lunes, 11 de enero de 2010

ENCRUCIJADA


CRISIS POR LAS RESERVAS

La Corte en la encrucijada: si salva al gobierno se kirchneriza

Por Carlos Tórtora

La crisis institucional en marcha abre nuevas perspectivas todos los días. Es altamente probable que el gobierno obtenga un fallo favorable de la Cámara en lo Contencioso Administrativo que le permita traspasar los U$S 6569 millones en disputa al Ministerio de Economía y también despedirlo por segunda vez a Martín Redrado de la Presidencia del BCRA. A través de recursos extraordinarios -no de una apelación común- la causa llegaría finalmente a la Corte Suprema, que no tiene plazos procesales para expedirse. Pero la decisión de los camaristas quedaría firme, hasta tanto se expida la Corte. En el medio, Ernesto Sanz, Oscar Aguad y Gerardo Morales llevan adelante la estrategia radical: conseguir que sesionen las dos cámaras del Congreso para rechazar los 2 DNU de la discordia, bloqueando así la utilización de reservas para pagar deuda. Si la UCR lidera este triunfo de la oposición, luego le daría una mano al gobierno, aceptando la creación del Fondo del Bicentenario, pero condicionado dentro de ciertos límites que evitarían un mayor rebrote inflacionario.

Con estas perspectivas, si el Congreso rechaza los DNU, su decisión entraría en colisión con el inminente fallo de Cámara que los respaldaría. El kirchnerismo diría que la justicia ya se expidió y que el fallo no quedaría de ningún modo invalidado por el rechazo del Congreso. Cada parte invocará la mitad de la biblioteca que le convenga e, inevitablemente, el conflicto se trasladaría a la Corte.

En otras palabras, con o sin rechazo del Congreso, le tocará al máximo tribunal definir la primera crisis institucional de la era K.

Un nuevo espectro de posibilidades

Desde ya que el rechazo del Congreso funcionaría como una fuerte presión sobre los ministros de la Corte. Si el órgano competente para analizar los DNU se opone a los mismos, sería más justificable entonces inclinar la balanza hacia la oposición.

Tradicionalmente, los jueces se refugiaron en el argumento de que impugnaciones como las que existen contra los DNU son cuestiones políticas no judiciables. De este modo se suele esquivar la responsabilidad de fallar contra las políticas del gobierno. Si éste es el punto final de la actual maratón judicial, el gobierno salvará la ropa hasta el próximo capítulo de la crisis. Pero la Corte no. Con la opinión pública volcada al antikirchnerismo y la oposición en pleno crecimiento, un fallo respaldando al gobierno sería leído como la oficialización de la Corte K. Paradojas de la política, no sólo Ricardo Lorenzetti sino hasta los garantistas Raúl Zaffaroni y Carmen Argibay se dedicaron a tratar de parecer lo menos oficialistas que fuera posible. Y ahora, cuando el gobierno se desliza por el tobogán, quedarían etiquetados como los jueces de Olivos.

Por el contrario, un fallo de la Corte declarando nulos los DNU por inconstitucionales oxigenaría el sistema y sería el primer paso para restablecer la seguridad jurídica. ¿Cómo sobreviviría el gobierno a semejante golpe? Es difícil decirlo. La batalla contra Redrado y un pequeño grupo de funcionarios del BCRA hizo que Kirchner denunciara un complot de Julio Cobos y Clarín, entre otros. ¿Que hará el ex presidente si la Corte que jamás le molestó en seis años le da la espalda?

Además, un fallo así sería, casi con seguridad, el preludio de otros iguales o aun peores para el gobierno.

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