domingo, 13 de marzo de 2011

LA ISLA


LA ISLA


Viven en una isla que “flota” sobre el Pacífico. La naturaleza y la mano del hombre, han descargado sobre ellos “su arista más cruel”. Las imágenes que llegan desde Japón, parecen sacadas de una película de ciencia ficción. Un detalle más que elemental, las hace diferentes. No se registran escenas de pánico, y por sobre todo asombra el ver como intentan preservar en pleno terremoto, todos aquellos objetos y elementos que forman parte de su “actividad diaria”. Así hemos podido ver a empleados y empleadas de un supermercado, tratando de sujetar las góndolas cubiertas de mercaderías, que se hamacaban como si fueran de papel; también a quienes reunidos en un Parlamento, conservaban sus lugares, a la espera que transcurrieran esos interminables 45 segundos, y una muchacha supuestamente periodista, quien desde la calle procuraba reflejar una de las mayores catástrofes que reconozca la humanidad a lo largo de su historia. En el año 1945, y durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, las ciudades de Hiroshima y Nagasaki fueron el blanco elegido por el Presidente Truman de los Estados Unidos, para la descarga de un ataque nuclear sin precedentes. El saldo, más de 220.000 muertos, y una tierra devastada y envenenada por efecto de la radiación. Ochenta y cinco años antes, el hasta hoy último terremoto, había causado estragos sobre la Isla y sus habitantes.

Sin embargo y como Ave Fénix, Japón resurgió de entre sus cenizas, convirtiéndose en una de las Primeras cinco Potencias a nivel mundial.

Para encontrarnos con “la otra cara de la moneda”, no necesitamos “salir de casa”. Vivimos en un más que extenso territorio privilegiado por la naturaleza, y la guerra de Malvinas cuyos héroes siguen luchando por el reconocimiento que no llega, la vivimos como “si apenas nos rozara”; la vida en las grandes ciudades no se modificó, y alguno que otro, apenas prestaba atención al informativo cierto o mentiroso, festejando la caída de algún Helicóptero See Harrier, como si se tratara de un gol marcado en un “partido de fútbol”… ¡claro, somos esencialmente futboleros!

¿Cómo consiguen los japoneses sobreponerse a semejantes catástrofes? ¿Cómo hacen para llevar a la práctica actitudes que exceden nuestra lectura? ¡CON EDUCACIÓN! No se trata de superhombres… no existen los superhombres; sí en cambio, una educación sostenida a través de los siglos, que les forma para poder afrontar de la manera menos luctuosa, acontecimientos de semejante envergadura, esos que jamás conocimos y nos permite descansar en la imprevisión y la improvisación, al punto de no poder prevenir ni resolver de la manera adecuada, hechos menores comparados con alguno de semejante envergadura.

Le aclaro que los japoneses, lloran y sufren por sus muertos del mismo modo que otros mortales; quizá lo hagan en el silencio de la privacidad, con una tremenda capacidad de recuperación… seguramente y en éste caso, una cuestión de filosofía, que le dicen.

¿Sabe?; siento un poco de vergüenza. No le puedo mentir; ocurre que cuando pretendo llegar hasta Ud., lo hago transparentemente bien inspirado, así me pase de rosca, o le resulte particularmente agresivo en alguno de mis términos. La vergüenza en éste caso, tiene únicamente que ver con esa frase tan trillada que vengo escuchando desde que comencé a dar mis primeros pasos… “A ESTE PAÍS LO ARREGLAMOS, LLENÁNDOLE DE JAPONESES”.

Ricardo Jorge Pareja

parejaricardo@hotmail.com

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