lunes, 28 de junio de 2010
TODAS LAS VOCES
Por Carlos Mira (*)
El ex presidente Kirchner ha dicho que “para consolidar la democracia, se deben escuchar todas las voces”. ¿Todas las voces?, ¿está usted seguro, ex presidente Kirchner?
Más allá de la batalla por la ley de medios y de la pelea casi personal del ex presidente con un ciudadano privado, accionista de una empresa de medios de comunicación (detalle que empaña todas las opiniones de los contendientes), la pregunta acerca de si realmente Kirchner dejaría que todas las voces se escucharan en el país, sin cortapisas, sin extorsiones, sin ahogos económicos provocados, es completamente procedente porque, efectivamente, lo que Kirchner parece proponer y lo que de alguna manera ya está en vigencia hoy es un completo desbalance de las opiniones en las expresiones abiertas de los medios.
En efecto, si “la cancha” de las opiniones pudiera dividirse en “voces” que defiendan el sesgo libertario de la sociedad (pro individuo, pro impuestos bajos, pro no-intervencionsimo estatal, pro integración mundial) y en “voces” que defiendan al Estado, al intervencionismo, a la preponderancia de lo colectivo por sobre lo individual, ¿se escuchan todas las voces en la Argentina?, ¿o se escuchan variaciones de una sola voz? La idea liberal de la vida se ha convertido en una mala palabra en la Argentina. Quien plantee perfiles de responsabilidad individual es tildado de inhumano. Quien sostenga la necesidad de que la Argentina se integre a un determinado conjunto de naciones se etiqueta como cipayo. Quien quiera sostener una economía libre, competitiva, alejada del corporativismo y basada en la competencia de la que surja un beneficio al consumidor es calificado de “noventista”, como si en los ’90 la Argentina hubiera sido Australia o EEUU.
Todos estos etiquetazos no callan las voces, pero las avergüenzan. Salvo que aquí llegue una dictadura marxista que directamente prohíba el pensamiento libre, como persigue Chávez, el mejor amigo internacional de los Kirchner, está claro “voces” habrá. Pero serán voces con sordina, sabiendo que cuando hablan son políticamente incorrectas.
Toda la teoría de la “corrección política” está basada justamente, en el mecanismo consistente en instalar una determinada “verdad” contra la cual resulte vergonzante hablar u opinar. De ese modo nadie podrá decir que hay voces a las que se las manda callar, porque técnicamente eso no es cierto, pero sí es verdad que la fuerza del sesgo de la “corrección política” ejerce una presión subliminal para que algunas voces lo piensen dos veces antes de hablar.
Las técnicas fascistas de los escraches constituyen una de las tantas herramientas que, a través del miedo, tienden a que no se escuchen todas las voces, aunque, legalmente, ninguna este prohibida. Es cierto que el notorio desequilibrio de opiniones que existe en los medios argentinos no es un hecho aislado. Es más bien el reflejo del desbalance que existe en la sociedad. Es allí donde existe una marcada inclinación a creer que es posible borrar los contornos individuales en beneficio del nacimiento de un cuerpo colectivo distinto de los individuos que lo componen y cuyos perfiles son tan difusos como la responsabilidad que podría exigírsele.
La sociedad argentina prefiere ocultar las flaquezas de sus individuos en las borrosas fronteras de la colectividad: nadie es responsable de nada y todo es culpa de todos.
En ese fárrago, los ocupantes temporales del Estado, como los Kirchner, se apropian de los beneficios de esa “colectividad” haciéndole creer demagógicamente a todo el mundo que vienen a defender al pueblo, cuando en realidad su único interés es “defenderse” ellos.
Entonces, ¿se refiere Kirchner a todas las voces, cuando dice “todas las voces”?. Que proliferen las voces de la libertad no le conviene a Kirchner, ni es funcional al perfil de país que él tiene en su cabeza. Las voces de la libertad son un obstáculo para él y su proyecto porque su proyecto es incompatible con la libertad. Pero en realidad el verdadero interrogante que debería preocuparnos no es ese. La pregunta que deberíamos hacernos es si las voces de la libertad son realmente compatibles con el proyecto, no de Kirchner, de la sociedad, o, si el sesgo que hoy tienen los medios no es el sesgo que nosotros, y no Kirchner, le hemos dado.
(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de Carlos Mira por gentileza de "Economía para Todos"
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario