martes, 26 de junio de 2007

ENTRENAMIENTO PARA LA HUIDA

EL ENTRENAMIENTO PARA LA HUIDA
(Por el Lic Gustavo Adolfo Bunse) (26/6/2007)



En cuatro años de gobierno el Presidente ha sido un violador serial de la Constitución Nacional. Ha superado los cuatro años, así que el artículo 90 también lo violó.

En materia energética nos llevó a todos hasta el medio del océano y ahora que descubre que se le termina el combustible, con su mejor cara de inocencia dice que lo que ocurrió fue que él trajo el barco a gran velocidad.


Cuando se planten los motores y se apaguen todas las luces, se supone que él nos espera a todos para que le expresemos nuestro agradecimiento.
Es inaudito.

Tal parece que, por primera vez en la historia, aunque sea para enviarle un mensaje claro a toda la dirigencia política, habría que ir previendo un calabozo

Las claves del final catastrófico que ha de tener este Gobierno se pueden encontrar en muchos de los libros de Albert Camus.

Kirchner tiene una especie de ejercicio secreto, en el que se entrena :

No hace aerobismo, ni juega al golf, ni tampoco practica natación.

Lo que hace, quizás de noche, es ejercitarse en huir hacia adelante.
Esa es su práctica cotidiana diseñada para no morir políticamente cuando amanezca al día siguiente.

Hace eso.

Toma un papel y una birome y traza unas líneas para diagramar, con cierto infantilismo, los mejores modos de correr el horizonte hacia un lugar bien alejado de esto que ve como la presente y cruda realidad.

Huir hacia delante, consiste en buscar una salida que evite una confrontación inmediata, pero - en cuya postergación - uno se encamina a un peligro mucho más grave o a un escenario sin ningún control.



Huir hacia delante es creer que se gana tiempo con la adquisición de un riesgo inevitable a mayor plazo, cuyas consecuencias serán mil veces peores que asumir la coyuntura obligada por la responsabilidad.

Es cambiar la prioridad muy dificultosa de “hoy”, por un enorme precipicio insondable de “mañana”.


Es escaparse del fuego enemigo, corriendo en modo ciego justamente hacia sus filas para entrar, concientemente, en cualquiera de sus emboscadas.

Es negar una responsabilidad evidente, tapando con mentiras una explosión inminente y comprando una explosión futura que, se sabe, resultará inexorable.

Una gimnasia sospechosa, desesperada y típicamente aventurera.
Huir por el pronto, tratando de esquivar el conflicto sobre la hora próxima e improvisar un camino de emergencia sin saber a que lugar lleva… o acaso sabiendo muy bien… que no lleva a ningún sitio.

Quien huye hacia adelante, lo hace habitualmente en algún estado de desesperación, muchas veces obnubilado, confundido, tomado por sorpresa o transido de miedo.

Si el que huye hacia adelante dirige un país, hay que prever una celda para él.

Albert Camus define algunas huídas hacia delante que él asigna como práctica habitual exclusiva de los totalitarios.

Estos sujetos, confían en que su escape hacia el “no sé donde”, los envíe hacia un futuro de escenarios cuya realidad ellos mismos han de poder modificar, precisamente con el uso del poder discrecional del que disponen a su antojo.

Moverse por un camino ilegal, hacia un lugar ilegal para luego cohonestar su felonía y convertirla en legal.
Cambiar la ley “pro témpore”. Así de simple.






Es una huída hacia adelante que le ofrece al totalitario otras alternativas de comodidad en las que el sujeto puede cambiar las condiciones adversas de cualquiera de los caminos prohibidos.


Y el propio marco jurídico que lo lleva a la encerrona y que lo obliga a producir de golpe un viraje , es el que, un día , él mismo proclama extinguido.

Así pavimenta el nuevo, dinamita los obstáculos e inventa de su propia “ley”.

Funciona bien en los primeros pasos, por cuanto al fulminarse una institución que obliga a “lo bueno”, nace un hueco que no tiene límites para “lo malo” y que puede redefinir lo bueno con el antojo de un decreto.

Sabe bien que, cualquier camino de los que puede elegir en su corset ideológico, lo ha de encaminar hacia una trampa que es inexorable.

Su trapisonda consiste en construir desvíos, extensiones artificiales y complementos que hagan interminable el recorrido de cualquier proceso.

El diestro “huidor hacia delante” domina esa práctica con la pericia de un organillero y apoyando su ejercicio en la aplicación de correctivos transitorios, escurre su vicio cambiando el remedio por el calmante, la funcionalidad por el parche y el plan por la ortopedia.

Sus únicas herramientas para eso son la postergación la improvisación y la simulación.

Prefiere desconocer su propio futuro aunque lo intuya en grave peligro por lo que no vacila en aliarse con quien viola la ley… con la secreta esperanza de volver a cumplirla una vez que pueda controlarlo todo .

Por eso coopta piqueteros y los incorpora a sus filas, pacta con protestatarios y les convalida cualquier delito de cortes de calles, compra la paz sindical a cualquier precio y la paga con fondos reservados.
No tiene la menor noción de lo que conllevan todas esas inmoralidades y prefiere ignorar su costo a corto plazo.

El corto plazo será legítimo… por cuanto él hará una ley a su medida.



Huye hacia adelante y aunque sospecha que se dirige a un destino mucho peor, confiando también, de modo torpe y temerario, en que las condiciones de apoyo popular serán las encargadas de evitarle que se desbarranque cuando llegue la hora de no tener más margen.

Su hábito especulativo de la hipoteca progresiva en la que se mete, lo obliga a mentir en modo alevoso… a cada instante.
Sin dudas : hay que prepararles un calabozo

Elige, para tal fin, el impacto que ocurrirá en el gran número de gente que pueda quedar debiéndole algún agradecimiento o en el pequeño número que pueda dañarse a fondo, sin que tenga que temer el costo político.

Huye hacia adelante barriendo bajo la alfombra, pateando hacia otro día, comprándole cualquier tiempo al minutero, prometiendo para más tarde, jugando a dos puntas, sirviendo la comida cruda y quemando las naves del enemigo… y no las propias.

Todos, en el elenco de Gobierno, saben huir hacia adelante, negando la inseguridad pública para luego cambiar la mentira por un “acto de grandeza” que consiste en la estrepitosa palinodia teatral de reconocer el error.

Y lo más grave es que se ufanan en privado de sacar ventaja política de esas trapacerías. Hay que ir previendo una celda.

Albert Camus les daría un embudo para que miren por el agujero y apostaría a que jamás pondrían el ojo en el pico.

Huyen hacia adelante dando todos los días a difusión índices nuevos que mejoran micrométricamente los del pasado reciente.
Y que salen de una estadística ortopédica del propio presidente.
Son aventureros de la ortopedia institucional. Gimnastas de la huída

Pero las instituciones ortopédicas no dan oxígeno para más que un par de aventuras. Lo dejan al aventurero que siga dando todas las curvas subiéndose a los “pianitos”… hasta que fatalmente se cruza de costado con algún destello de la realidad.

Y ahí… se lleva puesto el paisaje de la República

Lic Gustavo A. Bunse gabunse@yahoo.com.a

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