causa de su inoperancia e incompetencia.
Una conocida senadora peronista expresó que "El Presidente, que es el Presidente de todos los argentinos, no puede utilizar el atril, menos el de la Casa de Gobierno, que es la casa de todos los argentinos, para hacer campaña política por un candidato", También agregó: "Me atrevo a decir que es una inmoralidad hacer ese tipo de cosas y lo está haciendo en forma permanente".
Kirchner calificó a Filmus como el candidato "de la dignidad y del nuevo país".
Pero en realidad Filmus representa la vieja política y es un ejemplo de indignidad, un muñeco manejado por Kirchner. Es el populismo malsano y demagógico de Kirchner. Es el pasado que no permite cerrar las heridas. Es de los que menosprecian el intelecto de los votantes, al utilizar el mismo discurso político, que precisamente los porteños habían rechazado en las elecciones, al decir que se habían equivocado al votar.
Filmus representa al que permanentemente transgrede las leyes y la Constitución, el que no se anima a dar la cara públicamente ante los periodistas, el que desprecia y menosprecia las instituciones, el que se siente por sobre el resto de los ciudadanos, el que hecha mano a cualquier procedimiento con tal de retener el poder utilizando a todos los medios a su alcance, aunque estén reñidos con toda norma democrática conocida.
Filmus representa el pasado, representa a Kirchner y a la vieja política que los argentinos buscamos desterrar.
De ahí el título de este artículo: “Civilización y barbarie”. Separemos de una vez por todas y en forma definitiva, la barbarie de nuestra forma de hacer política. Votemos por la civilización.

Dr. Alfredo Raúl Weinstabl

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