Hugo Martini
La apertura de la Exposición Ganadera ha sido una prueba del poco valor que le otorga a la comunicación la dirigencia política. Este hecho permitió, entre otras cosas, transformar el discurso del presidente de la Rural en un fenomenal documento político, haya o no sido ésta su intención. Hay dos responsables en esta cadena de desencuentros.
Por un lado, el Presidente. Si no hubiera ordenado al Secretario de Agricultura retirarse del recinto, el discurso de Luciano Miguens no hubiera tenido tanta trascendencia y habría desaparecido en 24 horas de los medios.
El manual dice que la orden debió haber sido: “declará inaugurada la exposición y contestá sin leer ningún discurso”. Pero el gobierno decidió lo contrario.
El Secretario Urquiza –al fin de cuentas un antiguo dirigente radical y agropecuario- podría haber guitarreado con prestancia una respuesta, en ese recinto criollo, a fin de nivelar de alguna manera el discurso que acababan de escuchar. La falta de profesionalidad eligió el camino del disparate: como el gobierno había sido criticado frente a los representantes de toda la cadena agroindustrial, lo mejor era la imagen de un Secretario de Estado huyendo.
Parece contradictorio que un gobierno que se ufana de contar con un excepcional soporte profesional de comunicadores no los utilice cuando debe utilizarlos.
Del otro lado, los candidatos presidenciales de la oposición decidieron que no valía la pena comunicar sus ideas, sino criticar primero la política del gobierno y, después, la huída del Secretario.
Dos acciones pudieron haber generado cada uno de los candidatos:
1. Aprovechar sus visitas a la Rural –sin dejar de fotografiarse con las vacas- y convocar una conferencia de prensa para comunicar, en forma clara y simple, cuál sería la política que aplicarían al sector en caso de ser presidentes.
2. No habría sido mala idea entregarle a los productores el sábado de la inauguración –estuvieran o no en la tribuna oficial- una hoja de ruta con algunas propuestas para leer mientras volvían a sus lugares de trabajo.
La realidad dice que casi ninguno de los candidatos presidenciales cree en la necesidad de la comunicación como un instrumento esencial de sus campañas. O despiden a los comunicadores que le dicen lo que no quieren escuchar o los contratan, pero los tienen como un aporte más, siempre inferior a la genialidad de su propia intuición.
¿Es tan difícil leer la realidad? El único dirigente político que siguió los consejos de sus asesores en comunicación consiguió hace seis semanas –obviamente no sólo por eso- el 60% de los votos. Pero algo debe haber influido seguir la propuesta de los profesionales.
El resultado de este doble esfuerzo realizado en la Rural por ignorar el valor de la comunicación, entre el gobierno y la oposición, deja a ciegas a la opinión pública, es decir al electorado. Una vez más, la política se redujo a no explicar nada, a no formular ninguna propuesta y en reducir la acción a un torneo de recriminaciones recíprocas.
La conclusión es una sola: si los candidatos de la oposición no explican que harán con la cadena agroindustrial la propuesta que prevalece es la del gobierno. Porque es más fácil repetir lo conocido, lo que se hizo bien o lo que se hizo mal en los últimos cuatro años. Con lo conocido cada uno de los productores puede tomar sus precauciones. ¿Cómo prepararse para lo desconocido?
El balance político de estos incidentes muestra un solo ganador neto: el Presidente de la Rural.
Primero: En medio de una enorme complacencia empresaria con el gobierno es el primer dirigente que dice lo que está pensando. Que sería lo mismo que están pensando los que callan.
Segundo: Es el único que consultó a un comunicador profesional y le hizo caso.
Para acceder a todos los contenidos del sitio, visite http://www.cartapol itica.org/
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario