lunes, 20 de diciembre de 2010
EL AÑO TERMINA MAL
Por Malú Kikuchi
“Lo malo del después son los despojos”.
Joaquín Sabina
Terminan el año, una década y 7 años K. Terminan mal.
Por supuesto que la economía para una parte de la población está bien y para algunos está muy bien. Ni siquiera importa que las razones de la bonanza económica se deban a los 100 millones de personas que China e India incorporan años tras año al universo del consumo. Hay plata, se nota.
No es gracias a la política económica de los K, nos viene de afuera. El mundo demanda alimentos, Argentina los produce y el gobierno cobra cuantiosas retenciones. Además, facilita el consumo y plancha el dólar. Subsidia el transporte y los servicios esenciales. La inflación real es muy alta (25%) y ayuda a recaudar.
Toda esta serie de medidas populistas, el llamado “modelo” de recalentamiento inducido de la economía, le va a estallar al próximo gobierno. Sea este K, u opositor, va a suceder. Mientras tanto, hay fiesta para unos cuantos, y hay pobreza e indigencia para otros muchos. A pesar de las mentiras del INDEC.
Por buena voluntad y malas artes que emplee Guillermo Moreno, la verdad siempre aparece. Terminamos el año con 40 millones de habitantes cuyo porcentaje de pobres e indigentes difiere mucho del oficial. Dicen que en las villas el alquiler de una pieza donde se amontona una familia pasó de $500 a $ 1.200.
Para Ecolatina hay 12.534.000 de pobres de los cuales 4.507.000 son indigentes. Para IDESA hay un 41% de pobres y para CEDLAS un 23%. Las cifras son todas diferentes ya que el único con capacidad suficiente para hacer una encuesta general es el INDEC, y este las inventa.
Para la Red Habitat Argentino, el déficit de viviendas es de 4 millones. Una apreciación mucho más moderada habla de 2.500.000. En CABA se necesitan 500.000 viviendas y hay 150.000 casas tomadas, datos de la Comisión de Vivienda de la Legislatura de la Ciudad.
Según Ernesto Kritz entre 2004 y 2009 se radicaron en el país 750.000 personas, de las cuales el 80% son bolivianos, paraguayos y peruanos. Datos del Congreso de la Nación.
Recuerde que la calle es del que la corta, con o sin razón, porque se ha implementado la política de no criminalizar la protesta social (siempre y cuando Usted apoye al gobierno y ataque a sus enemigos), y ya tiene parte de los ingredientes básicos necesarios para el estallido.
Tome todos estos datos, súmele mucha ideología revanchista de los 70 (por favor, que la política exterior no lo induzca a engaño, Cristina no está girando hacia el centro, todo lo contrario), agregue internas palaciegas de todo tipo, ya no está K para imponer miedo, y empecemos a tener miedo nosotros, los ciudadanos que pagamos impuestos.
Dato importantísimo, esencial para el éxito de la receta: se necesita un gobierno nacional paralizado entre no saber qué hacer, no querer hacer nada que vaya en contra del “modelo”, y no tener conciencia que las ordenes judiciales se obedecen. Ahora si, con todos los ingredientes a mano, prepárese a ver como se incendia parte del país.
Movimientos de “miseria organizada” (Jorge Asís) que dicen no querer planes ni censos, sólo aceptan la tierra okupada y están dispuestos a defenderla con bombas molotov ante policías desarmados y vecinos enloquecidos de rabia y espanto.
¿Cómo termina esto? Mal. Termine como termine, desocupando tomas, que no será pacífico porque así no lo quieren los okupas, o cediendo el gobierno y poniendo en peligro la poca seguridad jurídica que nos queda al no respetar el derecho de propiedad; como sea, la solución será mala.
Ya son más de 30 los predios tomados, en la ciudad son más de 10, en Quilmes ya van 6, en Rosario por ahora 1, en Neuquén varios y en Jujuy y en Catamarca y vaya Dios a saber en cuantos lugares más. Este es el tipo de problemas que hay que solucionar ayer, porque hoy ya es tarde. El gobierno paralizado.
Al margen de las tomas, que es el punto más complicado del panorama nacional, tenemos al GAFI que nos acusa de “no haber hecho los progresos de adaptación en la lucha contra el lavado de dinero” desde el 2004, ya que de las 49 recomendaciones del ente, sólo cumplimos 3, y mal. En febrero 2011 corremos el riesgo de entrar en “la lista negra” de los países que toleran el lavado de dinero de narcos, terroristas y corruptos.
El informe PISA, quizás el más serio sobre calidad educativa que existe en el mundo, en el que son evaluados en comprensión de texto, matemáticas y ciencias, chicos de 15 años, de 65 países, que van al colegio, pone en evidencia el atraso en educación. Descendimos 20 puntos, más que cualquier otro país. Argentina es la nación que más ha involucionado en este campo. El futuro no es ajeno, no nos preocupan nuestros hijos.
La inflación nos corre, nos alcanza y nos deja inermes, no hay defensa contra ella. De las embajadas paralelas en Venezuela y España y sus negociados, no se habla más, porque los okupas ocupan las noticias. De los correos electrónicos del Sr. Vázquez y de Ricardo Jaime, tampoco. Los 3 muertos del Indoamericano tapan todo. Pero ese todo existe debajo de los muertos y de los okupas y de la paralización del estado nacional, y de los vecinos asustados. No saben qué hacer con el presente.
La presidente ha descubierto la inseguridad. Admitamos que viajando en helicóptero, rodeada de custodios y con actos meticulosamente preparados, no es fácil enterarse de las miserias que les ocurren a los demás mortales. Para solucionar el problema, que finalmente admitió que existe, cual conejo de la galera de un mago, creó el ministerio de seguridad.
Con un ministerio de seguridad, a cargo de Garré (detrás está Verbitsky) y descabezando la cúpula policial, ¿se soluciona la inseguridad? Esto también es el presente, que también nos es ajeno gracias a los permisos que se les dan a los amigos de lo ajeno, en todos los niveles.
Con el presente nos llevamos mal, con el futuro nos va peor, abandonado los chicos a una educación deficiente en un mundo globalizado. Pero para compensar, nos va muy bien con el pasado, al que revivimos con pasión, aunque siempre tergiversado. Porque la objetividad, también nos es ajena.
Hay muchas más razones objetivas para comprobar que el año termina mal. Por lo menos para los ciudadanos obedientes de la ley, los que trabajamos esforzadamente para poder pagar los impuestos con los que se mantiene el gobierno y se mantienen los planes “descansar”.
Quiero creer que para el gobierno también termina mal. Porque si supongo, y me niego a suponerlo, que así como la perpetua revisión de un pasado contado a medias, extrapolado y fuera de contexto histórico, es una decisión oficial tomada a sabiendas, no quiero creer que todo lo que está sucediendo sea una gimnasia revolucionaria digitada a nivel estatal, y menos quiero creer que la pobrísima educación pública también es una decisión estatal. “Si el caballo piensa, se acabó la equitación”, decía Martínez Estrada.
El 2010 está por terminar, y aunque termine mal, termina. En el 2011 votamos, esperemos que bien por el bien de Argentina, “Lo malo del después son los despojos”. Y van a quedar despojos. A pesar de todo.
¡Feliz Navidad y un mejor 2011! De nosotros depende.
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