domingo, 16 de diciembre de 2007

LA MEJOR DEFENSA............

La Nueva Provincia
16-Dic-07
El paíshttp://www.lanueva. com/edicion_ impresa/nota/ nc/16/12/ 2007/7cg050. html¿La mejor defensa es un buen ataque?
Unos pocos días bastaron para ratificar que la Argentina elevará su grado de exposición externa durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner, aunque también quedó confirmado que la cosmética internacional de la nueva presidenta no modificará las relaciones estadounidense- venezolanas. Las derivaciones del caso Guido Antonini Wilson demostraron que la Casa Rosada privilegiará el vínculo con Hugo Chávez por sobre el alineamiento con Washington. En verdad, eso se sabía de antemano, aunque quedaban dudas sobre la posibilidad de que Cristina diera un giro. Quedó claro que esto no ocurrirá al menos hasta enero de 2009 cuando asuma el próximo gobierno en la primera potencia mundial, con la chance seria de que los demócratas --de mejor diálogo con los "K"-- desbanquen a los republicanos. No resultó extraño, entonces, que Cristina jurara como presidenta delante de Chávez y de una funcionaria estadounidense de tercer orden. Ni siquiera Tom Shannon, el enlace de la administració n de George W. Bush con América latina, asistió a la asunción, pero al día siguiente reclamó --con tono diplomático-- que la Argentina vuelva a ejercer su liderazgo regional. Traducido: que "controle" a Chávez. En ese primer discurso ante la Asamblea Legislativa, la nueva presidenta ya había mostrado cuál sería su posición en la disputa geopolítica: colocó a Venezuela como eje de la unidad latinoamericana y censuró al gobierno de Bush --aunque sin nombrarlo-- por su apego al unilateralismo. Antecedentes. La relación Kirchner-Bush se mantuvo tirante durante gran parte de su coexistencia en el poder y más aun después de la cumbre de las Américas en Mar del Plata cuando fracasó la ofensiva de Washington a favor del ALCA. Como en esa ocasión, la mayoría de los roces se relacionó con la actitud argentina en defensa o cercana a Chávez. La más recordada ocurrió a principios de año, cuando el titular del Palacio Miraflores llamó "cadáver político" a Bush durante un acto en el estadio de Ferro Carril Oeste, que coincidió con la visita del estadounidense al Uruguay. Por lo pronto, a Kirchner no le fue mal peleándose con la Casa Blanca. Bush es el líder extranjero con peor imagen en el país y su gobierno tampoco contribuyó demasiado a superar los escollos que tuvo "K" en el inicio. Cristina debe haber ponderado los réditos y perjuicios de esta embestida. Entre estos últimos, emerge la posición que el país más influyente del mundo pueda adoptar hacia la Argentina en los foros internacionales. ¿Un caso? El Club de París, del que los Estados Unidos es miembro y con el que el gobierno debe refinanciar su deuda para facilitar la llegada de inversores extranjeros. Si bien la hostilidad hacia los Estados Unidos no cambia, Cristina mostró inmediatas señales de una orientación en política exterior que ya había esbozado durante la campaña. Al menos sus primeras 48 horas de gestión buscaron elevar el perfil de la Argentina --quizá con un tono desmedido-- en temas de penetración mundial (el caso Ingrid Betancourt, por ejemplo). La toma de posición de Cristina, en uno y otro sentido, no quita que se mezclen algunas cosas en el affaire puntual de Antonini Wilson. La mejor defensa es un buen ataque y, por lo tanto, la acusación contra los Estados Unidos de haber montado una operación de inteligencia puede representar más bien una maniobra distractiva respecto de un escándalo que amenaza con ceñirse sobre el vértice del poder.NA

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