Por Gabriela Pousa
EL APOGEO DE LA VIEJA POLITICA: LA MATRIZ K
Mucho puede especularse de los hechos acontecidos en la semana. Sin duda alguna, la valija de los 800 mil dólares fue la protagonista. Más allá de las investigaciones pertinentes, de los intentos por explicar lo inexplicable, etc.; hay una pregunta básica a realizarse: ¿Qué significa esa valija? La respuesta es sencilla: la valija junto a las diferentes denuncias de corrupción que emergen sin que, lamentablemente, se llegue a desentrañar la trama verdadera que hay detrás de aquellas, es una radiografía cabal del kirchnerismo. El apogeo de la vieja política. El Gobierno como negocio. La ausencia absoluta de interés público y la primacía siniestra del interés particular de unos pocos que, una vez en el poder, se erigieron a sí mismos dueños del Estado.
Todo lo demás es artilugio judicial, entramado novelesco, y argumento de folletín barato. Detenerse a analizar si hay una mujer fatal en los hechos, si la Primera Dama se indignó por ello es asumir que realmente la Argentina tiene el Gobierno que se merece. Estas letanías paralizan. Hay que ver lo sucedido con ojos más analíticos y detenerse en el entrelineado. Si se apuntan los cañones contra un solo funcionario de seudo-segundo rango como Claudio Uberti (que sin embargo manejaba 900 millones del erario público) y se deja de lado al Ministerio al que pertenecía y la relación de esa cartera con Balcarce 50, el caso de la valija terminará siendo un escándalo más que engrose la macabra lista de corrupción en la Argentina con algunos “perejiles” entregados a modo de muestra de una “transparencia” que no es tal. No debiera interesar que el Presidente una vez acontecidos los hechos salga a declarar, tampoco es relevante que haya demorado 48 ó 72 horas en hacerlo. No se trata de explicar la corrupción, se trata de desterrarla la más posible de la faz de la administració n nacional. Sólo eso. Y ni Néstor Kirchner ni sus ancestros lo han hecho.
Posiblemente, y más allá de saber cuál era el origen del dinero y para que entraba al país, lo que cuente sea deducir que teniendo como “asociado” un país dominado por un mesiánico como Hugo Chávez nada bueno podría lograrse. Ni la venta de bonos al bolivariano a una tasa más alta que la del Fondo Monetario, ni este oscuro mecanismo de idas y vueltas con planes faraónicos pueden arrojar resultados que no estén signados por los modos característicos de quienes los están tramando. El mundo no mira a la Argentina. Por más que la Primera Dama se pasee por otras lejanías, la Argentina no es ya una región atractiva para el capital extranjero. Sin embargo, el mundo está interesado por Chávez. Y es que las declaraciones y acciones del líder venezolano inquietan el escenario internacional por su vinculación directa con Irán y por su política defensiva sumando armamento sin pausa y con prisa. El hombre de la auto-revolució n que busca perpetuarse indefinidamente en su país es hoy el aliado de la Argentina. Las relaciones binacionales nunca fueron bien vistas. Menos lo son ahora en que a ellas se suma el entramado de mafias que van y vienen misteriosamente de uno a otro lado. Claudio Uberti era el nexo entre ambos países, el negociador de Néstor Kirchner. No era un eslabón aislado. Tampoco lo fueron Néstor Ulloa, Fulvio Madaro y Felisa Miceli, claro.
Para la sociedad en su conjunto, descontando un microclima interesado realmente en las cuestiones políticas, la valija en el aeropuerto tiene menos efecto que la bolsa en el baño. Ambos episodios son grotescos por igual pero baños tienen todos y posibilidad de conocer los mecanismos aduaneros muy pocos. Es factible que, como aspiran en los despachos de la Casa de Gobierno, el asunto se esfume en una semana y para el 28 de Octubre sea apenas un recuerdo en mentes de quienes antes de conocerse ese hecho ya se sabía que no votarían por Cristina. En el Chaco, sin ir más lejos, la desnutrición hace mella, en Mendoza la inseguridad avanza con violencia inusitada y fue menester enviar fuerzas federales en pro de evitar que la gente siga movilizada por las calles de una provincia gobernada por quien aspira a ser vicepresidente de 25 provincias más. En otros distritos están jugándose los últimos días de campaña. La valija llegó sólo a Buenos Aires. Así es el federalismo nacional. Lo que pasa a más de unos cuantos kilómetros no gravita a nivel nacional. Sino obsérvese lo que sucede con la oposición: la fuerza con que se movió en Misiones o el salto en Tierra del Fuego no parece repetirse en el resto de los comicios. Estos domingos venideros un tendal de gobernadores van por más.
De todos modos, lo que cabe preguntarse es si este episodio de corrupción que suma esta semana el Gobierno será el último o seguirán sucediéndose como viene demostrándose en los últimos tiempos: Skanska, sobreprecios, Nilda Garré y el contrabando de armamento, Felisa Miceli y la bolsa de dinero, los nombramientos de Romina Picolotti y el despilfarro de fondos públicos, el INDEC y los datos apócrifos…
Ya no hay margen para hablar de “país serio”, menos aún para que la “nueva política” sea algo más que un slogan, sin asidero. Las alternativas a lo que hay siguen sin poder mostrar su capacidad de administrar algo más que internas entre aspirantes a distintos cargos. No es explicable la posibilidad de perpetuidad del kirchnerismo analizando sólo al Gobierno. La oposición viene pecando por omisión. Aún así, este vendaval de anacronismos diezmará el caudal electoral del oficialismo. No será el esperado.
Lo cierto es que a la oposición, Cristina Fernández de Kirchner la tiene adentro. Nadie capitaliza la catarata de errores que está cometiendo el Gobierno. La senadora y candidata tiene alterado el avispero. ¿Bastará con que cambien los nombres si gana la presidencial? A veces, hay personajes que detrás de escena temen más. En los ministerios lo que importa hoy es asegurarse fueros, encabezar listas, cambiar despachos pero no quedar fuera del tablero. Nadie quiere ser la María Julia del kirchnerismo. En el mientras tanto, el país está acéfalo. Proselitismo 100%, paquetes accionaros que pasan a manos de amigos definiendo el peculiar “capitalismo” del kirchnerismo y pus que sale por todos lados. La premisa básica del Gobierno hoy apunta a ocultar las cicatrices de heridas auto infringidas. Hay que llegar a Octubre sin marcas. Pero los cortes están y las apariencias no siempre engañan, a no ser que haya una sociedad queriendo ser engañada…
GABRIELA POUSA
(*) Analista Política. Lic. en Comunicación Social (Universidad del Salvador) Master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE) Queda prohibida su reproducción total o parcial sin mención de la fuente.
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