lunes, 11 de enero de 2010

RECORDATORIOS


Castellanos - 11-Ene-10 - Opinión

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EDITORIAL
Recordatorios lejanos

Seguramente la mayor parte de la gente intentó en el fin de semana tratar de separarse de la realidad política nacional. Cualquier cosa podía ser mejor, desde los interminables recordatorios a Sandro, pasando por la inusitada propensión a la violencia por parte de vedettes, actrices, starlets, modelos, y gatos varios en el mundo mediático, o un neo famoso, el señor Fort, que ocupa centímetros y segundos sin saber bien para qué.

Es que la gente sabe que nada bueno puede salir de todo este escenario en el que el principal responsable es el gobierno.

Una democracia en la que el gobierno dispone de mayoría en ambas cámaras y en la que sus legisladores se limitan a la "obediencia debida" levantando las manos para aprobar lo que les impongan, mal acostumbra a los gobernantes. Pasan a suponer que la voluntad del pueblo plasmada en sus representantes les pertenece a ellos. Si a eso le sumamos un sistema en el cual la Justicia se encuentra, en muchos casos coaccionada por un Consejo de la Magistratura que también digita el oficialismo, el panorama se complica porque se puede llegar a creer que, a la suma del poder público, se ha agregado un principio de infalibilidad contra el que nadie puede argumentar so pena de alta traición.

El siglo I fue muy oscuro para Roma, en especial en su final. El emperador Domiciano, último de la dinastía Flavia, vació el estado, el ejército y el senado. Como no estaba preparado para gobernar optó por lo fácil, confiscó lo que pudo a quienes tenían algo y optó por subsidiar a los enemigos en lugar de someterlos por medio de su ejército. No contento y pareciéndole insuficiente su manejo autocrático se declaró divino. Su consigna fue Dominum et Deum. Señor y Dios. No podía errar, no aceptaba que hubiera podido hacerlo y a quien dijera lo contrario, se lo cargaba. Cualquier parecido con nuestra realidad es circunstancial.

Aquí sólo nos falta su consigna. Pero en relación a las opiniones que llegan del exterior vamos en ese camino. Diferentes publicaciones de Europa y Estados Unidos ven con preocupación la situación argentina. El matrimonio gobernante es comparado con una monarquía y la situación general del país es considerada como un absurdo sin parangón. En dicha mezcla nada parece salvarse como en un agujero negro en el que todo es fagocitado. Es cierto que no nos tienen muy en cuenta pero consideran incomprensible el desbarajuste en el que estamos y sólo posible por obra de un grupo que quiere apoderarse de todo. Así la imagen de la pareja se ha vuelto mala en el cuento y embadurnado a todos los que forman su corte de los milagros, incluidas las madres y las abuelas, las carteras Vuitton, y los Rolex "presidente", junto con un espectro político limitado - porque tampoco nos conocen mucho - pero sí nos recuerdan como uno de los países más ricos del mundo hace un siglo.

El país "en serio" que nos quisieron vender los Kirchner sólo lo fue en sus afiches. Afuera nadie parece creer en la seguridad jurídica ni institucional de la Argentina. En realidad, las crónicas suenan como otras de medio siglo atrás que hablaban de los Somoza, Trujillo y algunos otros. Quizá esta máquina del tiempo en que nos metió el gran mistificador, es tan defectuosa como sus principios y en lugar de los años dorados de los jóvenes idealistas y soñadores nos llevó a los de sus verdaderos paradigmas.

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