jueves, 30 de diciembre de 2010

KAOS


HACIA EL “CAOS”

Por el Lic. Claudio Valdez

Los antiguos griegos sabían que “el caos” (confusión, desorden) es transitorio y que “el cosmos”, ese todo ordenado y armonioso, finalmente impera en el mundo humano y en el universo todo.

La alteración de los fenómenos siderales, los telúricos y climáticos tienen la particularidad de reacomodar las variables intervinientes rectificando el funcionamiento geológico en el planeta. Así ha sucedido durante milenios, que los especialistas extienden hacia millones de años.

Antropólogos y otros científicos sociales, al referirse a los primitivos hombres suelen hablar de “la noche de los tiempos”, en alusión a épocas en que aquellos se hallaban sumidos en “la oscuridad”: metáfora referida a la extrema limitación de conocimientos (Platón, pensador de la antigua Grecia, calificaba como “luz” al fenómeno intelectual por el cual el hombre accedía al saber y lograba atesorar conocimientos).

Ese fue el modo en que pudo superar “la caverna” y mediante propia realización cultural instalarse en “la polis” (Ciudad-Estado) gozando de la ciencia, arte, religión, comercio, deporte, educación, tribunales y gobierno, entre otros beneficios. El mundo clásico demostró así que el progreso resultó a partir del orden. Quedó en evidencia que “el cosmos” también ejercía sus misteriosas leyes para la vida personal como para el fenómeno social. Poetas y pensadores se propusieron descifrarlas desde sus antiguas obras literarias, filosóficas e históricas que legaron a la humanidad.

Platón en su “República”, cuestiona: “...o si los demás viven en paz dedicarse uno a la guerra, si la paz no le place; y el que pueda uno, por otra parte, ser gobernante y juez cuando se le antoje, aunque exista una ley que le prohíba desempeñar ambas funciones, ¿no son todas ésas, a primera vista, condiciones de vida maravillosamente agradables?”. Continúa más adelante: “¿Y no te parece exquisita la benevolencia con que se trata a ciertos condenados?. ¿O no has visto nunca en este sistema de gobierno a individuos condenados a muerte o al destierro que permanecen, sin embargo, en la ciudad y se pasean por todos lados...?”. Califica en consecuencia a esta forma de gobierno como “encantadora, anárquica y pintoresca, que establece una especie de igualdad tanto entre los iguales como entre los desiguales”; ¿quizás estaría explicando La Argentina de nuestra última década y no la democracia de entonces?.

Sin duda sus apreciaciones sociopolíticas resultan de validez universal y atenderlas ahorraría las penosas consecuencias de ese tipo de “fiesta contracultural”. Concluye que al querer evitarse el despotismo de los hombres libres, el pueblo “cae en el fuego del despotismo de los esclavos y cambia una libertad excesiva y desordenada por la más cruel y la más amarga de las esclavitudes: la esclavitud bajo los esclavos”. El caos social, siempre transitorio, orienta hacia un “nuevo orden” que por experiencia sabemos termina conculcando la mayoría de las libertades: hoy lo conocemos como regímenes de izquierda o de derecha.

En nuestro país por causa de malos gobernantes, negligentes ciudadanos y bandidos depredadores, volvemos en este siglo XXI a habitar en peligrosa oscuridad por cerrar los ojos a las conquistas morales y materiales de la humanidad; siendo los “cortes de energía eléctrica” solo una consecuente alegoría.

En momentos críticos de la antigua Roma, Marco Tulio Cicerón les recordaba a aquellos patricios: “Así, pues, antes de nuestro propio tiempo, las costumbres de nuestros antepasados produjeron hombres excelentes, y hombres eminentes preservaron nuestras antiguas costumbres y las instituciones de sus mayores”. ¡Les recordó “La República”!.

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