domingo, 16 de diciembre de 2007

MÁS SOBRA LA VALIJERA

Desesperado esfuerzo por zafar a Cristina del escándalo de la valija
La conspiración es el único argumento (pueril) que encuentran los Kirchner para ocultar su culpabilidad en un caso de corrupción: violaron la Ley de Financiamiento de los Partidos Políticos. En la crisis, es notable su falta de prudencia y de creatividad para reaccionar en forma conveniente. Aqui algunos recortes dominicales.
Joaquín Morales Solá en La Nación:
"(...) Con personajes como Antonini Wilson y como el argentino Claudio Uberti, el camino más probable para cualquier gobierno es el que termina en los tribunales. Es posible que Antonini Wilson haya tenido dos patrones en la vida y al final se haya quedado con el que más le importaba conservar. No se explicaría, de otra manera, esa rumbosa existencia de dicotomías entre los barrios elegantes de Caracas y los distritos voluptuosos de Miami. ¿Por qué Chávez nunca averiguó sobre ese truhán que trasegaba con los dineros de la petrolera de los venezolanos?
El gobierno argentino reaccionó antes de leer con detenimiento los documentos norteamericanos. El FBI, que depende políticamente del gobierno, sólo consignó que un detenido por conspiración había declarado que la plata de la valija era para un candidato presidencial argentino . El detenido le había precisado al FBI que se trataba de Cristina Kirchner, pero su nombre no figuró en el documento público del organismo. Tampoco nombró al argentino que se había reunido en Miami con Antonini Wilson y falta saber si realmente se trató sólo del abogado Guillermo Ledesma o si existió otro argentino. El juicio será abierto y podría seguir deparando sorpresas.
Fue un fiscal federal, Tom Mulvihill, quien dio a conocer el nombre de la Presidenta argentina. Entramos ya en un terreno que es difícil de descifrar para los estándares argentinos. Los fiscales de los Estados Unidos son realmente independientes del Ejecutivo. Los fiscales lo llevaron a Bill Clinton hasta las puertas de un juicio político cuando era presidente y los fiscales metieron preso hace poco al principal colaborador del vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, por revelar secretos de Estado para beneficio político del gobierno.
Hay algo también de egocentrismo argentino y otro poco de desconocimiento cuando se vinculan el discurso de la Presidenta o sus decisiones políticas regionales con la difusión del caso de la valija. Los episodios institucionales argentinos sucedieron entre el domingo y el lunes; el miércoles se conocieron el documento del FBI y la declaración del fiscal. ¿Estaba Washington tan pendiente de Buenos Aires como para demorar sólo 48 horas en poner en marcha su enorme maquinaria de inteligencia y justicia? Si así fuera, ¿por qué no usó ese material antes del referéndum constitucional venezolano, que le hubiera hecho más daño a Chávez que a Cristina Kirchner?
El tiro fue disparado a la cabeza de Chávez, pero a nosotros nos están silbando las balas , aceptó el viernes otra alta fuente gubernamental argentina. (...)
En el trámite hubo cierta injusticia de los tiempos. Néstor Kirchner había hecho mucho para provocar el encono de Washington. Lo vapuleó a Bush en Mar del Plata y lo volvió a zamarrear, indirectamente, cuando le prestó a Chávez el estadio de Ferro para que se despachara contra el Presidente norteamericano; éste se encontraba en Uruguay. ¿Por qué, entonces, la conspiración se habría dirigido contra su esposa y no contra él?
En cambio, Cristina Kirchner se reunió varias veces con Shannon y lo recibió en tres oportunidades a Wayne. Ella visitó varias veces los Estados Unidos. También había hecho notar cierta distancia política, no personal, con Chávez. (...)"
Eduardo van der Kooy en Clarín:
"(...) El primer conflicto de fuste anegó el terreno que más le agrada a Cristina, el de las relaciones exteriores. El regreso a la superficie del escándalo de la valija con 800 mil dólares que en agosto pretendió ingresar al país sin suerte el empresario Guido Antonini Wilson desnudó las dificultades del Gobierno para sostener su alianza con Caracas y mejorar, a la vez, el vínculo con Washington. Esa esperanza albergaba hasta la semana pasada, al menos, la Presidenta.
Ahora no la alberga: hasta existió un repliegue en la intención de acordar lo más rápido posible con el Club de París. Así lo comunicó el ministro de Economía, Martín Lousteau. Por ese acuerdo está bregando Francia y hasta prometió ayuda el director del FMI, Dominique Strauss-Kahn. Pero será imposible amarrar en un buen puerto sin la colaboración de Washington. La lejanía con el Club de París significa el mantenimiento de cierta dependencia financiera con Hugo Chávez.
Resulta imposible hacer pie sobre el escándalo de la valija porque a medida que se descubre se torna más extraño y oscuro. Tampoco resulta sencillo explicar esas oscuridades sólo a través de confabulaciones que el Gobierno supone detectar. Algunos puntos negros son: Antonini Wilson fue quien portó aquella valija y aparece ahora como informante protegido del FBI. Se dijo al comienzo que era venezolano pero es, en realidad, también ciudadano estadounidense. Su participación resultó clave para la detención de tres venezolanos y un uruguayo que lo habrían presionado para que ocultara el origen y el destino de la valija con dólares.
Los detenidos revelaron que la plata era para colaborar en la campaña de un candidato a Presidente en la Argentina. Uno de ellos mencionó a Cristina. Dos de esos hombres tienen un frondoso prontuario por tráfico de armas. Esos elementos surgieron de la investigación del FBI y sirvieron de base para la denuncia presentada por el fiscal de Miami, Thomas Mulvihill.
Las turbiedades no se terminan allí. Antonini Wilson ha quedado ahora fuera de cualquier acusación. La agente María del Luján Telpuk, que interceptó la valija la madrugada de aquel sábado de agosto, acaba de renunciar como policía aeroportuaria para dedicarse, al parecer, a labores televisivas. Aquel procedimiento, visto el decurso de esta historia, no habría tenido que ver con ninguna rutina. Esas turbiedades quizá terminen convirtiendo las sospechas políticas en un lodazal: cualquiera sea el destino del grave episodio, a favor o en contra de los intereses del Gobierno, persistirán sobre todo las dudas y el descreimiento. Faltará certeza para responder los únicos dos interrogantes que valen: por qué vino ese dinero clandestino y para qué vino.
El Gobierno de Cristina tampoco hizo nada para modificar el cuadro. Despotricó contra Washington y denunció conspiraciones. No atinó a repensar, por caso, cómo ha sido edificada en estos años la relación con Venezuela. Por qué motivo se apartó a la diplomacia y se otorgó injerencia absoluta a funcionarios encargados sólo de hacer y deshacer negocios. Esa relación la timoneó el poderoso y discreto operador Claudio Uberti, ex funcionario del Ministerio de Planificación que subió a Antonini Wilson al avión que la estatal Enarsa despachó desde Caracas.
(...) En las últimas horas ocurrieron otras cosas: Chávez se pavoneó aquí y pudo resarcirse, en parte, del daño político que significó para él la derrota en el plebiscito constitucional. Intervino en el acto de lanzamiento del Banco del Sur. Volvió a posicionarse como hipotético negociador en la crisis que vive Colombia por los rehenes de las FARC, en especial Ingrid Betancourt. La Argentina y Brasil apoyan esa posibilidad.
(...) Cristina reaccionó con vehemencia y englobó el escándalo en la relación bilateral con Washington. Washington declaró que la relación continúa bien. Aunque no es así. ¿Hacía falta darle esa dimensión al conflicto? ¿No hubiera resultado más prudente limitarlo? (...)
Cristina no soñó para sus primeros días con un jardín florido, pero tampoco con lidiar con lastres heredados del gobierno de su esposo. Al agobio de la valija se añadió la reaparición en tribunales de Felisa Miceli para dar su versión sobre la bolsa con dinero hallada en su baño ministerial que la tumbó. Cada vez que la ex ministro habla se enreda más. (...)"
Horacio Verbitsky en el diario Página/12:
"La frontal acusación del gobierno de los Estados Unidos contra la flamante presidente argentina, la muerte por envenenamiento del torturador de la ESMA Héctor Febres, los preparativos empresariales para las discusiones paritarias, la saga sangrienta entre dirigentes de sindicatos de trabajadores y la melancólica reaparición de grupos piqueteros indican que CFK no tendrá el período de gracia que suele concederse a los mandatarios que acaban de asumir. (...)
Ya había llamado la atención la ausencia en la delegación estadounidense para la asunción presidencial del subsecretario adjunto de la Cancillería de Washington para el Hemisferio Occidental, Thomas Shannon. Es cierto que la secretaria de Trabajo Elaine Chao tiene jerarquía ministerial, dos escalones por encima de Shannon, pero no es experta en la región. El hiperactivo embajador Earl Wayne tampoco anticipó nada al Gobierno argentino. Se trató de un secreto guardado con el celo de quien busca la sorpresa. Y cuando se hizo público, la embajada pretendió que el problema era con Venezuela y no con la Argentina. Como si se tratara de una celebración inocente, justo para el viernes el embajador había invitado a un grupo de periodistas argentinos “para despedir el año”. Allí insistió en que no era su gobierno sino un detenido quien involucraba a la Argentina, todo lo cual es poco respetuoso de la capacidad intelectual de sus interlocutores.
Que fue una operación política es ostensible. Cuál y con qué propósitos es otra cosa. En una columna publicada con gran destaque por el diario La Nación bajo el título “Por fin, ahora se conocerá la verdad”, el antecesor de Shannon en el cargo, Roger Noriega, afirma que “si los funcionarios argentinos hubieran hecho su trabajo, podrían quizás a esta altura haber armado su propio caso y solicitado la extradición de Antonini para que enfrentara a la justicia argentina”.
Es una falsedad demasiado alevosa para atribuirla a falta de información de un ex funcionario que ahora dirige el área de lobby gubernativo de un estudio jurídico con oficinas en Washington, Miami y Tallahassee, que trabaja para empresas y gobierno extranjeros. Los funcionarios argentinos hicieron su trabajo mejor que de costumbre: detectaron la valija, retuvieron su contenido y abrieron un proceso contra Guido Antonini, quien se refugió en Miami. La Argentina solicitó su extradición y no encontró ayuda estadounidense.
El expediente del fuero penal económico incluye las declaraciones del personal del aeropuerto que escuchó decir a Guido Antonini que era empresario, que había viajado desde Miami hasta Venezuela y que tendría que haber venido el lunes a Buenos Aires en el vuelo presidencial, hasta que durante un almuerzo en Caracas con Hugo Chávez Frías, le indicaron que abordara el avión alquilado por Enarsa. También consta que cuando le informaron que había cometido una infracción de la que quedaría registro escrito, dijo que era un soldado y que moriría con las botas puestas. “No me pregunten de dónde viene ni para qué es ese dinero. Somos ocho, hagamos cien mil dólares cada uno”, propuso. Los funcionarios argentinos rechazaron la oferta y siguieron adelante con el procedimiento. Kirchner exigió que Venezuela se disculpara y sancionara a los funcionarios responsables, como el vicepresidente de Pdvsa, Diego Uzcátegui, quien debió renunciar.
En vez de cooperar concediendo la extradición solicitada, las autoridades del FBI “armaron su propio caso”, según las precisas palabras del propio Noriega, basándose “en una cuestión técnica, que los cinco individuos acusados trabajaban para el gobierno venezolano sin registrarse como agentes extranjeros”. En una completa inversión de los hechos, Noriega afirma que esto demuestra que no hubo plena cooperación de las autoridades argentinas. Noriega fue embajador de su país ante la OEA en 2002, al producirse el golpe militar que por un día alejó a Chávez del gobierno. Antes, trabajó en el Senado con Jesse Helms, el protector de los militares de la dictadura durante su intervención ilegal en Centroamérica. (...)"
Eugenio Paillet en La Nueva Provincia:
"(...) El gobierno sufrió el peor golpe en las horas que lleva Cristina en el poder. El desconcierto en la cima y en los primeros niveles de gestión fue tan grande que hubo que esperar más de doce horas para escuchar alguna vez oficial referida al tema. No hay sorpresa en los argumentos del oficialismo acerca de que todo se trata de una operación para enlodar a Cristina y desestabilizar a su flamante gestión. Lo que sorprendió por esas horas, según fuentes inobjetables del kirchnerismo, fue que aquella respuesta nació del absoluto desconocimiento que el gobierno tenía sobre lo que estaba ocurriendo.
Más todavía: se reconoce entre susurros que la desesperación cundió en encumbrados despachos, y eso justifica en parte el silencio de radio hasta la mañana siguiente sobre una noticia que había recorrido el mundo en la media tarde del miércoles. Se dice que el gobierno no sólo no tenía indicios propios o de terceros. Tampoco sabía, y sigue sin saber ahora, hasta dónde llegan las evidencias en manos de la fiscalía norteamericana que interrogó a los ex socios del valijero venezolano.
Esa desinformación provocó lo que se vio: un gobierno desconcertado, sin saber qué hacer, que apeló a lo único que tenía a mano, es decir sostener la idea de la conspiración o de la búsqueda de desgaste de la figura de Cristina. Hay constancias de que la orden, el jueves por la mañana, fue que toda la plana mediática del kirchnerismo, entre funcionarios, legisladores y hasta el inefable piquetero Luis D'Elía, saliese a defender esa idea y a atacar al gobierno norteamericano.
Resulta difícil sostener que el Ministerio de Justicia de los Estados Unidos pueda estar involucrado en una maniobra sucia del FBI para perjudicar a la presidenta. En todo caso, un poco de cordura vino a poner, en una actitud que aparece del todo deliberada, el embajador norteamericano. "El fiscal sólo refleja lo que dijeron en su declaración las personas interrogadas", afirmó Earl Anthony Wayne, en una inusual convocatoria a la prensa a la sede de su embajada.
Otra prueba del desconcierto: al menos tres fuentes del gobierno aseguraban el viernes que no tenían "la más mínima pista" de la identidad del ciudadano argentino mencionado en los interrogatorios de la fiscalía norteamericana como el receptor local --frustrado al descubrirse la maniobra-- del dinero sucio descubierto en la avioneta que llegó a Aeroparque una madrugada de agosto pasado. El dato se ha convertido en el mayor desvelo de la presidenta, de la SIDE y de la Jefatura de Gabinete.
Algunos de quienes, en las últimas horas, han sostenido la teoría de la conspiración contra CFK dicen poseer información reservada que les permitiría, llegado el caso, justificar sus dichos. Un indicio: esos papeles han ido y venido entre escritorios de los Ministerios de Justicia y de Interior y de la Secretaría de Inteligencia del Estado.
(...) En alguna de aquellas oficinas del kirchnerismo se sostiene que, primero, hay una larga sed de venganza de George Bush hacia Néstor Kirchner por los sinsabores que le hizo pasar en la Cumbre de Mar del Plata de 2005. Se dice luego que desde despachos norteamericanos se busca demostrar disconformidad hacia la Argentina por los nulos cambios introducidos por Cristina en su gestión, tras largas promesas de mayor calidad institucional, de eliminar los temores sobre la inseguridad jurídica y hasta de cambiar algunos personajes indeseables del gabinete que acompañó a Kirchner.
Sigue sin encontrarse el más mínimo lazo que una a estas presuntas elucubraciones norteamericanas con los verdaderos y profundos alcances que podría tener la investigación de los fiscales de la Florida, que tanto desvelan a la administración. Sin embargo, se agregan nuevos datos al estrambótico "plan desestabilizador" que creen ver algunos detrás de la larga mano de la Casa Blanca. Dicen que las represalias del coloso del Norte se vinculan con viejas y nuevas estrategias de Néstor y Cristina para desembarazarse de capitales extranjeros --algunos de origen estadounidense--, como los que trabajan en las áreas petrolera y minera, para posicionar allí a los empresarios de la "nueva burguesía nacional" que alienta el matrimonio santacruceño. (...)"
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