Cuando una persona de entendimiento claro se vincula con otra que adolezca de esta virtud, respecto de un asunto en análisis, se encuentra frente a la mayor perplejidad.
Comprender la esencia de las cosas y ver la realidad en su justa y precisa dimensión, impide concebir el estrabismo intelectual de quien ignora estos principios elementales.
Debe ser muy difícil compartir los días de gobierno con el matrimonio Kirchner. Principalmente con Néstor.
Se adivina en él un amor propio tan desmesurado, con tanto deseo de singularizarse en todo, que termina por colocarse siempre lejos de lo que piensan los demás, como una forma habitual de contradicción con el sentido común.
¡Cuántas reputaciones se destruyen a sí mismas por miserable vanidad!
En los días posteriores a las elecciones en la ciudad de Buenos Aires, estamos asistiendo al tartamudeo espasmódico del diminuto grupúsculo que maneja el gobierno, -capitaneado por el “sumo” santacruceño- , que parece caminar a tientas por una habitación oscura. Habitación en la que se han metido deliberadamente, esquivando con una tozudez inconcebible un camino normal y mucho más fácil de transitar. El que hubiera estado constituido por un replanteo serio acerca de qué es lo que están haciendo y adonde van.
La realidad cruel de esta derrota que seguramente será confirmada en pocos días más, no ha logrado todavía desengañarlos. No hay pues más remedio que cruzarse de brazos y sufrir estoicamente los vientos huracanados de sus absurdos desplantes políticos.
Para Kirchner, nada ha ocurrido, -según parece-, que no deba ser reparado por los mismos métodos fracasados.
Solamente se le han escapado algunos animales del corral, barrunta. La puerta se abrió y el motivo de que haya sucedido, es para él nada más que consecuencia de una mera “equivocación” y la impericia de quienes debieron haberla cerrado bien y no lo hicieron.
Los que aún están adentro, siguen conformes. Les gusta la comida y el alojamiento, presume; y por lo tanto, el remedio consistirá en cazar a los que consiguieron escapar con un rifle con mira telescópica y eliminarlos de cualquier manera.
No vaya a ser que su mal ejemplo cunda.
Mientras tanto, no habrá asunto más importante que seguir adoctrinando a los que aún permanecen en el corral, para que no se les ocurra la misma idea ni por pienso, y aparezcan pastando por allí, -lejos de la puerta con cerrojo que, por ahora, los mantiene presos-, sumándose al mal ejemplo de los descarriados.
Todavía hay dinero en caja. Algo puede hacerse con él.
Por si los militares comienzan a rezongar, démosle algunos pesos para que se distraigan y se peleen entre ellos por la división de esos mendrugos. Tirémosle algo también a los jubilados, anunciando futuras e improbables mejoras. Mandémoslo a De Vido a que improvise ante las cámaras de TV alguna de sus disertaciones inentendibles sobre los problemas de abastecimiento energético.
¿Qué los números ya no cierran? ¿Qué los fabricantes comienzan a importar porque no encuentran mano de obra calificada, ni se les asegura energía segura para sus máquinas? ¿Qué a Cristina no la digiere nadie que no tenga la posibilidad de “hacerse” con algún subsidio?
No importa. Hay que mantener el corral cerrado. Que los animales que están adentro conjeturen que los que se fueron ignoran cuán inhóspito es el campo raso, y sufran los escopetazos propinados desde el PODER.
¡Cuán ingratos son! ¡Cómo es que no han comprendido los beneficios de ampararse al calor del TRONO REAL!
Alguna vez dijimos que el problema de los Kirchner es que son elementales en sus elucubraciones y de muy escasas luces. Solamente el coro de adulones interesados en resguardarse bajo la sombrilla “revolucionaria” santacruceña (léase sindicalistas corruptos, políticos secundarios oportunistas como ellos, industriales prebendarios, comerciantes inescrupulosos y alguna buena parte de ciudadanos haraganes) continúan firmes junto al líder “desprolijo” que no se limpia los zapatos (Kirchner dixit sobre él mismo), mientras al parecer es reprendido por Madame Botox .
Mientras tanto, (y esto forma parte de esta fábula, cuyo antecedente podría ser la famosa “Rebelión en la granja”), el hundimiento de esta parábola de la sinrazón está en las puertas de su aparición pública, desde donde nos atisba de manera cruel desde hace rato.
Ya hemos comenzado a vivir los ecos del desgaste producido por los ojos puestos en la nuca de los protagonistas, que provocarán los siguientes tropiezos muy pronto.
Es posible que no puedan siquiera sacarse los botines después de haber jugado el partido.
Ni llegar a las duchas.
CARLOS BERRO MADERO
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