O los miembros venerables de la Corte Suprema viven en Helsinki, o son instrumentos de la traición de Kirchner a Moyano.
Pobre Hoffa
escribe Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, especial para JorgeAsísDigital
En la interpretación más piadosa, los venerables miembros de la Corte Suprema de Justicia residen ilusoriamente en Helsinki, la capital de Finlandia. A través de la revolucionaria sentencia relativa a la libertad sindical, demuestran que los finlandeses son, en tanto ministros decanos, unánimemente irresponsables.
Vuelva, doctor Buby Nazareno, lo perdonamos. La Corte que presidía era comparativamente ejemplar.
La interpretación menos grave es la predominante. Alude al tribunal inapelable sólo como un mero ejecutor del instrumento jurídico. Una especie de Killer de altísimo nivel. Ideal para legitimar una traición.
La saludable traición del Poder Ejecutivo hacia el poder sindical.
En criollo básico, la Corte de Helsinki, comandada por el doctor Lorenzetti, hace consensuadamente, según esta interpretación, los mandados indirectos que necesita el ex presidente Kirchner, el principal hombre fuerte del país. Para demoler el prestigio devaluado de Moyano, el pobre Hoffa (por James Hoffa, el dirigente camionero norteamericano).
En realidad, en esta interpretación de los “compañeros”, se asiste a la traición hacia lo que Moyano representa. Al penúltimo bastión de un peronismo sistemáticamente destruido por un gobierno que genera, como objetivo, la estrategia de la implosión. Dirigirse hacia la invariabilidad del pozo, pero “por izquierda”.
Según esta evaluación, tomada como cierta en la mayoría de los grandes sindicatos, la justicia emerge sólo como el pretexto eficaz.
Fue entonces la justicia de Buenos Aires, que sentencia como si estuviera en Helsinki.
De ningún modo se trata de una decisión sutilmente sugerida por Kirchner. Basada en el cumplimento minucioso de las adhesiones a los tratados internacionales. A los efectos de liberar el paso de la merecida personería gremial para la Central de Trabajadores Argentinos, la organización sindical previamente traicionada.
Desde cuando Kirchner decidió aferrarse, en un rapto de pragmatismo, a la estructura tradicional de los trabajadores, que transitoriamente orienta Moyano.
Con la instrucción, al eventual ministro de Justicia, de enredarlos en el eterno pedal. Seguir con las actuaciones del expediente “personería” hasta que lo resolviera la posteridad.
Sin embargo, la actitud jurídicamente revolucionaria de nuestros cortesanos finlandeses -con la exclusiva ausencia de la doctora Argibay, que sigue en La Haya- logró aquello que no pudieron conseguir los alfonsinistas de los ochenta con la Ley Mucci. Ni la Libertadora con los fastuosos bombardeos de los cincuenta. Asestarle el golpe letal al ”movimiento obrero sindicalmente organizado”. Que deja de ser “la columna vertebral del peronismo” para convertirse en algo menos que una prótesis involuntaria. Siliconas colocadas a la bartola. Prendedores baratos, para pasar inadvertidos entre tanta oferta de bijouterie.
Dos al hilo
La alianza entre Kirchner y Moyano resultó fundamental para encarar la confrontación con el tercer gran poder. Dista de ser la Corte o el Parlamento. Es el Grupo Clarín.
En estos momentos prospera, según nuestras fuentes, el acuerdo entre Kirchner y Magnetto. Es a partir del decisivo tema de las acciones de Telecom Italia. Un conflicto que tiene o cuatro o cinco notables jugadores, en condiciones para traicionarse entre sí. Un negocio estratégico que marca los altibajos del tratamiento periodístico que Magnetto suele imponer, en la prensa independientemente dirigida del grupo, hacia Kirchner. A tratarse detalladamente en próximos despachos.
Merced al criterio del enigmáticamente ascendente señor Ernesto, el acuerdo Kirchner-Magnetto contiene finalmente a los acosados Werthein. Descartado del escenario el señor Slim, posiblemente se permita el ingreso de algún otro eventual jugador.
Para lo que importa en el presente despacho, la armonía que se planifica no lo contiene a Moyano. Por lo cual el pobre Hoffa se convierte en especialmente traicionable. De tan devaluado, Moyano puede encontrarse en las vísperas exactas de la segunda traición. Dos al hilo.
Entonces Moyano debe aguardar, para oxigenarse un poco, otro previsible altibajo en la relación espasmódica Kirchner-Magnetto. Otra portada de Clarín, que regule la persistencia de la confrontación.
La visión de Moyano se encuentra acotada por la movilidad de la gambeta corta. Para fijar la estrategia de la permanencia, o el objetivo insuficiente de quedarse, Moyano tendría que encarar su propia línea de negociación con Magnetto. Aunque ya sea tarde. La garantía de distribución del diario hace que el intento vale, aún, la pena.
El DNU y la duda
La pluralidad de la representación, qué lindo.
La facilitada multiplicidad de interlocutores, ¡genial!
En un marco de creciente conflictividad sindical, ambas reivindicaciones son democráticamente desastrosas. Derivan inexorablemente en la atomización de las negociaciones colectivas. En litigios que infortunadamente no transcurren en Finlandia. Abren el mercado de la competencia salvaje en la Argentina, donde la variable de ajuste está dada en la pugna por la máxima reivindicación. Por ver quién pide más.
Como ironiza un sindicalista indignado, cualquier miembro activo de un Club de Filatelia en adelante puede ser delegado gremial. ¡Bravo!
Otro referente, más irritado que defraudado, coincide con Consultora Oximoron al afirmar que Moyano, de parte de Kirchner, no merecía que le soltara la mano. Justo cuando ambos tienen, debajo, la atracción del precipicio. Tampoco había ninguna necesidad de descalificarlo tanto al pobre Hoffa, ante sus pares. Dejarlo expuesto en la ceremonia cruel del ridículo. Después que Moyano lo siguiera a Kirchner -nunca gratis, cabe consignarlo- en tantas payasadas magistralmente multitudinarias. Con aspectos de concentración política que signaron los peores actos de la historia del banalizado peronismo.
Nos dice un titular de gremio: “Si Kirchner nos quiere hacer el cuentito de la Justicia, y no quiere pelearse con nosotros, adelante. Que haga firmar a su mujer un Decreto de Necesidad y Urgencia. Para que anule, o por lo menos recorte, la interpretación libertina de la Corte”.
Los compañeros del sindicalismo, entrañablemente, dudan. Acerca de quién fue que se quedó más descalificado.
Si Moyano, el pobre Hoffa, o Tomada, el ministro de Trabajo, que estuvo de adorno. Porque, casi por el diario, Tomada se enteró de la sentencia unánime de la Corte de Helsinki. Partía la antigua columna vertebral del peronismo, transformada en una protuberancia. En una sentencia aprobada, ante la algarabía de Yaski, y de las señoras Ripoll y Carrió, a los efectos de acelerar el rumbo democrático hacia el caos de la implosión. Por los venerables finlandeses Fayt, Lorenzetti, Zaffaroni y Highton. Por aquel sorprendente Maqueda, que supo ser el compañero Pato. O por el inquietante Petracchi, el ministro decano que llegó, a la Corte, de la mano de Lorenzo Miguel. Desde Murguiondo, Mataderos, hasta Helsinki.
Osiris Alonso D’Amomio
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