domingo, 22 de marzo de 2009

DESVERGONZADO DICTADOR


Sobre el adelanto de las elecciones o,

“a poner las cosas en su sitio”

por Guillermo Lascano Quintana

Al comienzo del gobierno de Kirchner muchos ciudadanos, dirigentes y analistas políticos, elogiaban la capacidad que demostraba para “acumular poder” y “garantizar la gobernabilidad” Era común compararlo, entre otros con de la Rúa, quien según aquellos, no había sabido hacerlo.

Claro que para esos objetivos se recurría a cuanta maniobra se le ocurría; no importándole ello, ni a él ni a sus seguidores, pero sorprendentemente, tampoco a gran parte de sus adversarios, quienes, mas bien, parecían envidiar el desparpajo con el que un ignoto gobernador, carente de toda cualidad para el liderazgo, supo, según los análisis de entonces “recuperar la autoridad presidencial”. Hay que ser ingenuo para haber hecho semejante afirmación.

A pocos les importó que para ello se sojuzgara al Congreso, se transformara a los jueces en marionetas, a los gobernadores en mendigos, a los pobres en esclavos y se maltratara a opositores, periodistas, empresarios, gobernantes extranjeros; y llevara a las fuerzas armadas y de seguridad a un estadio terminal. Los pocos que reaccionaban frente a esos atropellos, eran ignorados por la prensa cómplice y por muchos dirigentes sociales, que preferían “no hacer ola”. Hay que ser cobarde para haber actuado así.

En el camino se vulneraron, con la complicidad de legisladores, jueces y de la ciudadanía, adormecida y confundida, normas tales como la cosa juzgada en los juicios, pero sólo contra militares y policías, lo que sin duda es una venganza y no la cacareada búsqueda de justicia. Y muchos se hicieron los distraídos; los muy canallas.

Además engañó a sus compañeros terroristas, a corruptos dirigentes obreros y a pusilánimes empresarios; se adueñó, sin que ninguno de quienes hoy se rasgan la vestiduras y cambian de bando, del partido Justicialista y designó, como un antiguo emperador romano, a su sucesora, quien además es su esposa y resultó elegida en comicios turbios, de los que resultaron legisladores que, recién ahora parecen darse cuenta de lo sucedido. Como diría mi abuela “unos sinvergüenzas”.

Pues bien, algunos no nos engañamos y señalamos, desde el comienzo, que lo que se avecinaba era una catástrofe. Pero no buscamos el elogio o el reconocimiento.

Lo que queremos es alertar sobre el futuro, que se presenta sombrío y lo será más si la sociedad no reacciona y pone las cosas en su sitio, que es la república, democrática, representativa y federal.

La permanente y obsesiva diatriba contra quienes no pensaran como él y sus adláteres, la violación de normas jurídicas, morales y sociales, el aliento a “fuerzas de choque”, el uso de dineros públicos sin control, la confiscación de los fondos de los ciudadanos que confiaron en el régimen de jubilaciones, fue moneda de todos los días de aquel gobierno, que ha llegado a dimensiones “dantescas” con su sucesora, que no hay día que no rete a alguien. Parecemos un rebaño de ovejas, rumbo al matadero.

Algo nos ha pasado para que la misma patria de San Martín, Belgrano Mitre, Sarmiento y Roca, por citar sólo a algunos, haya dejado de lado las virtudes que la hicieron grande, libre y próspera.

Ahora, en una muestra más del absoluto desprecio por las normas vigentes y lo que es más grave, por la dignidad ciudadana, los Kirchner han decidido intentar adelantar las elecciones previstas para octubre, para que se lleven a cabo en junio.

Ya se han analizado las causas y los objetivos de tal maniobra que pueden resumirse en el propósito de perjudicar a sus adversarios que aún no han acordado los términos de sus alianzas y disminuir el efecto negativo que tendrá sobre su electorado la crisis económica que ya se ha instalado en la Argentina.

Pues bien: hay que evitar que esa maniobra, desesperada e inútil, termine por vulnerar lo poco de institucionalidad democrática y republicana que han dejado estos déspotas...

No será una decisión autocrática. Tuvieron que recurrir al Congreso.

A sus integrantes (diputados y senadores) dirijo mi pedido de que reaccionen, eviten un nuevo atropello al orden jurídico, se reivindiquen de tanta obsecuencia pasada y pongan coto a la discrecionalidad irresponsable de la pareja gobernante y sean ejemplo para la ciudadanía.

Tengan presente que, en medio de la crisis que estalló el año pasado, en los Estados Unidos de América, sin estridencias, ni tumultos de ninguna especie, se hicieron las elecciones el segundo martes de noviembre, respetando una costumbre legal más que centenaria; el presidente saliente gobernó hasta el último día de su mandato; el presidente entrante lo hizo conforme con las respetadas tradiciones políticas; quien, para enfrentar el inusitado peligro de los acontecimientos, recurrió al congreso para que sancionara las leyes, que fueron discutidas por todos los representantes y senadores, debatidas en todos los medios y finalmente aprobadas siguiendo los pasos legales apropiados. A nadie se le ocurrió postergar o adelantar las elecciones, a nadie se le impidió opinar con absoluta libertad, nadie hizo huelgas, ni tomó fábricas o lugares públicos, nadie fue insultado o maltratado; en fin, a ninguna persona se le pasó por la cabeza vulnerar las normas constitucionales, que son el dique de contención de las arbitrariedades y la base ineludible de nuestro futuro.

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