miércoles, 19 de noviembre de 2008

ZONCERAS K

Río Negro - 18-Nov-08 - Opiniónhttp://www.rionegro .com.ar/diario/ 2008/11/18/ editorial. php EditorialZonceras K
Por motivos comprensibles, los políticos suelen preferir los medios de difusión que los adulan a aquellos que se animan a criticarlos, pero parecería que para el ex presidente Néstor Kirchner todos son execrables, de ahí la diatriba que pronunció ante el Tercer Foro Anual del Progresismo en Santiago de Chile. Sin intentar distinguir entre los medios que a su juicio son buenos y los que cree irremediablemente malos, los trató de voceros del "neoliberalismo" que "van a estar aliados siempre a los poderes para tenernos sojuzgados a todos". Puesto que tanto en nuestro país como en el resto del mundo la mayoría de los medios asume posturas que podrían calificarse de "centroizquierdista s" y abomina del llamado "neoliberalismo" , es ridículo tratarlos en su conjunto como si constituyeran un bloque monolítico al servicio de un credo decididamente minoritario. Por lo demás, es evidente que a Kirchner no se le ocurrió que, si los medios fueran tan venales como supone, por ser dueño de una caja llena de dinero que nunca ha vacilado en usar para comprar voluntades su propio gobierno disfrutaría del apoyo entusiasta de casi todos los diarios, radioemisoras y canales televisivos de la Argentina. El que éste no haya sido el caso lo molesta sobremanera pero, en lugar de preguntarse las razones por las que buena parte del periodismo ha adoptado una postura crítica hacia su proyecto personal, ha echado mano una vez más a su teoría conspirativa favorita según la cual quienes se resisten a ponerse a su servicio son forzosamente golpistas "neoliberales" vendidos a los enemigos del pueblo y de la Patria. Como su mujer, la presidenta Cristina Fernández, el ex presidente se ha habituado a desafiar a ir a elecciones a quienes no comparten todas sus opiniones, lo que es una forma de insinuar que es deber de los medios encolumnarse automáticamente detrás del poder ejecutivo de turno. Dicha tesis ha tentado a integrantes de movimientos políticos de índole decididamente más democrática que el peronismo, de suerte que no es demasiado sorprendente que los Kirchner hayan procurado resucitarla, pero se basa en una serie de malentendidos. Para comenzar, los medios no constituyen una corporación: si bien la mayoría tiene algunos intereses en común, entre ellos la oposición a la censura previa, son por su naturaleza sumamente diversos, de suerte que es absurdo proponer la formación de un partido periodístico que, es innecesario decirlo, tendría que incluir a anarquistas, trotskistas, comunistas ortodoxos, peronistas, radicales, conservadores, católicos, ateos, verdes y así largamente por el estilo. Asimismo, aunque es verdad que muchos periodistas recomiendan, a menudo con vehemencia, que el gobierno modifique ciertas políticas, lo hacen porque en una democracia absolutamente todos tienen derecho a opinar con libertad, derecho que los políticos de mentalidad autoritaria, cuando no totalitaria, quisieran eliminar bajo pretextos a su entender progresistas. Durante las fases iniciales de su gestión Néstor Kirchner gozó del respaldo de una proporción muy amplia de los medios nacionales, pero aun así se imaginó víctima de "campañas" urdidas por los pocos que se negaban a sumar sus voces al coro aprobador, lo que sirvió para advertirnos que su actitud hacia la prensa se parecía más a la de los responsables de la dictadura militar que a la de sus homólogos del Primer Mundo. Desde hace casi ocho años, el presidente norteamericano George W. Bush es blanco de críticas incomparablemente más feroces y mucho más personales que las recibidas por Kirchner por parte de la mayoría de los medios norteamericanos, pero nunca ha intentado contraatacar acusándolos de estar aliados con poderes siniestros. Sucede que tanto en Estados Unidos como en Europa los políticos entienden muy bien que es mejor convivir con medios hipercríticos que con cierta frecuencia los cubren de insultos que lo que sería gobernar un país en el que el periodismo fuera, por instinto o porque le conviniera, oficialista. Puede que no lo entiendan nunca los Kirchner, pero el que una cantidad creciente de los medios nacionales se preocupe por temas como la corrupción y el manejo desafortunado de la economía es una señal de que a pesar de todo hay partes de la sociedad argentina que disfrutan de buena salud.

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