sábado, 28 de febrero de 2009

TOTALITARIOS


El germen totalitario por Héctor B. Trillo Las mentalidades totalitarias por lo general no terminan de asumir que lo son. Suelen escabullirse mediante rodeos y retruécanos de poca monta y fácilmente detectables. Siempre actúan como furgón de cola en las manifestaciones y agreden cobardemente a personas y a bienes.
Descalifican, ponen motes, rompen cosas, incendian, tiran bombas y demás. Pero lo hacen enmascarados, cubiertos sus rostros. Cobardes, arteros. Nunca de frente, nunca con todas las letras. Nunca son capaces de sostener una discusión con argumentos. Sólo consignas, vacuas a veces, directamente estúpidas las demás.
Este breve introito viene a cuento de las declaraciones formuladas por el religioso Willamson, cuyas manifestaciones han negado una vez más el Holocausto con todo el pavor que eso significa. Este cura, émulo lejano y a la vez cercano del teócrata iraní Ahmadinejad, no ha trepidado en negar lo obvio, con enunciaciones tan fútiles como vacías de argumentos.
Lo ha hecho sin ruborizarse y sosteniendo sus palabras como quien sostiene un dogma. Básico, ramplón, efectista. Pero sin sustancia conceptual, con la bajeza impune de los aspirantes a déspotas. El revuelo causado por sus afirmaciones lo ha obligado a una retractación. Una retractación que lleva en sí el tábano perverso del enanismo mental, incapaz de reconocer su propia pequeñez. Su cinismo elemental y torpe.
La retractación de este miserable puede ser exhibida en cualquier texto básico de psicología patológica, aunque al menos hasta donde hemos leído no ha sido considerada así por la prensa en general. Veamos qué dijo este impresentable.
"Si hubiera sabido con antelación todo el daño y las heridas que han provocado (las declaraciones que hizo), especialmente a la Iglesia, pero también a los sobrevivientes y seres queridos de las víctimas de injusticia bajo el Tercer Reich, no las hubiera hecho". Obsérvese que comienza señalando que "si hubiera sabido" que sus declaraciones provocarían daño, no las hubiera hecho. Es decir, no es que ahora decide convencerse de que sus dichos estaban equivocados, sino que simplemente no los hubiera expresado. No niega ni se retracta de nada, tan solo se limita a manifestar que se hubiera callado la boca.
Ahora bien, ¿efectivamente no era consciente del daño que provocaría o es, además, un soberano mentiroso por decir lo menos?
Luego hace una extraña aclaración respecto de tal daño: "especialmente a la Iglesia", dice. Es decir que se siente afectado por el daño que ha provocado pero particularmente a la Iglesia. De modo tal que no hubiera provocado ese daño a la Iglesia, no hubiera sido tan grave. Las víctimas y sus descendientes no son tan importantes, en otras palabras. Cínico y bastardo el muchacho. Habla de las "víctimas de injusticia" además, lo cual se parece bastante a los "excesos" con los que suelen defenderse los que copiaron el sistema francés de desaparición de personas en Argelia: los militares de la dictadura setentista argentina.
Parecería ser tal "injusticia" una suerte de "daño colateral" o menor, y no la razón de ser del psicópata alemán proveniente del socialismo germano. Y de su régimen racista, faccioso, contrainteligente. También afirma Willamson que la Franternidad San Pío X lo ha "persuadido de mi responsabilidad por tanta angustia causada". Tuvieron que persuadirlo, si no, ni lo hubiera notado, parece.
"A todas las almas que quedaron honestamente escandalizadas por lo que dije, ante Dios, les pido perdón". Acá distingue el enfermo este, entre quienes se escandalizaron "honestamente" y quienes no. Con lo cual está diciendo que hubo unos cuantos hipócritas que se hicieron los escandalizados cuando en realidad no lo estaban. Y a ellos no les pide perdón.
Además, como queda dicho, no es que este señor hubiera procedido a darse cuenta, sino que "lo persuadieron". También hizo una mención al hecho de que él "no es historiador" y que su opinión se formó hace 20 años en virtud de los datos que entonces estaban disponibles (sic). Y que "raramente había expresado en público".
¿Qué es esto? ¿Hace 20 años los datos disponibles indicaban que solamente 300.000 personas habían muerto en el Holocausto? ¿Hace falta ser historiador para saber lo que ha ocurrido bajo el régimen nazi y sus suscedáneos?.
¿Hablará de fútbol este Willamson o no lo hará porque no es futbolista? Este individuo no ha hecho en realidad daño. Ha servido para abrir los ojos de mucha gente. Es útil para poner blanco sobre negro dónde está el bicho totalitario en el plano de la ideologías. Y no de las ideologías de tal o cual signo. Sino de todas. No ha sido Hitler tan diferente de Stalin. Y ninguno de los dos de Pol Pot, o de Sadam Husseim. Y ninguno de los cuatro de un Mussolini o un Fidel Castro.
Hay sí, un dato común a todos lo que nombramos: la negación. La negación de sus actos. Como hacía el general Camps cuando escribía sesudos relatos bíblicos que publicaba el diario La Prensa para justificar la barbarie.
Los perversos psicópatas y asesinos niegan lo obvio. Mienten como mienten esos pseudo embajadores palestinos cuando te miran como perro al que se lo están cogiendo y expresan que la culpa de lo que ocurre en el universo la tiene el sionismo y que ellos no hicieron nada. No hay castrista que reconozca que lo de los balseros lo sabe todo el mundo en Cuba, desde siempre. No hay nazi que diga abiertamente que quiere exterminar a quienes no sean "arios". Ahmadineyad, ya que lo nombramos, sí reconoce que quiere terminar con el Estado de Israel, pero no con los judíos de la faz de la Tierra, al tiempo que afirma que en su patria no hay homosexuales.
Quienes quieran conocer un poco más de la mentalidad islámica deberían leer algunas de las barrabasadas escritas por Khomeini en su "libro azul". Un día de estos transcribiremos algunas. La manera de esta gente de negar lo obvio no es la misma que la Occidental, por así decirlo.
Ellos justifican degüellos en Internet, la infibulación clitoridiana de las mujeres y su sometimiento como tales. Lo que queremos decir es que las justificaciones de la barbarie de los teócratas islámicos son más rudimentarias que las occidentales. Pero son idénticas más temprano que tarde.
Y este sacerdote Williamson nos muestra la verdadera cara del crudo cinismo asesino de los bárbaros de siempre. Matar y negar los muertos. Como nuestros militares, como los castristas, como los franquistas, los salazaristas o los stalinistas. Como todos los que han sido y los que son.
El simple "daño colateral" no es la razón de ser. Williamson pasa a esa categoría el rasgo común. Como esos sindicalistas que en otras epocas anunciaban el éxito de sus "paros generales" basados en el terror a las bombas incendiarias a los medios de transporte y a los clavos "miguelitos".
Considerar éxito el fracaso más estrepitoso es otro de los síntomas. O te convenzo o te mato. Porque yo estoy acertado y vos no. Ese es, en definitiva, el germen de todo totalitarismo.
Héctor Trillo

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