jueves, 23 de diciembre de 2010
LA ILEGALIDAD
LA CULTURA DE LA ILEGALIDAD
Por Enrico Udenio
El tema de las usurpaciones de propiedades se complejiza cuando intervienen componentes ideológicos. El principal referente de las exigencias de los ocupantes ilegales del Parque Indoamericano fue un declarado militante K. Esta circunstancia, así como el intento de haber querido culpar de esa usurpación y de las consecuentes muertes al titular del Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, motorizaron la sospecha de que “el Gobierno Nacional quiere modificar el mundo porteño mediante recomposiciones sociales manipuladas para hacer de la Capital Federal un espacio homologable al Gran Buenos Aires” (1).
No está de más aclarar que gran parte de la oposición insiste en que la estrategia de permitir las inmigraciones sin ningún tipo de selección o averiguación de antecedentes tendría consecuencias electorales importantes en un distrito que siempre ha sido desfavorable para el peronismo.
LA INMIGRACIÓN
“Para los indigenistas, la principal reivindicación es el derecho ancestral a la tierra, anterior a la llegada de los españoles, y la autonomía de ciertas regiones que transformaría a la mayoría de los americanos que descienden de las sucesivas oleadas inmigratorias en intrusos”. Juan José Sebrelli, sociólogo y ensayista argentino.
La Argentina ha sido y es un país de inmigrantes. La política inmigratoria es decisión del Gobierno Nacional. Por lo tanto, el problema habitacional derivado de la inmigración -legal o ilegal- es una competencia y responsabilidad del Gobierno Nacional y no del Municipio.
En estas últimas semanas se le ha cargado al titular del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, el mote de xenófobo por declaraciones que realizó en ocasión del conflicto por la usurpación del parque Indoamericano. Más allá de lo políticamente incorrectas que hayan sido las palabras de Macri, éste tocó un tema importante al denunciar la irresponsable política inmigratoria que desde hace años está ejecutando el Gobierno Nacional.
Para ser serios en nuestro análisis, recordemos lo dicho textualmente por el Gobernador de la Ciudad de Buenos Aires: “Lo que más falta es tener una política de desarrollo urbano inteligente y global. La Argentina es un colador. Cualquiera de Paraguay, de Bolivia, del Perú, entra como si estuviera en su casa y fija su residencia, preferentemente, en el conurbano o en las villas de la Capital. ¿Por qué? Porque la ciudad, aún en su decadencia, sigue teniendo un sistema de educación pública y salud mucho mejor que el existente en esos países. En ese desastre del descontrol inmigratorio, todas estas villas se han ido poblando y en estos últimos diez años crecieron a más del doble.” El nuevo censo parecería darle la razón al actual Gobernador de la Ciudad de Buenos Aires: es enorme el porcentaje de oriundos de esos tres países que residen de manera precaria en las villas de emergencia de la ciudad y el conurbano.
LA IRRESPONSABILIDAD ARGENTINA
Yo soy inmigrante. Mis padres tuvieron que cumplimentar importantes exigencias para que finalmente pudiéramos residir en suelo argentino, y me estoy refiriendo al año 1948, cuando existía un gobierno peronista, con el mismo Perón como presidente, y el país recibía un gran número de inmigrantes. En la actualidad y sin ir más lejos, nuestros vecinos (Chile, Uruguay y Brasil) exigen que los extranjeros que quieran residir allí cuenten con sumas de dinero y no tengan antecedentes penales.
En verdad, resulta asombroso pensar en una migración mundial al estilo de lo que se implementó en los últimos años en la Argentina (el Programa Nacional de Normalización Documentaria Migratoria, denominado “Patria Grande”). No tengo conocimiento de que exista algo siquiera similar en ningún otro gran país del mundo. Si lo pensamos de manera inversa, sería como si todo aquel argentino que decidiera migrar a otro país supiera que en este le van a asegurar, además de la nacionalidad, educación y salud gratuita, vivienda y un subsidio económico.
Aclaremos que no es cuestión de estigmatizar al inmigrante. Al contrario, será gracias a él que podremos ampliar nuestro caudal poblacional y nuestro mercado interno. Las diferencias entre una inmigración irresponsable y otra responsable se encuentran en la calidad laboral y profesional que exijamos, en la capacidad económica que tengan para subsistir en una primera etapa y en dónde establecerán su residencia. Por ejemplo, hay muchos países que otorgan o facilitan el proceso migratorio sólo si el inmigrante acepta residir por un lapso mínimo de tiempo en un determinado lugar del país. Si transgrede esta obligación, lo envían de vuelta a su país de origen.
Tanto sea éste u otros requisitos, todas las grandes naciones receptoras de inmigrantes tienen políticas selectivas restrictivas en donde otorgan derechos y exigen obligaciones. Es lógico que así sea, porque es una manera de cuidar el estándar de vida de sus propios ciudadanos, su trabajo, su economía, sus costumbres y su cultura.
LA MORAL MOSTRADA POR LOS KIRCHNER
“La primera cualidad para un historiador es no tener el talento de inventar.” Marie-Henri Beyle (Stendhal) (1783-1842). Escritor francés.
Todavía, a casi 30 años del final de la última dictadura militar, “a la Argentina le pesa tanto el pasado, que a veces parece que habita en él” (2). A su población le cuesta distinguir las diferencias entre la autoridad y el autoritarismo, entre los derechos y las obligaciones, entre los límites y las represiones, entre la defensa de los derechos humanos y la del orden público.
Esta situación se agrava notablemente cuando desde el mismo Gobierno Nacional toman decisiones que contrarían el cumplimiento de las leyes. Para ello, se escudan detrás de la retorcida asociación que hacen entre su aplicación y la represión, los asesinatos a mansalva y las torturas.
Cuando desde arriba se desprecia el concepto de legalidad, los de abajo disminuyen su capacidad de discernir entre el bien y el mal.
El problema es que, cuando un pueblo ignora o no le importa cuál es la línea divisoria que delimita la frontera entre lo permitido y la transgresión, día a día aumentará su violencia buscando satisfacer cada vez más sus necesidades y/o deseos sin importar el daño que con ello ocasione a la sociedad entera.
EL PAÍS EN UN PUNTO LÍMITE
“El fracaso de la juventud es no ser capaz de restringir su propia violencia”Lucio Anneo Séneca (A.C. 3-65 D.C.) Filósofo y escritor. Máximo representante del "estoicismo nuevo".
En la Argentina de hoy, pedir que se utilice el ejercicio de autoridad que la propia Constitución otorga a los poderes del Estado, es arriesgarse a ser tildado de autoritario. A su vez, pedir que se reprima a aquellos que, arrogándose derechos superiores a los de los otros, protestan con violencia y desacatan los límites impuestos por las leyes, es exponerse a ser calificado como genocida o elitista. Peor aún, exigir simplemente orden y respeto a la ley es mostrarse como una persona de derecha, insensible con “todos los pobres que reclaman trabajo y seguridad” (3).
Cuando las sociedades adhieren a una cultura en la que por distintos justificativos sociales se tolera la violación de la ley (cortes de rutas y avenidas, ocupación de calles para la venta callejera, usurpación de propiedades, etc) “la gente dice: El resultado final es una cultura de la ilegalidad que escalará a límites inconcebibles'(4).
Es imperativo que el Estado arbitre las medidas que permitan retornar al diálogo y las reglas de convivencia en las que se respeten los derechos de los otros porque, de otra manera, como un grupo de adolescentes sin control, la sociedad terminará destruyéndose a sí misma. No cabe duda de que, en este caso, los sectores más pobres serán los que más sufran porque son los que –por su condición- se encuentran más indefensos cuando el Estado renuncia a su monopolio en el ejercicio de la autoridad.
(1) Extraído del sitio Twitter del periodista Pepe Eliaschev.
(2) Frase dicha por la legisladora socialista catalana Pilar Rahola en una nota sobre la Argentina publicada en España en septiembre del 2007.
(3) Palabras del premio nobel de la paz Pérez Esquivel cuestionando a quienes están en desacuerdo con la metodología violenta e ilegal de los reclamos sociales.
(4) Congresista mexicano Luis Enrique Mercado.
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