lunes, 27 de diciembre de 2010

LABURANTE


LA DIFERENCIA ENTRE EL LABURANTE Y EL LABURANTE.



¡Espere y no desespere; no se trata de un error en el título!. Ocurre simplemente que se trata de la misma condición, con alguna que otra sutil diferencia.

En nuestro país, es mucha la gente que ha laburado, labura y laburará toda su vida. No tanta como sería de desear, pero la hay.

Pero la condición de laburante, propone diversos matices, de los que solo abordaré uno; el del laburante motorizado, y el del laburante a “gamba”.

El laburante motorizado, no solo incluye a aquél que se moviliza en moto, sino en cualquiera otro tipo de vehículo particular. Es ese que se banca la cotidiana comisión de un delito, perpetrado por un puñado o un grupo más o menos numeroso integrado por tipos y tipas que no le permiten transitar libremente. Es el laburante que mastica mierda y digiere mierda todos los días de año, habiendo hecho de ello una insana costumbre. Es el laburante que no sabe exactamente a qué hora llegará ni a qué hora regresará. El que se siento “dichoso” por el solo hecho de salir y regresar, sin ser víctima de otro delito más violento que hasta puede terminar con su vida. Está más que repodrido de aspirar el humo que emana de neumáticos quemados, de la amenaza de cobardes a cara tapada y de la incomprensible pasividad y hasta complicidad policial.

El laburante “a gamba”, es aquel que necesariamente, tanto sea para llegar a su trabajo o regresar a su casa, debe recurrir a algún transporte colectivo de pasajeros, que tampoco tiene necesariamente que tratarse de un colectivo. Puede ser un tren, un subterráneo; olvídese del taxi. Al igual que el anterior, cotidianamente mastica y digiere mierda, con una diferencia; el solo hecho de viajar en las condiciones que el Estado le propone, le sirven de fantástico “aperitivo”. Si a eso le agrega que una decena de ñatos se toma la atribución igualmente “permitida” de ocupar las vías de un ferrocarril, lo que constituye un grosso delito Federal, circunstancia que lisa y llanamente torna imposible el tan anhelado y merecido “regreso a casa”, a veces el laburante explota y hace explotar todo lo que encuentra a su paso. La furia de la impotencia y la vejación extrema, impulsan la reacción previsible que no se previene. El Gobierno, empeñado en lograr la disgregación y desintegración social, expone argumentos de una inconsistencia supina, tratando de cargar las tintas sobre algún candidato que supone “peligroso”.

Este laburante, vive o sobrevive en el Conurbano Bonaerense. Muchos de ellos, posiblemente tengan “su casa” en el interior de alguna de las denominadas Villas de Emergencia, espacio que les convierte en la oveja negra, respecto de las tantas organizaciones delictivas que viven o “se aguantan” dentro de ellas. Es, en realidad, la gran víctima que transita por el angosto callejón que le proponen el crimen marginal y el crimen nacional.

Ricardo Jorge Pareja

parejaricardo@hotmail.com

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