martes, 29 de junio de 2010

ENTRE EL VETO Y EL FÚTBOL




Por Carlos Manuel Acuña

A pesar de la reserva con que se maneja el asunto, se sabe que el Kirchnerismo analiza la necesidad de utilizar todo lo posible un eventual resultado exitoso de la selección argentina. Resulte ganadora o simplemente segunda, el gobierno ha tomado en cuenta la coincidencia de las fechas del torneo que tendrá a nuestro equipo de protagonista, la atención popular que generará el partido definitivo para la suerte de los jugadores argentinos y la posible aprobación por el Senado del proeycto para limitar o suspender las facultades extraordinarias de que goza el Poder Ejecutivo.

En tal sentido, no deja de sopesarse el efecto políticamente negativo que tendría el veto que ya está decidido y anticipado verbalmente, por lo que se intenta organizar una compensación que lo disimule o lo haga pasar más desapercibido. Ganemos o salgamos segundos, el matrimonio presidencial analizó durante las últimas horas distintas variantes para aprovechar el impacto popular del partido y aunque no se lo crea, estudió la posibilidad de viajar a Sud Africa para participar del acto de entrega de la copa. Determinada la imposibilidad de hacerlo durante medio día a esos efectos y lo inútil que resultaría una gestión diplomática para demorar protocolarmente la ceremonia, ahora el gobierno está detenido en estudiar si le conviene recibir a la selección en Ezeiza o en la Casa Rosada. Si hace lo primero - siempre en el supuesto de que la victoria argentina se concrete - se planifica el despliegue de tropas de la Gendarmería Nacional y de las Policías bonaerense y Federal a lo largo de la ruta. Ya en la Casa de Gobierno, la idea es salir a los balcones en compañía de Maradona y de todos los jugadores, hacerlos hablar y llevar en ómnibus la mayor cantidad de público posible. Las consignas apuntarían a identificar al gobierno con el director técnico (quien podría ser candidato político) y con los jugadores más emblemáticos, en tanto, quedamente, se concretaría el veto con presiones al periodismo para que pase por alto esa medida.

Lo que comentamos da una idea de la importancia que el kirchnerismo le otorga a estos factores para poder mantenerse en el poder, sobre todo cuando el escándalo en torno de los negociados y coimas con Venezuela subiría unos cuantos decibeles a partir de documentación adicional que ya habría aportado oficialmente el ex embajador en Caracas, Sadous. Más aún, buena parte de esa papelería probatoria comprometería a Bielsa pues fue remitida al Palacio San Martín durante su gestión y también la de Taiana. De esa manera, el escándalo se ampliaría hacia dimensiones todavía desconocidas aunque en su edición de hoy el diario Clarín aportó nuevos elementos de juicio. En pocas palabras, quedaría seriamente mezclada en este entramado la mujer del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno y según se afirma, existirían otros fideicomisos en distintos países - uno muy importante - cuya administración dejaría "mucho que desear" por no decirlo de otra manera. Si esto se difunde, no son pocos los que afirman que habrá que desechar la idea de que "como siempre, aquí no pasará nada", pues la dimensión de las irregularidades sería de tal dimensión, que afectarían las legislaciones de terceros países y entre ellos, los Estados Unidos de Norteamérica.

Cristina y Néstor Carlos apenas si sospechan la magnitud del problema pero tienen la percepción de que "el asunto se puede escapar de las manos". La contramedida ya considerada y a la que nos referimos hace algunos días, apuntaría a cambios substanciales en el Gabinete Nacional, sobre todo para alejar de la función publica, aunque sea transitoriamente, a los funcionarios involucrados cuyos nombres figurarían en los faxs que en su momento llegaron de la embajada argentina en Venezuela. No obstante se asegura que también deberían esconder a sus parientes o amigos que habrían intervenido en tareas oficiales ajenas a su competencia pero no a los beneficios crematísticos de operaciones cuestionadas.

Si esto es así, con o sin entusiasmo futbolero, con superpoderes o sin ellos, nos enfrentamos a una crisis cuya potencialidad podría ser superior a lo imaginable.

Concurrentemente - y ahora volvemos al fútbol - si los colores argentinos resultan beneficiados cabe esperar que frente a la complegidad de este escenario el kirchnerismo intente empujar hasta lo imposible su enfrentamiento contra el periodismo independiente y muy particularmente contra el CEO de Clarín, Sr, Magnetto. Al respecto, podemos afirmar que los niveles del escándalo tendrían una mayor repercusión internacional con inesperadas connotaciones.

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