Mi no ser turista but I have the rigth to feel safe
Una de las preocupaciones más acuciantes de la población de la esta ciudad y el conurbano bonaerense -tal vez la mayor- es la falta de seguridad para sus vidas y bienes. Es de lamentar que los funcionarios que presumiblemente deben ocuparse del tema no puedan encontrarle solución al flagelo de la delincuencia, a tal punto que por momentos daría la impresión que no se encuentran interesados en ponerle límites al problema. Desde CORREO DE BUENOS AIRES nos hemos referido a la cuestión en múltiples ocasiones en los últimos años sin pensar que por ello, en algún momento, la ola delictiva iba a menguar (http://www.correodebuenosaires.com.ar/opinion.asp). Al contrario, señalamos que iba a ir en aumento, como efectivamente sucedió.
En las últimas horas han ocurrido varios asesinatos y asaltos de envergadura como el de un Bingo en donde los ladrones se llevaron a plena luz del día 130 mil dólares. A plena luz del día, la Chicago de los años treinta no queda tan lejos. Mientras, los vecinos de diversas localidades insisten con realizar marchas y concentraciones en aras de la tan mentada seguridad que a nada conducen.
El gobierno nacional debería ser el garante de la seguridad de las vidas y los bienes de los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires. Ampuloso y estéril es el esfuerzo del gobierno municipal en achacarle tal responsabilidad a ese Ejecutivo cuando se sabe que por Constitución y hasta tanto no se efectivice la Policía, la Justicia y el Servicio Penitenciario del distrito que llevará, por improvisación manifiesta y evidente falta de fondos para su funcionamiento alrededor de un lustro o más, la acción le corresponde a la Casa Rosada a través del ministerio del Interior.
Pero mientras el gobierno comunal de Mauricio Macri publicita su ausencia del tema Inseguridad que asola a la Ciudad de Buenos Aires, escudándose en la falta de dinero, hasta el momento el ejecutivo nacional se despreocupa del tema como si fuera menor o tal vez porque la cuestión (la Inseguridad) es, en realidad, una política de Estado encargada de paralizar las protestas ciudadanas a través del miedo. Así, hasta los más encumbrados funcionarios tienen indudable vía presidencial y ministerial para amenazar a empresarios y trasladarse por las calles, concurrir al Congreso Nacional o disolver pacíficas manifestaciones siempre acompañados por matones.
Pero el próximo arribo de numerosos cruceros de lujo a la Ciudad de Buenos Aires, con sus miles de turistas, motivó al gobierno nacional a “reforzar” la “seguridad” de los barrios más frecuentados por los viajeros con 800 policías y 15 patrulleros más. Sin especificar si los agentes y los móviles serán sacados de otras tareas que cumplen en la actualidad, la operatoria comunicacional del Gobierno apunta a la necesidad de la medida por razones de imagen como país y la cantidad de dinero que dejan los visitantes con sus compras.
Creemos que los millones de habitantes que tiene esta gran ciudad y muchísimos más que cada jornada vienen a trabajar en ella o a disfrutarla en son de paseo son merecedores de idéntico tratamiento, aunque muchos no se hayan subido en su vida a un bote. Son empresarios, profesionales, empleados, obreros y hasta cuentapropistas del asfalto que levantan cualquier baldosa deseosos de encontrar una moneda que le permita alimentar a su familia. Hay hasta políticos y jueces. Todos ellos dejan su dinero en este país. La mayoría a través de toda una vida que no ha conocido el placer de viajar al exterior. Ese dinero gastado, sumado, es inalcanzablemente mucho mayor que cualquier cifra que puedan dejar los turistas en los comercios.
Por lo tanto, los argentinos y aquellos extranjeros radicados en este suelo, no sólo merecen sino que están en condiciones de exigir en el tema Seguridad el mismo tratamiento que se le piensa brindar al extranjero. Triste recordatorio para una población que se encuentra a ocho años de festejar sus dos siglos de vida independiente.
salinas bohil
correo de bs as
miércoles, 19 de noviembre de 2008
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