domingo, 15 de marzo de 2009

PAISAJE DE CATAMARCA




Por Jorge R. Enríquez

El domingo pasado se realizaron elecciones provinciales en Catamarca. El hecho podría no haber tenido mayor significación fuera de los límites de esa provincia, pero fue Néstor Kirchner quien le dio relevancia nacional.

Antes que nada, hizo una alianza con Ramón Saadi y Luis Barrionuevo, que en verdad no debería sorprender tanto - ya que, como tantas veces lo pusimos de relieve, la única ideología de Kirchner es el poder -, pero que llamó la atención de aquellos, ya muy pocos, que aún creen que el marido de la presidenta es un líder del progresismo.

La denominación del mecanismo político que implementó el ex presidente, Frente para la Victoria ya es indicativa del propósito unitario que cobija su proyecto: ganar elecciones, sin detenerse en las ideologías que tengan quienes se suben al colectivo proselitista.

Imaginó, entonces, esa elección como el primer peldaño de su relanzamiento político, una cruzada en su favor y en contra de los “traidores” catamarqueños, para que les sirviera de escarmiento y también de ejemplo a los dirigentes de las demás provincias.

Puesto a esta tarea, se aplicó a ella con devoción, repitiendo los bochornosos espectáculos como el de aquel referéndum misionero en el que habría de sufrir su primera gran derrota, a manos de Monseñor Joaquín Piña. Es decir, puso todo el aparato del estado nacional al servicio de una lista partidaria en unas elecciones provinciales.

Allí fueron varios ministros, con dádivas y promesas de todo tipo; allí, también, llegó el intendente de José C. Paz, Mario Ishíi poner en práctica la tecnología electoral del Gran Buenos Aires.

El broche de oro fue la presencia el jueves pasado del propio Kirchner en el acto de cierre de campaña, poniendo su precaria oratoria –plagada de gritos destemplados, frases truncas, sintaxis paupérrima y conceptos elementales - , como el acontecimiento más destacado de esa jornada.

La mayor parte de los catamarqueños optó, con buen gusto, por asistir al desfile de modas que en ese momento tenía lugar a pocas cuadras; y entre el discurso del santacruceño y la belleza femenina, optaron por esto último.

Ramón Saadi también desairó a Kirchner. Pese a los insistentes ruegos para que subiera al palco en el que éste hablaba, prefirió mantenerse a prudencial distancia. Si algo no se les puede negar a los Saadi es cierto olfato político, en especial con relación al humor catamarqueño.

Kirchner les reprochó a las autoridades de Catamarca que no mantuvieran su alianza con él, que tanto les había dado, con lo que desnudó una vez más su convicción de que los recursos públicos son de su propiedad particular.

El resultado fue el esperado, aunque por cifras aún más abultadas: alrededor de un 10% de diferencia. Una verdadera derrota.

Para revertir esa realidad que para él era sólo mediática, en la infausta noche del domingo, le ordenaron desde Olivos al obediente Ministro del Interior, Florencio Randazzo que hiciera un tour televisivo y radial. Puesto en esta tarea, con su mejor cara de “pocker”, el funcionario intentaba explicar lo inexplicable.

Exhibía una planillita con cifras de anteriores elecciones, de las que resultaba, según su interpretación, que el peronismo no había perdido votos.

La explicación era del todo falaz, porque prescindía del hecho de que el Frente para la Victoria había ido en las últimas elecciones como aliado del Frente Cívico y Social. En todo caso, lo único que esos datos podían demostrar es que el Frente para la Victoria no les aportó nada a sus actuales aliados, Saadi y Barrionuevo, que se mantuvieron en los mismos guarismos de comicios anteriores.

Para morigerar el impacto que la derrota había provocado en las huestes kirchneristas, aseveraba lo que es una verdad de Perogrullo: que esas elecciones no tenían ninguna repercusión nacional, porque se trataba sólo de un episodio provincial.

Pero el hombre es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios. Fue el propio Kirchner el que nacionalizó tales elecciones. Y de una forma tan categórica que no le dejó el menor margen para ensayar ningún atajo retórico.

El dibujó el terreno de la pelea y en ese ámbito, tan amplio como la Argentina, recibió un duro golpe.

Puso todo el aparato del estado nacional, en forma bochornosa, al servicio de una lista partidaria. Fue él quien ordenó, por ejemplo, que Canal 7 transmitiera en directo todo su discurso de cierre de campaña y, en cambio, no le diera ninguna cobertura al Frente Cívico y Social.

Otros dirigentes del peronismo que aún no han roto formalmente con el ex presidente toman debida nota de los sucesos catamarqueños. Saben ahora que la camiseta K es un duro lastre.

La estrepitosa derrota sufrida en Catamarca le habría aconsejado a cualquier persona sensata que era momento de poner paños fríos o, dicho en términos futbolísticos, parar la pelota.

No hay magisterio mayor que el del error. Quien no se equivoca, no aprende nunca.

Claro que para aprovechar las enseñanzas de los errores, de las derrotas y de los fracasos es necesario tener un espíritu abierto y una personalidad bien templada.

Cuando, por el contrario, el error es cometido por personas que no poseen esas cualidades, la lección no es aprendida. Peor aún, puede ocurrir que lo que los demás perciben como un error sea asumido como una virtud por estas personas, lo que las llevará a profundizar el camino equivocado.

Néstor Kirchner pertenece a esta última categoría. Le molesta terriblemente que se informe que ha perdido. El, como los chicos caprichosos, no puede perder jamás. Entonces se la toma con los medios de comunicación.

La culpa es del mensajero

Pese a que ya hace casi 6 años que gobierna a nivel nacional, a los Kirchner les cuesta comprender por qué los medios de comunicación de Buenos Aires no hacen lo mismo que los de Santa Cruz, es decir, reflejar lo que el gobierno quiere y no lo que la realidad exhibe.

En verdad, no advierte que el periodismo tuvo con él - por diferentes razones, que he explicado en varias oportunidades- una benevolencia excesiva por varios años, de la que no disfrutaron otros presidentes argentinos.

Pero, al cabo, la ciudad de Buenos Aires es populosa, compleja, sofisticada, con niveles culturales que no tienen mucho que envidiarles a los de las principales urbes del mundo, y los medios de comunicación deben atender esa demanda, que no se satisface con "relatos" tan candorosos y burdos como los del diario oficialista "El Argentino", que titula, por ejemplo, "Obama también habla de redistribución".

El problema, para él, es que los medios -en especial, el grupo Clarín- han creado una realidad aparente en la que él es percibido por el público como derrotado.

Lo que Clarín, TN y los demás medios han hecho es simplemente reflejar la realidad. Si las noticias de la derrota catamarqueña tuvieron un despliegue mayor que el que corresponde a una elección legislativa provincial, es simplemente porque Kirchner, con su conducta previa, le había dado esa relevancia.

Y la oposición?

Frente a experiencias como las recientes de Catamarca, ¿qué debería hacer la oposición?

Quizás lo primero sería desear que Néstor Kirchner no se desalentara y se sintiera como un paladín que tras un leve tropiezo regresa a la lucha.

En efecto, Kirchner es, con sus torpezas, el jefe de campaña de la oposición. Hay que dejarlo actuar, nada más.

Así como se las arregló para hacer de una simple resolución tributaria como la 125 un terrible campo de batalla que en pocos meses licuó todo el capital político que había conseguido por una serie de circunstancias favorables, y como transformó una modesta elección provincial de Catamarca en una épica pelea nacional, que perdió de la manera más estrepitosa, es muy probable que siga sembrando las semillas del renacimiento opositor con nuevas e inesperadas maniobras, que serán a su turno festejadas por los alcahuetes del poder y por los sesudos intelectuales de la Carta Abierta, en textos que desgraciadamente nadie entiende y que, por tanto, no llegan a transmitir entonces mensaje alguno.

Bien lo sabe Julio Cobos, a quien las pueriles zancadillas que le propina desde su rencor el Señor de Olivos, como negarle aviones oficiales o darle uno tan pobre que ni baño tenía, no han hecho sino agrandarlo en la consideración pública.

Pero, por cierto, mientras recogen los frutos de la siembra kirchnerista, los opositores deben seguir trabajando para agruparse en espacios lo más amplios posibles.

Si bien parece impracticable la idea de un solo frente opositor, no conviene que la oposición con posibilidades de ganar - porque siempre hay pequeños partidos de carácter más bien testimonial - se fragmente más que en dos vertientes, una de ellas de impronta peronista, como la que están conformando Solá, De Narváez y Macri, y otra de impronta radical, a la que confluyen la UCR, la Coalición Cívica, el socialismo y las corrientes que apoyan a Ricardo López Murphy.

He caracterizado con toda deliberación a estos espacios como peronista y radical, lo que probablemente no sea del agrado de algunos de sus integrantes, pero me parece que la experiencia histórica nos dice que, pese a lo que se creía tan sólo unos pocos años atrás, estas referencias de identidad política siguen vigentes, con un arraigo cultural que va más allá de las circunstanciales siglas partidarias.

Esta bifurcación de la oposición, sobre la base de tales identidades y trayectorias históricas, no debe significar que ellas se hallen entre sí en posiciones irreductibles.

Muy por el contrario, deben profundizar los puentes de diálogo y consenso que desde hace tiempo se advierten en el Congreso Nacional. Es imperioso que proyecte una nueva institucionalidad, en la que la primacía de los valores republicanos esté al margen de cualquier discusión.

Hay grandes ideas fuerzas que deberían formar parte de un gran pacto para cuando la frustrada experiencia del kircherismo haya terminado.

La oposición despierta de su prolongado letargo. Ojalá que lo haga con responsabilidad y grandeza, y que el nuevo escenario político sepa desterrar el grosero personalismo que ha signado estos años, que cultive el diálogo y el consenso, que respete a todos los argentinos y que comprenda que es imprescindible retomar una ubicación inteligente en el mundo.

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