miércoles, 20 de junio de 2007

SILENCIO COMPLICE

Ma. del Valle Alvarez Gelves

Periodista



Los medios de comunicación social, en particular los medios gráficos, resultan ser una fuente inagotable de información. A través de sus páginas resumen aquellos acontecimientos que, con el devenir de los años, se van convirtiendo en importantes fuentes históricas. Los testimonios de distintas épocas quedan inmortalizados en cientos de columnas al alcance de quien quiera conocer, descubrir o interpretar los hechos que impactaron o conmovieron a la sociedad con la precisión indeleble de días y horas.

En la Argentina actual comenzaron a aparecer algunas opiniones periodísticas que reivindican la necesidad de proponer un juicio objetivo sobre lo que ocurrió en la década del 70. Subyace en las noticias que se publican en los medios el deseo de afrontar un análisis crítico que reconozca que los terroristas de los ´60 y de los ´70 no eran jóvenes idealistas.

Por tal motivo resulta elocuente evocar - por su dramatismo y connotaciones posteriores - un episodio que ocurrió hace 37 años cuando, el 29 de Mayo de 1970, los medios de comunicación social del país interrumpían sus programas habituales para dar cuenta de una noticia que conmovió al país. Era el secuestro de un ex Presidente de la Nación que culminaría con el ejercicio de la “justicia revolucionaria” contra el Tnte. Gral. Pedro Eugenio Aramburu. Fernando Abal Medina disparaba entonces su “pistola 9 mm al pecho y luego dos tiros de gracia, con el mismo arma y otro con una 45 mm” . Con el Operativo Pindapoy en marcha, nacía Montoneros.

Si bien las actividades terroristas venían azotando al país desde la década del ´60 el “cordobazo” marcaba un punto de inflexión en la historia nacional; este infausto acontecimiento marcó el desencadenamiento de la guerra revolucionaria en Argentina y con ella los asesinatos, secuestros, cárceles del pueblo, ataques indiscriminados a fábricas, empresas, cuarteles, comisarías, establecimientos educativos, iglesias, medios de comunicación y todos aquellos blancos a través de los cuales pudiera imprimirse el sello del terror en la sociedad.

La Argentina comenzó a padecer entonces una guerra civil. Los folletos de propaganda que lanzaban organizaciones como ERP y Montoneros así lo manifestaban. El 9 de febrero de 1971 los Montoneros, en una carta dirigida a Perón, insistían en que “tenemos clara una doctrina... y una estrategia: el único camino posible para que el pueblo tome el poder e instaure el socialismo nacional es la guerra revolucionaria total... el método a seguir es la guerra de guerrillas urbana y rural “

Los ajusticiamientos que estas organizaciones decretaban contra sus propios camaradas estaban a la orden del día. En 1976, el Consejo Nacional de Montoneros llevaba a cabo un “juicio revolucionario” a una de sus más altas autoridades. La revista “Evita Montonera”, en el número de febrero-marzo de 1976, publicaba una declaración de culpabilidad contra Roberto Quieto acusándolo de los “delitos de deserción en operación y delación “. Por tales cargos, continúa, Quieto fue condenado a “las penas de degradación y muerte” según consta en el “Código de Justicia Penal Revolucionario” .

En este contexto impuesto por la violencia subversiva de las armas, la sociedad civil comienza a manejar un lenguaje propio de los cuarteles; camaradas ajusticiados por delitos de traición, confesión, insubordinació n, deserción, para cuyos cargos correspondían las penas de degradación, confinamiento, destierro, prisión y fusilamientos.

Su táctica bélica era desestabilizar a la Nación para instalar un estado socialista. Un parte de guerra fechado en Ciudad Eva Perón (La Plata) el 19 de Septiembre de 1976 dice “en el día de la fecha, EL pelotón Gringo Di Notto de la sección de combate Arturo Lewiner del Ejército Montonero procedió a hostigar la Sub Comisaría de Ringuelt, utilizando armamento de fabricación montonera... este nuevo triunfo del Ejército Montonero demuestra que la clase obrera y el pueblo seguirán golpeando sin tregua a los enemigos de nuestra patria multiplicando su accionar hasta derrotarlos totalmente y construir la Patria Socialista”

Para conseguir los objetivos propuestos no titubearon en asesinar a militares, niños, mujeres, civiles y empresarios. Así lo atestiguan las 105 bajas del Ejército, los 19 de Marina, los 10 de Fuerza Aérea, los 9 de Gendarmería, los 119 de la Policía Federal, los 141 de la Policía de la Pcia. de Bs.As, los 5 políticos, los 54 empresarios, los 24 gremialistas, los 3 diplomáticos, las 24 víctimas de atentados públicos, los 11 subversivos arrepentidos, los 3 niños, entre otros.

Por eso, recordar las palabras de Perón luego del fracasado ataque del ERP contra el C-10 de Azul en enero de 1974, es un buen comienzo para hacer justicia con las 687 personas, registradas por nombre y apellido, que fueron asesinadas por el terrorismo entre 1966-1976. En su discurso afirmaba que “nuestro Ejército, como el resto de las FFAA, que han demostrado su acatamiento a la Constitución y a la ley en provecho de una institucionalizació n, no merecen sino el agradecimiento del pueblo argentino” para agregar más adelante “el aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que anhelamos una patria justa, libre y soberana”

Décadas después, este “terrorismo criminal”, encumbrado en las esferas del poder , logró convencer a la opinión pública con estratagemas políticas, tergiversació n y falseamiento de la historia. Integrantes de la ex agrupación universitaria “Tendencia”, cancilleres que actuaron con el apodo de “Comandante Ignacio” en las filas de Montoneros o diplomáticos que asesinaron a marinos en La Plata y ejecutaron esas ordenes bajo el seudónimo de “soldado Emilio “, son los voceros de esta historia parcializada. La sociedad argentina estuvo expuesta a padecer el accionar terrorista de entonces con la actual complicidad de quienes, ex profeso, quieren ocultar la verdad de la historia.

Mientras se sigan falseando los hechos, ocultando información, silenciando el reclamo de quienes murieron en manos del “terrorismo criminal”, la Argentina nunca logrará esa convivencia pacífica tan necesaria para lograr la madurez social.-

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