sábado, 14 de marzo de 2009

DESOBEDIENCIA CIVIL


Diario Castellanos .- RAFAELA (SF)

La marcha de la sal

Ayer, junto con el año de la reclamación agropecuaria en la República Argentina, se cumplían setenta y nueve de “La marcha de la sal”, una acción de desobediencia civil liderada, en 1930, en la India por Mohandas Karamchand “Mahatma” Gandhi.
Dos hechos lejanos en tiempo y espacio cuyas aristas parecieran no tocarse, pero que contienen algunas características comunes y una posibilidad para los argentinos de adoptar una experiencia, ajena, a los fines propios.
La marcha de la sal será una acción decisiva para concretar los objetivos de Gandhi, que hacía mucho tiempo que trabajaba para obtener para el “Imperio de las Indias” un estatuto de autonomía similar al concedido a las colonias de población europea, como Canadá y Australia. Al no tener resultados, un sector de sus seguidores del Partido del Congreso Nacional Indio, se agitan y amenazan con una guerra a favor de la independencia. Gandhi se da cuenta que puede ser desbordado por el enojo de la gente, deja su lugar de Ahmedabad y comienza a marchar en compañía de discípulos y de un grupo de periodistas. Tras recorrer 300 kilómetros arriba a la costa del Océano Índico. Allí recoge un poco de sal. A través de esta acción simbólica, Gandhi incita los hindúes a violar el monopolio del estado sobre la distribución de sal, que obligaba a todos los consumidores indios, a pagar un impuesto prohibiéndoles recolectarla ellos mismos. El gesto se repite miles y miles de veces, la sal gravada impositivamente pasa a ser libre y desde allí se llegará a la independencia, retrasada ene l tiempo sólo or el estallidos de la segunda guerra mundial. El virrey de la India hace arrestar a Gandhi y apalear a sus acompañantes, hechos que tornarán la situación insostenible.
Si bien Cristina Fernández, Néstor Kirchner, Guillermo Moreno o Ricardo Echegaray no dan el “physique du rol” para confundirlos con el Virrey de la India, el descaro de sus actitudes en nada tiene que envidiar al de aquellos administradores británicos de cosas ajenas. Por lo tanto, asimilándolos al hecho histórico, sería fantástica una marcha de la soja, con la mesa de enlace y cientos de productores (y periodistas… no nos la vamos a perder) con los bolsillos llenos de granos cruzando por el puente general San Martín y vendiéndolos en Fray Bentos. Sólo por prepotencia de trabajo. ¡Minga de retenciones!
Nadie tiene derecho a tener el país parado durante un año. Nadie tiene derecho de burlarse de quienes trabajan. Nadie tiene derecho a enquistarse en una función para la cual no fue elegido pero detenta sin lugar a dudas. Cuando los otros poderes del Estado están inhibidos de retomar el camino de la democracia sólo queda al pueblo la desobediencia civil.
¿Qué puede pasar? ¿Qué los golpeen? Ya lo han hecho. ¿Qué los pongan presos? Ya lo han hecho ¿Qué nos cierren el diario? No sería la primera vez…
Un puñado de sal fue el punto de partida de la independencia de la India. ¿Por qué un puñado de soja no podría ser el inicio de la recuperación argentina?
JORGE MILIA

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