viernes, 19 de junio de 2009

LE ROBARON CINCO DÍAS A BELGRANO



Transgresores como pocos -lo que se dice unos piolas bárbaros- los argentinos acaban de festejar con un largo feriado el 20 de junio, Día de la Bandera,. el lunes 15. Bueno, festejar es un decir porque muy pocos se acordaron del tema, mucho menos los funcionarios que por lo general no funcionan, pero robarle cinco días a la muerte de Manuel Belgrano no es poca cosa. Claro que para lo que se roba en Argentina es moco de pavo. Y que no venga algún compatriota a hacerse el ofendido o un extranjero a horrorizarse, a ver si en la Quinta Avenida todos los comerciantes entregan tickets por sus ventas. Tengamos la nota en paz, ¿sí?, "que no somos gente fina, tampoco lo peor".

Ayer miércoles, husmeábamos la gran ciudad gastando suela cuando al llegar al cruce de la avenida Independencia y Deán Funes una figura humana color naranja pasó frente a CORREO DE BUENOS AIRES a la velocidad de un corredor de cien metros llanos. ¿Por qué corría el atleta? Es que segundos antes había robado en la tintorería ubicada en Independencia 2886. Eran exactamente las cinco menos diez de la tarde. Pleno día. Y la semana pasada, martes para más datos, curiosos consuetudinarios por mala educación, fatigábamos La Matanza por la avenida San Martín a la altura de la archifamosa villa Las Antenas en busca de serios problemas cuando observamos a dos criaturas, la mayor de las cuales no portaba más de doce años, forcejear con una joven con la intención de robarle el bolso: apenas si pudieron arrebatarle el celular para salir corriendo luego hacia la villa. Eran exactamente las siete y veintinueve de la tarde-noche.

Es de esperar que los garantistas de los derechos humanos de los delincuentes que han hecho mala costumbre el quitar a las personas honestas vidas y bienes no nos acusen de estar creando una peligrosa "sensación" de inseguridad. Porque con ese especial criterio podrían mañana decir que existe una "sensación" de infectados y muertos por la gripe A, de accidentes y muertos en las rutas, de parate industrial y comercial, inflación o de alto consumo de droga. Sin embargo, no contentos con robarse las manos de Perón; los cadáveres de Evita y Aramburu; la capa de la reina Sofía (a la que la Presidente le robó también en febrero último cuarenta minutos de espera en una cena de gala), y la banda y el bastón que pertenecieron a Arturo Frondizi, un reloj chalequero y otro pulsera, ambos de oro, que fueron de los presidentes Nicolás Avellaneda y Agustín Pedro Justo, y una lapicera de oro del mandatario Roberto Marcelino Ortiz (todos estos objetos fueron sustraídos del Museo de la Casa Rosada entre agosto de 2007 y abril de 2009), trabajando a destajo, los cacos le hicieron cinco días a la fecha de la muerte del creador de la bandera argentina, le hicieron.

Ante tamaño olvido es que CORREO DE BUENOS AIRES se ve en la necesidad de recordarse (a él y sólo a él) quién fue y qué hizo Manuel Belgrano porque Argentina no nació un 25 de mayo de 2003 como declama la Presidente. Se hizo -se hace, se sigue haciendo- con mucho esfuerzo hace mucho, mucho tiempo. Nuestro héroe nació en Buenos Aires en 1770 y fue bautizado en la Catedral de Buenos Aires. Cursó estudios en el Colegio de San Carlos y luego Leyes en Salamanca, España, donde fue nombrado en 1793, secretario Perpetuo del Consulado de Comercio de Buenos Aires. Desde ahí fundó la Escuela de Náutica y la Academia de Geometría y Dibujo. Apoyó la creación de la Escuela de Comercio y la de Arquitectura y Perspectiva pero estos establecimientos fueron cerrados en 1803 por orden de la Corona española. Ayudó a la creación del Telégrafo Mercantil, el primer periódico de Buenos Aires y colaboró en el Semanario de Agricultura, Comercio e Industria.

Durante las invasiones inglesas de 1806 participó en la defensa de Buenos Aires y después de la derrota se trasladó a Montevideo para evitar el juramento de obediencia al rey inglés. Nombrado en 1807 jefe del Estado Mayor del Regimiento de Patricios que comandaba Cornelio Saavedra, combatió en la Reconquista de la Ciudad. Editó y dirigió el periódico Correo de Comercio y participó en los sucesos de mayo de 1810 y fue elegido vocal de la Primera Junta del gobierno patrio. En ese año fue nombrado general del ejército patriota con destino al Paraguay en el que combatió con suerte diversa en las batallas de Campichuelo, Paraguari y Tacuarí, y posteriormente fue jefe de las tropas que debían sitiar y lograr la rendición de la plaza de Montevideo.

Después de crear la escarapela, en 1812, en Rosario, a orillas del río Paraná, hizo flamear por primera vez la bandera celeste y blanca que llevarían por el mundo Hipólito Bouchard y San Martín. Nombrado jefe del Ejército Norte, el 24 de septiembre de 1812 venció al jefe español Pío Tristán en la batalla de Tucumán y designó a la Virgen de las Mercedes generala del ejército patriota. El 20 de febrero de 1813, derrotó definitivamente en territorio nacional a Tristán en la batalla de Salta y se dirigió a Bolivia donde fue vencido en proximidades de la ciudad de Potosí en la batalla de Vilcapugio y más tarde en Ayohuma. Enfermo, entregó el mandó a José de San Martín.

En 1814 viajó a Europa en una misión diplomática para negociar el reconocimiento del nuevo gobierno ante diversas potencias europeas. De regreso a la Argentina participó en varios ahogos de revueltas contra el gobierno central para retirarse en 1818 del Ejército y dirigirse a Tucumán desde donde, gravemente enfermo, se dirigió a Buenos Aires para entregarse al Señor el 20 de junio de 1820 en la más absoluta pobreza. Así murió el creador de la bandera argentina por haber renunciado al sueldo de tres mil pesos fuertes que le habían sido asignados por ser miembro de la Primer Junta, y porque había exigido sólo la mitad de su sueldo como comandante del regimiento de Patricios. También había donado en 1813 el premio de 40.000 pesos fuertes que le había sido otorgado por la Asamblea General Constituyente para "sostener" cuatro escuelas públicas. El día anterior le había entregado al médico que lo atendía como forma de pago por sus servicios el único bien que le quedaba, un reloj de bolsillo que le había obsequiado el rey Jorge III de Inglaterra. Este reloj fue robado del Museo Histórico Nacional en el 2007.

Testamento de Manuel Belgrano
"En el nombre de Dios y con su santa gracia amén. Sea notorio como yo, Dn. Manuel Belgrano, natural de esta ciudad, brigadier de los ejércitos de las Provincias Unidas de Sud América, hijo legítimo de Dn. Domingo Belgrano y Peri, y Da. María Josefa González, difuntos: estando enfermo de la (enfermedad) que Dios Nuestro Señor se ha servido darme, pero por su infinita misericordia en mi sano juicio, temeroso de la infalible muerte a toda criatura e incertidumbre de su hora, para que no me asalte sin tener arregladas las cosas concernientes al descargo de mi conciencia y bien de mi alma, he dispuesto ordenar este mi testamento, creyendo ante todas las cosas como firmemente creo en el alto misterio de la Santísima Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios y sacramentos que tiene, cree y enseña nuestra Santa madre Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya verdadera fe y creencia he vivido y protesto vivir y morir como católico y fiel cristiano que soy, tomando por mi intercesora y abogada a la Serenísima Reina de los Ángeles María Santísima, madre de Dios y Señora nuestra y devoción y demás de la corte celestial, bajo de cuya protección y divino auxilio otorgo mi testamento en la forma siguiente:

"1ª Primeramente encomiendo mi alma a Dios Nuestro Señor, que la crió de la nada, y el cuerpo mando a la tierra de que fue formado, y cuando su Divina majestad se digne llevar mi alma de la presente vida a la eterna, ordeno que dicho mi cuerpo, amortajado con el hábito de patriarca de Santo Domingo, sea sepultado en el panteón que mi casa tiene en dicho convento, dejando la forma del entierro, sufragios y demás funerales a disposición de mi albacea.
"2ª Ítem, ordeno se dé a las mandas forzosas y acostumbradas a dos reales con las que separo mis bienes.
"3ª Ítem, declaro: Que soy de estado soltero, y que no tengo ascendiente ni descendiente.
"4ª Ítem, declaro: Que debo a Dn. Manuel de Aguirre, vecino de esta ciudad, dieciocho onzas de oro sellado, y al Estado seiscientos pesos, que se compensarán en el ajuste de mi cuenta de sueldos, y de veinticuatro onzas que ordeno se cobre por mi albacea, y preste en el Paraguay al Dr. Dn. Vicente Anastasio de Echeverría, para la compra de una mulata - Cuarenta onzas de que me es deudor el brigadier Dn. Cornelio Saavedra, por una sillería que le presté cuando lo hicieron Director; dieciséis onzas que suplí para la Fiesta del Agrifoni en el Fuerte, y otras varias datas; tres mil pesos que me debe mi sobrino Dn. Julián Espinosa por varios suplementos que le he hecho.
"5ª Para guardar, cumplir y ejecutar este mi testamento, nombró por mi albacea a mi legítimo hermano el Dor. D. Domingo Estanislao Belgrano, dignidad de chantre de la Santa Iglesia Catedral, al cual respecto respecto a que no tengo heredero ninguno forzoso ascendiente ni descendiente (por la época habría sido muy mal visto que dejara sus bienes a su hija natural Manuela Mónica, fruto de la unión en Tucumán con Dolores Helguero), le instituyo y nombro de todas mis acciones y Dros. Presentes y futuros. Por el presente revoco y anulo todos los demás testamentos, codicilos, poderes para testar, memorias, u otra cualesquiera otra disposición testamentaria que antes de ésta haya hecho u otorgado por escrito de palabra, o en otra forma para que nada valga, ni haga fe en juicio, ni fuera de él excepto este testamento en que declaro ser en todo cumplida mi última voluntad en la vía y forma que más haya lugar en Dro. En cuyo testimonio lo otorgo así ante el infrascrito escribano público del número de esta ciudad de la Santísima Trinidad, puerto de Santa María de Buenos Aires, a veinticinco de mayo de mil ochocientos veinte. Y el otorgante a quien yo dho. Escribano doy fe conozco, y de hallarse al parecer en su sano y cabal juicio, según su concertado razonar, así lo otorgo y firmo, siendo testigos llamados y rogados don José Ramón Mila de la Roca, Dn. Juan Pablo Sáenz Valiente, y Dn. Manuel Díaz, vecinos. M, Belgrano (firma). Narciso de Iranzuaga (firma) Escribano Público."


Salinas Bohil
correo de buenos aires

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