Con un abrumador triunfo del PRO, el partido de Mauricio Macri, se impuso por 22% de votos a Daniel Filmus, el candidato oficialista. El resultado ratifica la votación de los ciudadanos de Buenos Aires en la primera vuelta y la mayoría de las encuestas en que se daba por triunfador a Macri por amplio margen.
Este triunfo tiene un doble valor: por un lado el simple hecho de haber ganado en una compulsa absolutamente transparente y ordenada y por la otra, que se halla logrado enfrentando todo el aparato político montado por el gobierno y el descarado apoyo presidencial vulnerando claramente prohibiciones específicamente aclaradas en nuestra Constitución.
Hay infinidad de lecturas sobre este triunfo de la oposición en la gestión del gobierno de Kirchner caracterizada por una especie de autismo y “absolutismo democrático” (si se nos permite esta definición intrínsecamente contradictoria) , sin límites, sin oposición organizada, de exagerada demagogia y con abundantes fondos disponibles de uso absolutamente discrecional.
Por razones de brevedad de la nota no analizaremos las interpretaciones más generalizadas sobre esta contundente victoria.
Esta victoria no constituye la confrontación de dos ideologías como Kirchner intento hacer creer, ni siquiera de dos partidos de contenidos y objetivos diferentes, sino de dos estilos totalmente opuestos.
Este avasallador triunfo muestra claramente que los porteños expresaron un profundo repudio y rechazo a la forma de realizar la política por parte del oficialismo. Es el nacimiento de una nueva forma de realizar la política y es un golpe mortal (esperamos definitivo) para la vieja política, de la cual Kirchner es un fiel representante. Es una apuesta al cambio. Es la concreción del comienzo del famoso “que se vayan todos” del año 2001.
Desde el advenimiento del actual período democrático Kirchner no solo fue un fiel representante de la década del 90, sino que utilizó la política de la peor manera tanto en su forma, como en su esencia y contenido.
El resultado de esta elección muestra a las claras que los arteros procedimientos gubernamentales que no respetan leyes, ni la Constitución, las instituciones y que estaban signados por la chabacanería, la mala educación y la falta de respeto por las más elementales normas de convivencia en una sociedad, ya no son consentidos por la ciudadanía..
Kirchner encarnaba todo lo que un político no debe ser. Por eso su marioneta fue sancionada con una contundente y espectacular derrota. Derrota que tiene un valor agregado: los que aplicaron la sanción son los ciudadanos de mayor nivel educativo y cultural del país.
Por su lado el triunfo del PRO representa el diálogo, la transparencia, la convivencia entre personas que piensan diferente, una visión al futuro y no al pasado que nos divide, sin resentimientos, sin agravios. Es evidente que soplan aires diferentes.
Prevaleció la racionalidad y el sentido común.
Por bien del futuro de nuestra Patria, esperemos que el ejemplo que ha dado la Capital Federal y también Tierra del Fuego, sirva de ejemplo y cunda en las próximas elecciones por todo el resto del país.
Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL
alfredo@weinstabl. com.ar
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