jueves, 12 de marzo de 2009

SISTEMA DE GOBIERNO


¿CUÁL ES EL MEJOR SISTEMA DE GOBIERNO?

Por Jorge Omar Alonso

A lo largo de la historia en la ciencia política ha dominado un interrogante: ¿Cuál es el mejor gobierno, el de los hombres o el de las leyes?, como así también: ¿Cuál es el mejor sistema de gobierno?

Al respecto, hemos de recurrir a las lecciones de los maestros fundadores del pensamiento político en la antiguedad.

“Allí donde la ley está sometida a los gobernantes y carece de autoridad, yo veo la pronta ruina de la ciudad; en cambio, donde la ley es señora de los gobernantes y los gobernantes son sus esclavos, yo veo la salvación de la ciudad” (Platón – Las Leyes).

“Qué es más útil, ser gobernado por el mejor de los hombres o por la mejor de las leyes? La ley no tiene pasiones, cosa que necesariamente se encuentra en cualquier alma humana” (Aristóteles – Política)

De esta manera hemos encontrado dos opiniones a favor del gobierno de las leyes.

En el diálogo “El Político” Platón expone un Estado de derecho o un Estado de leyes como rasgo distintivo del tipo de regímenes mejores. Porque los regímenes menos corruptos aún cuando no sean gobernados por el político, tienen leyes y las obedecen cualquiera sea el sistema de gobierno. Los regímenes más corruptos son aquellos en que ni siquiera hay leyes.

La importancia de la supremacía de la ley está en la idea de que los gobernantes malos tienden a usar el poder para provecho propio. Así actúan los déspotas.

Sobre la distinción entre el gobierno de las leyes, opuesto al de los hombres es que en el primero se observa una despersonalización del poder, porque como se lee en el “Espíritu de las Leyes”: “el poder por excelencia es el del tirano” (Montesquieu).

El problema del despotismo configurado en un poder centralizado de un solo hombre (presidente), nos lleva a la afirmación de que no es recomendable confiar en las cualidades humanas de los gobernantes, sino en la consistencia de las instituciones, en particular las que permiten refrenar el abuso de poder. Y no hemos de referirnos a la democracia, aunque ésta sea el remedio para combatir al abuso de poder.

En este aspecto Julián Freund sostenía contra lo que ha dado en llamar en “fundamentalismo democrático”, que el Estado de derecho no significaba “per se” Estado democrático, por lo que “la legalidad es condición del carácter racional del Estado, sea cual sea el régimen”

En la actualidades atento a lo que hemos visto y padecido del régimen presidencialista, se entiende que es oportuno comenzar a debatir entre aquella forma política y el parlamentarismo.

En una nota para el diario La Nación, Mario Bunge se había referido al parlamentarismo como factor de moderación. Al respecto había escrito que: “La democracia parlamentaria con sus checks and balances (controles y equilibrios), es menos susceptible que el presidencialismo a las tentaciones de la demagogia y de la reforma improvisada”.

A pesar de aceptarse como el mejor al régimen democrático, entre gobernantes y gobernados se observa una situación conflictiva en lo concerniente al funcionamiento institucional.

En este aspecto se han acentuado las dificultades del régimen presidencial propio de nuestros paises.

Es aquí en donde se observa la crisis de gobernabilidad, emanada desde el mismo diseño presidencial.

Por razones de idiosincracia como también dado los antecedentes culturales, históricos y políticos, en Latinoamérica no se podría allanar un camino que nos lleve a plantear un régimen de tipo parlamentario.

A lo que podemos añadir esa baja propensión a la práctica democrática en algunos regímenes de la región. Por lo que nos encontramos con esa especie política del “caudillismo político” definida así por Octavio Paz, sistema encarnado en “esos dictadores constitucionales que se denominan presidentes” como bien lo graficara el escritor mejicano.

Seguramente en un régimen parlamentario no habría que sufrir a déspotas como los Kirchner, operando sobre la República discrecionalmente como si aquella fuera un bien patrimonial propio.-
CRÓNICA Y ANALÍSIS

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