jueves, 26 de febrero de 2009

CHUPAR ALMEJAS : DELITO !!!


(Urgente24). Una de las virtudes de la democracia occidental es la capacidad de tolerar debates, proponer polémicas y aceptar cuestionamientos de la más diversa índole, sin restringir la libertad de expresión, un valor fundamental.

La democracia es creíble en la medida que pone a prueba la libertad que propone, y no sucumbe en ese compromiso; eso la diferencia de los regímenes autoritarios o totalitarios, que encorsetan las libertades o las clasifican entre libertades posibles e imposibles o prohibidas.

Esa libertad tiene su idea fundacional en una frase de François Marie Arouet (Voltaire): "Detesto lo que escribes, pero daría mi vida para que pudieras seguir escribiéndolo".

Lo curioso es que una funcionaria que proviene de la Unión Cívica Radical descrea de la libertad de expresión e intente limitarla (acaba demostración que carece de mérito recibirse de abogado con medalla de oro en la Pontificia Universidad Católica Argentina...).

María José Lubertino -de ella se trata- explicó que, a partir del escrache al empresario judío ortodoxo, Eduardo Elsztain (IRSA, Cresud, Banco Hipotecario), y de la expulsión del país del obispo católica Richard Williamson, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), propone un borrador de proyecto de ley que prevé la aplicación de prisión (de 1 mes a 2 años) a quien difundiera la negación o justificación de la Shoá (el Holocausto judío), la tragedia armenia o el terrorismo de Estado en la Argentina.

Se ignora si ese proyecto se limitaría a estos acontecimientos o incluiría las muchísimas otras matanzas colectivas ocurridas en la historia de la Humanidad, todas igualmente repudiables: desde el genocidio belga en el Congo hasta las recientes 'limpiezas étnicas' en la ex Yugoeslavia, en la penísula de los Balcanes, pasando por las depuraciones estalinistas en Siberia. ¿Por qué algunos genocidios y otros no?

Por supuesto que los descendientes de los indígenas, como pueblo nativo, podrían aportar lo suyo; y los afroamericanos estadounidenses otro tanto. De pronto la superpoblación carcelaria que existe en la Argentina tendría una demanda adicional considerable, de prosperar la ridícula iniciativa de Lubertino.

Entonces, un Gobierno que no cree en la 'mano dura' para reprimir el delito, resulta que sí cree en la 'mano dura' para reprimir la conciencia de determinadas personas (por cierto que una minoría a quienes basta con aplicarle más democracia).

Por supuesto que el de Lubertino es un planteo peligroso: un Gobierno que promueve la despenalización del consumo de estupefacientes para consumo personal, resulta que a la vez reclama penalizar las opiniones (¡las opiniones!) de quienes discrepan con la historia convencional, como si el propio peso de la evidencia histórica no fuese suficiente para aislar a esas personas.

La represión del llamado Proceso de Reorganización Nacional fue nefasta precisamente por aplicar conceptos similares: resulta que había que caer en la ilegalidad para defender la vigencia de las leyes y la Constitución Nacional. Un absurdo.

Está muy bien que María José Lubertino proponga un debate: "Queremos abrir un debate a partir de los hechos ocurridos en los últimos días donde se escrachó a un empresario judío, Eduardo Elsztain, y se expulsó del país al obispo Richard Williamson por trivializar el genocidio judío realizado por los nazis", dijo Lubertino al tratar de instalar una discusión sobre la penalización del tema.

Pero está muy mal cerrar 'de facto' el debate que se está proponiendo abrir: el Inadi elaboró un borrador, que podría convertirse en el artículo 3 bis de la Ley 23.592, que prevé la aplicación de prisión de 1 mes a 2 años a quien difundiera por cualquier medio de ideas o doctrinas la negación o justificación del Holocausto judío, la tragedia armenia o el terrorismo de Estado en la Argentina.

Por supuesto que, por ejemplo, todo aquel (la mayoría de los argentinos) que adhiere a la Teoría de los 2 Demonios para explicar lo ocurrido entre 1973 y 1982, y no a la hipótesis gubernamental de que todos los reprimidos eran buenos y todos los represores eran malos, es un candidato a ir a prisión por obra y gracia de Lubertino. Inadmisible.

La cuestión de fondo es precisamente esa: ya que el kirchnerismo se encuentra en baja, se intenta imponer, con el argumento del antisemitismo y otras aberraciones, una visión histórica sobre la 'guerra sucia', la tragedia argentina contemporánea.

Esa es la cuestión de fondo y entonces los organismos de 'derechos humanos' que supuestamente defienden a quienes afirman haber sido reprimidos en su búsqueda de una sociedad diferente (?) resulta que estarían imitando, en el fondo, a sus represores, al limitar el derecho a disentir.

Una Lubertinada. Peligrosa pero apropiada para días en los que hay que distraer con frivolidades.

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