domingo, 16 de noviembre de 2008

OPOSICIÓN,OFICIALISMO.........

Oposición, oficialismo, alianzas y un objetivo en común


Cualquier mortal que arribe a la Casa Rosada y ocupe el sillón de Rivadavia se arriesga a ser enjuiciado y terminar preso: es una mala práctica. O realmente todos los argentinos son una manga de ladrones (presidente uruguayo dixit), o los jueces y fiscales trabajan a desgano en causas que involucran a primeras y segundas líneas de los gobiernos, o el concepto es falso por donde se lo analice. Parece haber algo de verdad en todo. También de falsedad.

La presentación de Elisa Carrió en los tribunales penales contra uno de los presidentes Kirchner y los integrantes de lo que podría ser denominado su Club de Amigos no aporta diferencias sustanciales con lo que entiende la “oposición” política de lo que debe ser su “oposición” al Gobierno. Sofocado el fuego que causó el caso Skanska, sus integrantes aprovechan cualquier oportunidad para aparecer en los medios de prensa a los que suelen inundar con comunicados vía mail. Por lo general suelen oponerse a lo que ellos harían si fuesen gobierno.

Si es criticable la inoperancia del llamado kirchnerismo en las políticas fundamentales del país, la oposición –a la que hemos señalado como incapaz de caérsele del bolsillo una sola idea– no es menos responsable en la marcha de los asuntos públicos. O al menos, debería saber que lo es. La inseguridad; la marcha de la economía; la actual crisis internacional; el pago de la deuda externa; las relaciones diplomáticas con Venezuela y los países limítrofes; la defensa territorial y antártica; el consumo masivo de drogas; la decadencia de la educación en todos sus niveles; el malfuncionamiento de la Justicia y la Salud; la corrupción del sistema electoral; el deterioro del sistema público de transporte y un sinnúmero de complicaciones que se agravan año tras año, carecen de una propuesta alternativa por parte de los partidos políticos con representación parlamentaria que no se encuentran en el Gobierno. Y si llegaran a tenerlas harían bien en darlas a conocer, aunque por el momento sean mayoría quienes concurren a votar por tal o cual candidato sin conocer sus propuestas o bien por dádivas.

Por otra parte, a quienes arriban en Argentina al manejo de los asuntos públicos, las propuestas les son innecesarias. Disponen de tal cantidad de dinero con los que aceitan formidables aparatos de prensa y compran voluntades en tal cantidad que pueden hacer y deshacer proyectos a la velocidad de la luz. Por lo general, acérrimos opositores en el presente han sido en algún momento fanáticos oficialistas o, en su defecto, todo lo contrario.

Los votantes suelen observar su metamorfosis que los lleva a refugiarse en el regazo de quien los había parido o acogido en tiempos políticamente más benignos. Poco espacio quedaría para las creencias religiosas, nacionalidades, matrimonios, profesiones y hasta la simpatía para uno u otro equipo de cualquier deporte, si los humanos cambiaran de bando tan rápido como los jugadores intercambian camisetas al finalizar un partido de fútbol profesional. No obstante, los políticos argentinos han hecho del cambio de lealtades una constante. Lealtad referida a tal o cual figura pero nunca a una idea o plataforma electoral aplicable que no expresen naderías, sencillamente porque no existen.

Las uniones electorales en base a figuras han demostrado su inoperancia a la hora de gobernar, incluso, la actual. Sin propuestas a la hora de ser elegidos, el único fin de los funcionarios es recaudar cada vez más porque las políticas que implementan son inflacionarias y el dinero no les alcanza. A nivel nacional o provincial y sin la delicadeza que poseen los carteristas que pululan en los subterráneos, todas las medidas son manotazos a los bolsillos privados para sostener esencialmente el aparato clientelístico que los mantiene en el poder. El mandoble puede ser un aumento de las retenciones a la exportación de oleaginosas; una confiscación de los fondos jubilatorios depositados en las AFJP; o la creación de un nuevo impuesto municipal en esta ciudad porque a pesar de la ampliación del presupuesto, la emisión de bonos para pagar a proveedores y el incremento de las tasas, peajes y estacionamiento automotor, el dinero –se sabe– no alcanza para nada.

El gasto desmedido de los fondos públicos es lo que une a la clase dirigente argentina. Lo único. Debería ser el ahorro, pero si así fuera este país sería otro. Seguramente un poco mejor.
SALINAS BOHIL
CORREO DE BUENOS AIRES

No hay comentarios: